El retrato que el CIS ofrece de los meses transcurridos desde la investidura de Rajoy es el de una evolución disociada
Las 2.492 entrevistas del barómetro del CIS que ayer se difundió se realizaron días antes del último estallido de casos de corrupción que han golpeado al PP (sobre todo, en Madrid)
y a la antigua Convergència en Cataluña. Mejor así, porque la foto se
ha tomado en un clima de normalidad y no en medio de un temporal que
emborronaría la imagen.
Rajoy siempre tuvo una confianza ciega en las propiedades terapéuticas de la recuperación económica sobre el voto. A medida que se perciba que salimos de la crisis y se reduzca la tensión social, nuestros votantes regresarán a casa como las gaviotas a sus nidos, esto es lo que siempre se ha defendido en La Moncloa y en Génova.
El PP seguiría ganando las elecciones, el PSOE recupera la segunda posición
No parece que los datos confirmen el argumento. Más bien al contrario: el retrato que el CIS ofrece de los meses transcurridos desde la investidura de Rajoy es el de una evolución disociada. Me explico:
Todos los indicadores relativos a la economía han seguido mejorando durante estos meses. Entre noviembre y abril, el porcentaje de quienes creen que la situación económica es mejor que hace un año ha subido seis puntos; el de los que esperan que dentro de un año será mejor que ahora ha subido dos puntos; son más quienes confían en que su economía personal mejorará en los próximos meses, y solo el 32% califica su actual situación económica como mala o muy mala; el temor a perder próximamente el puesto de trabajo afecta tan solo al 13% de los que tienen empleo, mientras que el 78% considera improbable que eso suceda, y entre los parados, el 40% cree que probablemente encontrará trabajo durante el próximo año.
Desde el mes de febrero y por primera vez en muchos años, el porcentaje de quienes señalan al paro como el principal problema de España es inferior al 50%.
Son cifras ambientales mejores que las de hace unos meses, y radicalmente mejores que las que se daban durante el periodo más negro de la crisis, entre 2011 y 2013.
El momento más negro de la situación política fue en la mitad de 2016, cuando el bloqueo parecía insuperable y todo abocaba a terceras elecciones
Algunos dirán: sí, pero mientras la economía mejora, la percepción de la política es cada vez peor. Pues tampoco. Para los españoles, el momento más negro de la situación política fue en la mitad de 2016, cuando el bloqueo parecía insuperable y todo abocaba a unas terceras elecciones. En septiembre de 2016, el 88% consideraba que la situación política era mala. Hoy, esa cifra se ha reducido en 20 puntos.
¿Se traduce todo eso en una mejoría de la posición electoral del partido del Gobierno? No lo parece. El PP obtuvo un 33% de votos en las elecciones de junio. Ahora, según la estimación del CIS, estaría en el 31,5%.
Lo peor no es eso (1,5 puntos está dentro del margen de error): es que retrocede en todos los indicadores. La valoración de la gestión del Gobierno es ahora peor que a principios de año y la confianza en Rajoy ha descendido; y ese descenso se nota en primer lugar entre los propios votantes del PP. De hecho, su tasa de fidelidad de voto —siempre muy alta— ha bajado cinco puntos desde enero, lo que significa que el PP habría extraviado casi 400.000 votos en lo que llevamos de año.
La fidelidad de los votantes a sus partidos es el dato clave que explica los cambios en esta encuesta respecto a la anterior:
Esta es la tónica general de la encuesta: los votantes del PSOE y de Ciudadanos se muestran algo más satisfechos con sus partidos que hace unos meses, y los del PP y Unidos Podemos
están más insatisfechos. Ello conduce a la estimación que se ha hecho
pública, que —con un cálculo que no es del CIS, sino del firmante— daría
la siguiente distribución de escaños en el Congreso:
El CIS siempre pide a los encuestados que mencionen, por orden de importancia, los tres principales problemas de España. Lo que llama mi atención no son los problemas más mencionados (ya se sabe, el paro en primer lugar y después la corrupción,
la economía, los políticos, la sanidad, la educación y las cuestiones
sociales). Pero les presento una lista de 10 problemas de magnitud
extraordinaria acompañada del porcentaje de españoles que los incluyen
entre los tres primeros:
¿No les parece extraordinario? Hablamos de problemas que consumen toneladas de espacios mediáticos;
que cualquier observador incluiría sin vacilar entre los más
importantes de España —y en algunos casos, del mundo—; sobre los que se
dispone de información abundante y continua; que abren los informativos,
concentran el debate y ocupan las columnas de opinión y los discursos
de los políticos. Problemas muy reales, que definen nuestro tiempo y
desafían al Estado y a la sociedad.
