Translate

viernes, 4 de mayo de 2018

CIUDADANOS BUSCA AMORTIZAR AL PP (Y ESTE SE DEJA)

La lucha política entre los de Rivera y los de Rajoy entra en una fase de extrema dureza tras la crisis de Madrid y el panorama electoral municipal y autonómico

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera EFE


El enconamiento es evidente y sin cuartel. Los odios sarracenos se evidencian en las dos formaciones políticas, aunque continúa funcionando a día de hoy la línea caliente entre los secretarios generales, dos personas educadas, Fernando Martínez-Maillo y José Manuel Villegas, que se saben condenadas a entenderse. En el PP perciben a Ciudadanos, con razón, como su principal y más letal amenaza. Un centro sin complejos que proyecta una imagen moderna y que está sabiendo aprovechar de manera oportuna las posibilidades que le van surgiendo por la torpeza obvia de sus adversarios.

Con la caída de Cristina Cifuentes, los de Rivera se han cobrado la tercera pieza política en la alineación autonómica de los populares. El primero en desfilar fue el riojano Pedro Sanz, que no llegó siquiera a someterse a la investidura tras ganar las elecciones. Después fue el murciano Pedro Antonio Sánchez, imputado en la Púnica y en el caso Auditorio. Y ahora, Cifuentes. De hecho, desde algunos sectores influyentes del PP se había reclamado a la dirección del partido “dar un puñetazo en la mesa” y no transigir con la entrega de la rubia cabeza de la ex presidenta madrileña. La resistencia no se pudo materializar al dispararse la “bala de plata” del vídeo de las cremas que remató finalmente a Cristina Cifuentese hizo subir el marcador de Ciudadanos a un oprobioso 3-0 en contra de los del Rajoy.
"Los electores evidencian que el voto popular ya no es una opción útil para combatir a los nacionalistas y al nuevo populismo"
En los despachos de ambas formaciones se perfilan en estos días estrategias encaminadas, digámoslo claramente, a la anulación política del adversario. Ante el nerviosismo existente entre los suyos, Mariano Rajoy ha prometido en privado comenzar una estrategia de ataque en toda regla contra Ciudadanos después de la aprobación de los Presupuestos Generales de este año. El problema, el gran problema, es que es presidente del Gobierno necesita el apoyo de los de Rivera  para sacar adelante las cuentas y ganar un par de años en la Moncloa. Por eso la lucha es desigual y se anuncia como poco efectiva, especialmente porque hay muchos militantes y cuadros desencantados del partido de la gaviota que están llamando en estos días, de manera discreta, a las puertas del cielo de sus centristas rivales.

Albert Rivera es consciente de la descomposición del PP y se sabe protagonista de un tiempo político en el que encarna la esperanza blanca del centro derecha español. Y, a decir verdad, también del centro izquierda, porque Ciudadanos le roba una significativa parte de los votos al PSOE, y eso le hace afirmar en tono nervioso a Pedro Sánchez que “Rivera se ha ‘aznarizado’ y está virando a la derecha, anteponiendo su interés electoral al del conjunto de la sociedad”. El “yerno de España” disfruta de su momento y acaba de realizar una visita a Chile y Argentina para alimentar su imagen internacional y asegurarse apoyo entre los dos millones de españoles que residen en esos países. De paso critica la falta de iniciativa del Gobierno en materia de política exterior y se presenta como un nuevo líder capaz de asumir la responsabilidad del poder. Su trayectoria es inteligente, un punto oportunista, pero tremendamente efectiva. Rivera se proyecta en Emmanuel Macron y coquetea con fichajes de altura como Manuel Valls mientras prepara golpes de efecto para las próximas semanas con la vista puesta en las elecciones municipales y autonómicas que pueden significar su punto de ruptura hacia la Moncloa.
"Ambos partidos son conscientes de que juegan una partida de “suma cero”: lo que pierde uno es, justamente, lo que gana el rival"
Conscientes de que el PP, y singularmente Mariano Rajoy, tienen más vidas políticas de las que les presuponen, Ciudadanos última, asimismo, una estrategia de asalto final a los predios populares imponiendo su agenda y reforzando la idea de partido limpio frente a la corrupta descomposición que muestran algunos feudos de sus adversarios. La imagen ganadora de Inés Arrimadas evidencia, más que cualquier otra cosa, que el voto al PP ya no es una opción útil ni, por supuesto, inevitable para parar el avance de los nacionalistas y el nuevo populismo. Queda poco más de un año para la batalla europea, municipal y autonómica, y dos años para la hora de la verdad de las elecciones generales. La guerra política PP-Ciudadanos será a muerte, porque saben que se encuentran jugando una partida de suma cero: lo que gane Rivera lo perderá, básicamente, Rajoy (o su sucesor, si es que tal cosa se produce) y los populares son conscientes de que su supervivencia depende de lo que puedan resistir ante el avance imparable de “los del casting”, como se refieren a Ciudadanos. “Se lo ponemos muy fácil a Rivera”, dice un exministro que se prodiga con frecuencia en foros múltiples. Tiene razón. Lo que cabe preguntarse es si, a estas alturas de la partida, puede ser de otra manera cuando el fuerte popular es atacado, no únicamente por sus adversarios políticos, sino por una pléyade de graves casos de corrupción y también por el efecto de sus propios y letales errores. 


                                                                          ANTONIO SAN JOSÉ   Vía VOZ PÓPULI

No hay comentarios:

Publicar un comentario