¿Conquistar la posición de la oposición? ¿Cómo Felipe? ¿Cómo Hernández Mancha? Comparar aquello con esto es como poner un televisor en blanco y negro al lado del 'smartphone'
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
Me sorprendió tanto desdén. La prontitud con que se despachó el asunto. La ligereza. “Viene muerta”, dijeron. Y a otra cosa.
Lo dijeron como si el anuncio de moción de censura respondiese a un capricho y no a una estrategia política largamente meditada, públicamente debatida y votada en las narices del país entero. Vistalegre.
Lo dijeron como si nada hubiese cambiado desde que surgió Podemos. Y no fuesen ahora distintas tantas cosas, caducadas tantas herramientas de medición, desfasadas muchas de las categorías políticas.
Lo dijeron como si la situación del país entero no fuese más que delicada.
La moción va en serio. Creo. Y considero que tendrá más recorrido del que se calculó el día del anuncio. Entre otros motivos, porque la rápida negativa de PSOE y Ciudadanos estaba ya descontada. No imagino a nadie en Podemos echándose las manos a la cabeza por ninguna de las reacciones partidarias.
La erupción de los estereotipos habituales también formaba parte de lo previsto. En su pronóstico entraba la explicación primaria. Esto pasa porque Iglesias tiene afán de protagonismo. Podemos, ya se sabe, en lugar de hacer política, hace de la política un espectáculo. Otra frase redonda que no rueda. ¿Qué esperabas? Mira las redes sociales y verás escaparates. Es el espíritu de la época. 'Show must go on'.
Podemos lo tendrá peor si el primer partido de la izquierda comienza a normalizar el funcionamiento de su organismo y vuelve a ser lo que fue
Vivimos otro tiempo. Por eso mismo, la explicación tertuliana, la lectura de la iniciativa de Iglesias en modo histórico, ha tenido que resultar hasta divertida para sus promotores. ¿Conquistar la posición de la oposición? ¿Cómo Felipe? ¿Cómo Hernández Mancha? Comparar aquello con esto es como poner un televisor en blanco y negro al lado del 'smartphone'. Cambio de paradigma, amigo.
Juego distinto. La partida va de lanzar dos cargas de profundidad. Una para el PSOE. Otra para la agitación callejera.
Los socialistas están a menos de veinte días de celebrar sus primarias. Podemos lo tendrá peor si el primer partido de la izquierda comienza a normalizar el funcionamiento de su organismo, vuelve a ser lo que fue y empieza poco a poco levantarse.
Para eso hace falta un resultado rotundo el 21 de mayo. Ese y no otro es el motivo por el que la moción de censura se ha presentado sin candidato. No es un fallo ni un olvido. Es la mejor manera de enturbiar las primarias. ¿Injerencia o golpismo de baja intensidad?
Paso 1. Instalar sobre el paisaje del PSOE un factor disruptivo, una nube de piedra suspendida en el cielo. Una pintura de Magritte.
Paso 2. Puede que no tardaremos mucho en escuchar algo parecido a “ofreceré la candidatura de la moción de censura al vencedor de las primarias socialistas”. Y después, que la fuerza de la gravedad haga su trabajo.
Ese mensaje se plantearía como una oferta a la militancia socialista. "Voten al candidato adecuado, hay doble incentivo y encima para ya: sacar ya a Rajoy y meter ya al vuestro en la Moncloa”. La letra pequeña para más tarde (referéndum en Cataluña y formación de gobierno a pachas).
Mejor de los escenarios posibles para Podemos: victoria de Sánchez. Posible cambio de gobierno. En el peor de los casos: un resultado más estrecho en las primarias y heridas abiertas.
Hasta el momento, voluntaria o involuntariamente, Sánchez está siendo un peón en la estrategia de Iglesias. Pablo está jugando con su candidatura. Si llega su oferta, veremos si Pedro sigue el juego o lo rechaza categóricamente.
La segunda carga de profundidad de la moción de censura, como recurso parlamentario que es, se dirige hacia el funcionamiento democrático en sí mismo. Buena parte del enfrentamiento teórico que desembocó en Vistalegre tiene que ver con esto. ¿Sirve o no sirve el Congreso de los Diputados?
Errejón defendió que la actividad institucional tiene valor, apuntó el camino de la “normalidad alternativa”. Perdió.
Iglesias, defendió que “no podemos convertirnos en políticos […] si nos subordinamos a la lógica institucional, nos disolveremos”. Y ganó.
Se impuso la estrategia que sostiene lo que estamos viendo ahora en acción: poner las herramientas institucionales al servicio de la agitación social, impugnar al sistema con sus propios instrumentos y abrir un proceso constituyente. La huelga general como estación de transbordo. Esa es la ruta.
Las estrategias tienden a funcionar sobre el papel, pero quizá convenga tener en cuenta que la calle ha cambiado. El aire de este mayo no es el aquel 15-M
Las estrategias tienden a funcionar sobre el papel, pero quizá convenga tener en cuenta que la calle ha cambiado. El aire de este mayo no es el aquel 15-M. Cabe debatir si hay motivos para que la indignación se relaje, desde luego, hay motivos para sostener que no. Sin embargo, también parece claro que son bastantes menos los españoles indignados.
Desconozco si el rechazo a la corrupción pude agitar a la sociedad hoy, después de todo lo que llevamos viendo, como lo hizo el malestar en los momentos más duros de la crisis.
Lo evidente es que Podemos, a día de hoy, está muy lejos de tener la capacidad de movilización que llegó a tener. El acto de hoy, junto al Reina Sofía, es una representación para que parezca que sí. Pero no surgirá por generación espontánea sino a golpe de aparato. Solo irán los militantes. Personal de reparto para que en la tele parezca que la gente está con el líder. Estado de urgencia nacional, viva la moción de censura. Un producto tan convencional y tan poco imaginativo como el mitin de cualquier partido político tradicional.
Hacer eso no es demasiado difícil. Supongo que habrá un calendario de movilizaciones previstas, para ir de menos a más porque los movimientos sociales funcionan por acumulación. Veremos hasta donde llega si es que existe.
Lo cierto, eso sí, está en tres cosas:
Primero: llenar la Puerta del Sol son palabras mayores. Y eso sería solo el principio.
Segundo: Podemos tendría hoy más músculo social si estuviese haciendo mejor política.
Tercero, lo que me cuenta la memoria: el 15-M no fue el producto de ningún laboratorio, las movilizaciones sociales nunca lo son. Siento baja la marea, pero puedo equivocarme.
PABLO POMBO Vía EL CONFIDENCIAL
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