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viernes, 26 de mayo de 2017

Ya está tardando Pedro Sánchez en ofrecer su apoyo a Rajoy frente al secesionismo catalán

La coyuntura no admite aplazamientos tácticos ni medias tintas. El repuesto líder del PSOE, en esta grave disyuntiva, debe aparcar sus diferencias sobre Cataluña y alinearse, en la respuesta al independentismo, con el Gobierno de la nación.

Pedro Sánchez. EFE
 
La fecha del referéndum catalán ya ha sido elegida. Se quiere convocar, se celebre o no, para el 1 de octubre, día en el que se festeja a Teresita del Niño Jesús, santa francesa de finales del XIX muy alejada en el tiempo y en méritos de la de Ávila y que, en su autobiografía -algo así como el informe acreditativo de méritos que sirvió para su rápida canonización-, escribió: “Quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo”. Un día muy adecuado el 1 de octubre.
Ahora falta por saber qué hará a este respecto Pedro Sánchez II. No es asunto menor. Buena parte de los acontecimientos que, tras el verano, van a tener lugar en Cataluña, se desarrollarán con o sin legitimidad reforzada en función de las decisiones que sobre el particular tome el secretario general del PSOE. La coyuntura no admite aplazamientos tácticos ni medias tintas, y ya está tardando Sánchez en definir con claridad su posición, que, por otra parte, debiera ser compatible con lo que se espera de alguien que aspira a presidir algún día el Gobierno de su país. 
Cada día que pasa sin que el líder socialista renuncie solemnemente a buscar el apoyo del secesionismo es un día perdido para la tarea de restablecer el crédito del PSOE
¿Y cuál debe ser es esa posición? Simple: ponerse al lado del Gobierno, sin fisuras, decirle solemnemente a la gente, abro comillas virtuales: “No soy sospechoso de compartir las políticas de Rajoy. Tampoco en lo que se refiere a Cataluña. Creo que el quietismo de este Gobierno y la falta de diálogo han sido factores que han favorecido las tesis independentistas. Pero los que defienden la separación de Cataluña de España, distorsionando la realidad y sin contar con apoyo social suficiente, los que pretenden aprobar una ley antidemocrática, sin debate, por la puerta de atrás, tienen que saber que mientras se mantengan en la senda de la ilegalidad y pretendan refrendar ilegítimamente el disparate jurídico que se nos anuncia, mientras no desistan del propósito de celebrar un referéndum unilateral que no comparte la mayoría de la sociedad catalana, me tendrán enfrente, y al lado del Gobierno de España”. Fácil; ¿o no?
Pedro Sánchez no puede seguir coqueteando con la equidistancia en asunto de tanta transcendencia. Y cada día que pasa sin que el líder socialista haya despejado la sospecha de que su equívoco discurso sobre la “nación de naciones” lo que en realidad oculta es frío tacticismo -el de quien no descarta el apoyo secesionista para ver satisfechas sus ambiciones-, cada día que transcurre sin desmentir esa hipótesis, es un día perdido para la tarea de restablecer el crédito del PSOE y, sobre todo, para alcanzar el más importante y urgente objetivo de desenmascarar el antidemocrático, desleal e ilegítimo juego que quieren imponer los inductores del golpe.
La aplicación práctica del borrador de ley de desconexión que hemos conocido convertiría al régimen venezolano en campeón mundial de la separación de poderes
No hay excusas. Menos aún si los amotinados te lo ponen fácil. Porque el borrador de ley de desconexión que esta semana hemos conocido, sea cual sea el maquillaje que a partir de ahora le apliquen, demuestra el escaso aprecio que la intelligentsia independentista tiene por las libertades, por mucho que ahora Oriol Junqueras desautorice la vigencia de lo que mandó filtrar. Un borrador cuya aplicación práctica convertiría al régimen venezolano de Nicolás Maduro en campeón mundial de la separación de poderes y del que debieran abominar todos los demócratas, también los socialistas.
En esta disyuntiva, si Pedro Sánchez se pusiera del lado del Gobierno para frenar la antidemocrática insurrección del independentismo, ninguno de los que le apoyaron en las Primarias podría reprocharle nada. Al contrario, seguramente la mayoría de los 74.805 militantes que le respaldaron con su voto verían, aliviados, confirmada su apuesta. Y no digamos los que no le votaron. Porque el flanco más débil de Sánchez es precisamente ese, las dudas que, incluso entre los que han vuelto a creer en él, despierta su futura conducta ante el secesionismo.
La arbitraria y despótica ley de desconexión de la convivencia en Cataluña, concebida en secreto por quienes parecen añorar tiempos más oscuros, brinda a Pedro Sánchez la oportunidad de despejar todas esas dudas, zafarse de un manotazo de la imagen de oportunista y radical que arrastra y alimentar el perfil de seriedad institucional exigible a todo político que quiera ser algún día presidente del Gobierno. ¿O no?

                                                                 AGUSTÍN VALLADOLID  Vía VOZ PÓPULI
 

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