Pues ahí lo tienen: el 1,5% de los españoles menciona la independencia de Cataluña como uno de nuestros tres problemas más importantes. El 2% se acuerda del terrorismo internacional, y el 0,7% muestra preocupación por el cambio climático. La cuestión de Europa no aparece en la lista por la sencilla razón de que nadie la cita como un problema destacado.
¿Vivimos en una especie de campana neumática que nos permite abstraernos de las cuestiones que más amenazan nuestro presente y aún más nuestro futuro?
Con esa actitud, no es extraño que en una escala de felicidad personal del 1 al 10, la media de la sociedad española sea 7,5. Notable alto de felicidad, mal asunto para los populismos que se nutren de la ira y la frustración. Definitivamente, España es diferente.
IGNACIO VARELA Vía EL CONFIDENCIAL
Rajoy siempre tuvo una confianza ciega en las propiedades terapéuticas de la recuperación económica sobre el voto. A medida que se perciba que salimos de la crisis y se reduzca la tensión social, nuestros votantes regresarán a casa como las gaviotas a sus nidos, esto es lo que siempre se ha defendido en La Moncloa y en Génova.
El PP seguiría ganando las elecciones, el PSOE recupera la segunda posición
No parece que los datos confirmen el argumento. Más bien al contrario: el retrato que el CIS ofrece de los meses transcurridos desde la investidura de Rajoy es el de una evolución disociada. Me explico:
Todos los indicadores relativos a la economía han seguido mejorando durante estos meses. Entre noviembre y abril, el porcentaje de quienes creen que la situación económica es mejor que hace un año ha subido seis puntos; el de los que esperan que dentro de un año será mejor que ahora ha subido dos puntos; son más quienes confían en que su economía personal mejorará en los próximos meses, y solo el 32% califica su actual situación económica como mala o muy mala; el temor a perder próximamente el puesto de trabajo afecta tan solo al 13% de los que tienen empleo, mientras que el 78% considera improbable que eso suceda, y entre los parados, el 40% cree que probablemente encontrará trabajo durante el próximo año.
Desde el mes de febrero y por primera vez en muchos años, el porcentaje de quienes señalan al paro como el principal problema de España es inferior al 50%.
Son cifras ambientales mejores que las de hace unos meses, y radicalmente mejores que las que se daban durante el periodo más negro de la crisis, entre 2011 y 2013.
El momento más negro de la situación política fue en la mitad de 2016, cuando el bloqueo parecía insuperable y todo abocaba a terceras elecciones
Algunos dirán: sí, pero mientras la economía mejora, la percepción de la política es cada vez peor. Pues tampoco. Para los españoles, el momento más negro de la situación política fue en la mitad de 2016, cuando el bloqueo parecía insuperable y todo abocaba a unas terceras elecciones. En septiembre de 2016, el 88% consideraba que la situación política era mala. Hoy, esa cifra se ha reducido en 20 puntos.
¿Se traduce todo eso en una mejoría de la posición electoral del partido del Gobierno? No lo parece. El PP obtuvo un 33% de votos en las elecciones de junio. Ahora, según la estimación del CIS, estaría en el 31,5%.
Lo peor no es eso (1,5 puntos está dentro del margen de error): es que retrocede en todos los indicadores. La valoración de la gestión del Gobierno es ahora peor que a principios de año y la confianza en Rajoy ha descendido; y ese descenso se nota en primer lugar entre los propios votantes del PP. De hecho, su tasa de fidelidad de voto —siempre muy alta— ha bajado cinco puntos desde enero, lo que significa que el PP habría extraviado casi 400.000 votos en lo que llevamos de año.
La fidelidad de los votantes a sus partidos es el dato clave que explica los cambios en esta encuesta respecto a la anterior:
Pues ahí lo tienen: el 1,5% de los españoles menciona la independencia de Cataluña como uno de nuestros tres problemas más importantes. El 2% se acuerda del terrorismo internacional, y el 0,7% muestra preocupación por el cambio climático. La cuestión de Europa no aparece en la lista por la sencilla razón de que nadie la cita como un problema destacado.
¿Vivimos en una especie de campana neumática que nos permite abstraernos de las cuestiones que más amenazan nuestro presente y aún más nuestro futuro?
Con esa actitud, no es extraño que en una escala de felicidad personal del 1 al 10, la media de la sociedad española sea 7,5. Notable alto de felicidad, mal asunto para los populismos que se nutren de la ira y la frustración. Definitivamente, España es diferente.
IGNACIO VARELA Vía EL CONFIDENCIAL
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