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jueves, 25 de mayo de 2017

SOBRE EL PSOE QUE NOS ESPERA EN LA POLÍTICA NACIONAL

¿Hará su abrumadora mayoría de votos más consistente a Pedro Sánchez, más comunicativo, más creíble? ¿Le servirá el triunfo para dejar de ser “un líder en construcción”?

El vencedor de las primarias socialistas, Pedro Sánchez, comparece en Ferraz tras conocerse los resultados. (EFE)

Lo que no se nombra no existe. El árbol le da sus frutos al que el nombre del fruto diga, escribió Agustín García Calvo. Hasta Susana Díaz ya nombra a Pedro. Y en plena resaca de primarias, ni un solo día sin propósito de enmienda, oferta de reconciliación y mano tendidaentre ganadores y perdedores. Pero se pone en duda la humildad exigible al ganador y la elegancia de los que saben perder (Lastra reclama disculpas de los barones, Robles y Trevin se enzarzan en el
Congreso).
Las urnas dan victorias, pero no hacen milagros. Pregunta sobre Pedro Sánchez: ¿le hará su abrumadora mayoría de votos más consistente, más comunicativo, más creíble? ¿Le servirá el triunfo para dejar de ser “un líder en construcción”, según lo define uno de sus cómplices en la aventura que acaban de llevar a cabo con éxito? La primera pista nos la dará la posición socialista ante el ofrecimiento de Pablo Manuel Iglesias de echar a Rajoy de La Moncloa y salvar la democracia.
José Luis Ábalos, un diputado muy próximo a Sánchez, llevará la voz cantante el 13 de junio, en la moción de censura presentada por PodemosEstá cantado el 'no es no' a Iglesias. Demasiado pronto para cambiar el rumbo de la comisión gestora. Además, se sabe que la iniciativa pretende poner en apuros al PSOE, con la extravagante pretensión de colocarlo junto a los corruptos si no apoyan al jefe de Podemos. O de darle el abrazo del oso si lo apoyan. Demasiado burdo.


Es otro el primer reto que le saldrá al paso. Me refiero al congreso federal (16-18 junio). En línea con el discurso de la reconciliación aireado por el líder socialista in péctore y sus principales colaboradores, las señales del bando ganador parecen orientadas a evitar que se convierta en una segunda vuelta de las elecciones primarias. Pero hay un problema. Evitarlo de verdad puede ser interpretado como una traición —¿para eso hicimos la guerra?— por la abrumadora mayoría sanchista que acaba de reponer en el pedestal a su carismático líder. Y no evitarlo puede ser el camino seguro hacia la tan temida disgregación del PSOE, víctima de su narcisismo (Redondo Terreros 'dixit').
El congreso federal y lo que cuelga ('congresillos' previos para elegir delegados y posteriores congresos territoriales) iluminarán el camino elegido por el repuesto secretario general. Me pregunto si mantendrá su oferta de listas de consenso, si será mero espectador en los procesos renovadores de los barones que conspiraron con Susana Díaz para liquidarlo políticamente o si tomará partido en función de la voluntad de los militantes expresada el domingo pasado en cada territorio.


Preguntas al aire cuyas respuestas nos darán las primeras pistas sobre el PSOE que nos espera en la política nacional. Entre los dirigentes del bando perdedor, aún bajo los efectos del estupor, temen los más derrotistas los efectos del populismo que, como la carcoma, puede provocar la descomposición del partido, tal y como lo conocíamos hasta ahora. Y presienten una degradación del PSOE de Felipe González, Guerra, Zapatero, Rubalcaba, Bono, que siempre fue eficaz palanca política para mejorar la vida de los españoles.
¿Qué va a pasar con los jarrones chinos del partido?, pregunto en la tele a Adriana Lastra, coordinadora de la campaña de Sánchez, después de aludir a la quema de fotos de González (mejor dejarlo en metáfora de la aversión sanchista al “PSOE de siempre” y la apuesta por el “nuevo PSOE”) en algunas agrupaciones. Dice que nadie quiere matar al padre. “Nos podemos enfadar con él, pero no por eso dejamos de quererle”, “¿quién no ha tenido broncas con su padre?”.

                                              ANTONIO CASADO  Vía EL CONFIDENCIAL

 

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