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sábado, 27 de mayo de 2017

DEMASIADAS INCÓGNITAS, Y UNA VICTORIA

Rajoy puede ser procesado o ganar las próximas elecciones, el PSOE puede dividirse o volver a rozar la mayoría, Ciudadanos y Podemos pueden desbancar a los mayoritarios, reducirse a casi nada, o quedarse como están, Sánchez podría ser el próximo presidente o perecer.

Demasiadas incógnitas, y una victoria. EFE
 
 
La crisis política por la que atravesamos, si es que se puede llamar crisis a algo tan duradero, está a punto de convertirse en una aporía debido al número excesivamente alto de incógnitas. Cualquiera que haya estudiado media hora de matemáticas sabe que las incógnitas hay que despejarlas una a una, y que, cuando el sistema no se deja ordenar, la solución es imposible. Claro es que la política no es nunca tan precisa como la matemática, pero cuando pierde por completo la lógica lo imposible puede acabar por suceder. No estamos todavía en ese punto, pero el exceso de incógnitas, desde la viabilidad de la legislatura al porvenir de Cataluña, pasando por el incierto futuro de las fuerzas políticas, en un escenario internacional muchísimo más confuso que el de los últimos cincuenta años hace que no se pueda decartar casi nada.

Rajoy puede ser procesado o ganar las próximas elecciones, el PSOE puede dividirse o volver a rozar la mayoría
Rajoy puede ser procesado o ganar las próximas elecciones, el PSOE puede dividirse o volver a rozar la mayoría, Ciudadanos y Podemos pueden desbancar a los mayoritarios, reducirse a casi nada, o quedarse como están, Sánchez podría ser el próximo presidente o perecer. De momento, Corcuera y Leguina han dejado el PSOE, no es que sea una catástrofe, pero reconozcan que algo raro pasa, es como si la Cibeles se fuera a dar un paseo por las Ramblas. En España, como decía Marx que sucedía con el capitalismo, todo lo que era sólido se desvanece en el aire.

El retorno de la lógica 

La victoria en las primarias de Sánchez ha sido casi como un cisne negro, lo es siempre la derrota de los aparatos. La extrañeza del caso se ha magnificado por un doble empeño: el de vaticinar en su contra y el de considerar el suceso con lógicas un poco oportunistas. Lo que casi nadie ha dicho es que Sánchez ha vencido repitiendo lo que ha sido la doctrina del PSOE desde la declaración de Granada (2013), cuando casi nadie sabía quién era Pedro Sánchez. Eso invita a pensar que su triunfo supone la reivindicación, antes que del rencor o cualquier otra clase de sentimientos negativos, de la dignidad política de unos ciudadanos comprometidos con ese partido, que no se han sentido satisfechos con la idea de que Sánchez, un recién llegado, al fin y al cabo, fuese la causa del desastre electoral socialista, y la convicción de que cualquier intento de recuperar la mayoría política tendrá que hacerse desde la izquierda, rompiendo con la lógica implícita en el supuesto relevo del PP, puesto que ese cambio no se puede producir dada la división del electorado, fruto, en parte nada insignificante, de la estrategia de apoyo mediático a Podemos que han desplegado los amigos del PP en los medios. Una muestra de esa armonía entre fuerzas de apariencia tan antagónica es que el único efecto indiscutible de la estrambótica moción de censura a Rajoy presentada por Iglesias, es darle al censurado una prórroga parlamentaria de un año.
Aunque se enmarque la victoria de Sánchez en una cierta recuperación de papeles, nada está escrito acerca de que su plan político haya de constituir un éxito
Aunque se enmarque la victoria de Sánchez en una cierta recuperación de papeles, nada está escrito acerca de que su plan político haya de constituir un éxito, pero tampoco hay nada que obligue a pensar que tenga que cometer toda la batería de errores que le atribuían los que pensaban que su victoria sería un desastre absoluto.

El diagnóstico de los cabezas de huevo

Una manera (equivocada) de interpretar el sentido de la victoria de Sánchez es suponer que la crisis del PSOE obedece, sobre todo, a la debacle universal de la socialdemocracia, y que, para superar ese declive, hace falta un político con más hechuras que Sánchez, de forma que su victoria solo puede explicarse en función de las profundas carencias que afectan a los militantes socialistas que, según ese diagnóstico, no se enteran de nada porque tienen menos luces que un barco pirata. No seré yo quien confunda al militante del PSOE con un académico sueco, pero no conviene olvidar que la democracia no es solo cosa de listos, sino, muy simplemente, la destitución pacífica de quien no lo hace bien, y es evidente que quienes idearon el putsch contra Sánchez no pasaban de chusqueros. No está mal, por tanto, que ciertas reglas elementales se restablezcan, aunque eso confunda a quienes creen que la democracia se puede reducir a lo que ellos hablan con sus amigos.
Es posible que Sánchez sea el inicio de un desastre, ya se verá, pero lo que no puede dudarse es que ha llevado a cabo una proeza moral
Es posible que Sánchez sea el inicio de un desastre, ya se verá, pero lo que no puede dudarse es que ha llevado a cabo una proeza moral, como una especie de Quijote inverso ha demostrado que algunos gigantes apenas son molinos de viento, pese a que se escribieran contra él más editoriales que los nunca escritos contra el mismísimo tifus. Dejar con un palmo de narices desde Maruenda a Cebrián, y a muy buena parte de lo que hay en medio y a ambos costales, ha sido sobremanera notable, y puede que no presagie tanta catástrofe. 

El consejo de no darlos, y es paradoja

Sánchez puede ahora escoger consejos, porque los que le presentaron como una plaga se aprestarán a aliviar sus posibles dudas con toda clase de evidencias incontestables. Si, por el contrario, consigue mantenerse en la línea de coherencia personal y política que ha sabido ofrecer, más allá de las incongruencias circunstanciales y oportunistas que de manera casi inevitable tiene que deponer un político, tendrá un horizonte largo por delante. Si acierta a construir una alternativa y no se reduce a vivir del “No es no”, nos habrá hecho a todos un favor memorable. Es posible que Sánchez haya ganado gracias, al menos en parte, a energías muy primarias que se apoyan en verdades políticas de picapedrero, pero no habría que deducir de ello que quiera refundar una política neolítica. Seguramente sabrá que, aunque las elecciones tanto se pierden como se ganan, para llegar al poder de verdad es muy aconsejable tener algo positivo que decir, y más deseable todavía no tener que desmentirlo al día siguiente de tomar posesión del cargo, tiene donde mirar para darse cuenta de que ese no es negocio de larga singladura.

Rajoy y el circo de los enanos que crecen

Como la capacidad de decir cosas que agraden al que manda es casi inagotable, ha habido quien, especialmente cuando las musas estaban ya casi en el teatro, ha dicho que a Rajoy le convenía mucho el triunfo de Sánchez, hay gente para todo. Lo que es asombroso es que muchos de los auxiliares mediáticos del pontevedrés creyeran echarle una mano cuando pronosticaban una Diaz barredora, y equiparaban la victoria de Sánchez con las plagas de Egipto, especialmente para los socialistas: supongo que la gratitud de Sánchez será memorable con tanto bobo desinteresado.
Si fuese verdad que Rajoy y su PP no tienen demasiados motivos para el regocijo, el presidente tendrá que modificar su habitual paso ligero y prepararse para el salto de obstáculos
Si fuese verdad que Rajoy y su PP no tienen demasiados motivos para el regocijo, el presidente tendrá que modificar su habitual paso ligero, en compañía del marido de la Pastor, y prepararse para el salto de obstáculos, con el riesgo bastante obvio de que en uno de ellos acabe por dar con las napias en el tartán. No le ayudarán en su propósito ninguno de los calendarios en marcha y puede que su única baza se reduzca a una especie de miedo universal, azuzado por los bufones de siempre. Mal remedio para una agonía larga, lenta y exasperante. Es verdad que sus conmilitones del PP no dan muestras de ninguna energía limpiadora y parecen dispuestos a aceptar lo que sea, a reír las gracias de quien pretende evitar la soga con chascarrillos, pero puede que algún día acabe tan inaudita paciencia y por el propio frente interno las cañas se tornen lanzas. Incluso sin esa metamorfosis lo pasará muy mal el presidente, salvo, claro está, que a quienes pueden ponerle las cosas muy difíciles les dé por prolongar el espectáculo por hacer un cálculo equivocado de sus posibilidades. Esa es una de las incógnitas, nada simples, que habrán de despejar tanto Ciudadanos como el renovado Sánchez que un día, no tan lejano como parece, se pusieron codo con codo, pero entonces no se atrevieron a pasar del gesto a la batalla. Puede que en política, como en la novela negra, vuelva a llamar el cartero.

                                                    JOSÉ LUIS GONZÁLEZ QUIRÓS  Vía VOZ PÓPULI

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