Uno de los temas más manidos en los medios de
comunicación, especialmente en aquellos controlados por el sistema
financiero -en nuestro país, casi todos-, es el surgimiento de los
populismos. Sin embargo quienes se rasgan las vestiduras, lamentan y
despotrican contra los populistas son los responsables últimos de su
ascenso.
Para entender las causas del auge de los
movimientos populistas es fundamental leer los últimos análisis del
estratega jefe de una de las mejores gestoras de fondos del mundo, GMO,
el extravagante y extraordinario James Montier, en colaboración con
Philip Pilkington, de la Kingston University, ambos postkeynesianos de
pro. Son dos piezas fundamentales, canela fina, llenas de humor
“somarda”, claves para entender lo que está pasando desde una
perspectiva distinta. Por un lado, “Six Impossible Things Before Breakfast”, y, por otro, sobre todo, “The Deep Causes of Secular Stagnation and the Rise of Populism”
Para Montier y Pilkington el surgimiento del populismo tiene sus raíces en las mismas fuentes que han dado lugar al denominado "estancamiento secular"
Para Montier y Pilkington el surgimiento del populismo
tiene sus raíces en las mismas fuentes que han dado lugar al denominado
"estancamiento secular". La evidencia se amontona y cuando hurgamos la
raíz del problema nos encontramos con un sistema roto de gobernanza
económica, denominado "neoliberalismo", surgido a mediados de la década
de 1970 y que se caracterizó por cuatro políticas económicas
significativas. En primer lugar, el abandono del pleno empleo como
objetivo político deseable y su reemplazo por objetivos de inflación. En
segundo lugar, un aumento en la globalización de los flujos de
personas, capital, y comercio. En tercer lugar, sin duda una de las
mayores estupideces humanas, un enfoque a nivel empresarial basado en la
maximización del valor para los accionistas en lugar de la reinversión y
el crecimiento económico. Finalmente, la búsqueda de mercados laborales
flexibles con la disrupción de sindicatos y trabajadores.
Bajo
este marco, la visión ortodoxa sobre el estancamiento secular, tal como
leemos de manera machacona en los mass media, adopta dos perspectivas
distintas. O bien el estancamiento secular es causado por una situación
en la que el tipo de interés real tiene que ser negativo para generar
una vuelta al crecimiento (explicación desde el lado de la demanda); o
bien algo no funciona desde el lado de las fuerzas que determinan la
productividad en la economía (explicación desde el lado de la oferta).
El régimen neoliberal
Montier
y Pilkington, al igual que otros tantos economistas postkeynesianos, y
como modestamente venimos haciendo desde estas líneas, somos
profundamente críticos con este marco de pseudo-pensamiento.
Argumentamos hasta la saciedad que las razones últimas del auge del
populismo se encuentran en las políticas que se han seguido bajo el
paradigma neoliberal, y que han llevado a los "hechos estilizados"
observados del actual estancamiento secular. El régimen neoliberal ha
dado lugar a una inflación más baja, menores tasas de crecimiento
económico, caídas de las tasas de expansión de la inversión, menor
crecimiento de la productividad, aumento de la desigualdad de ingresos y
riqueza, disminución de la seguridad laboral, y una seria deflación.
Además, la economía mundial se ve temporalmente "obstruida" por los
altos niveles de deuda, cuando los precios del colateral que la
alimentan se hunden. Estas son tendencias de largo plazo que han sido
visibles durante décadas, pero que se vieron gravemente exacerbadas por
el colapso de la burbuja de la deuda mundial en 2008-2009.
Si no hay un cambio de rumbo hay muchas posibilidades de que el sistema siga adelante, independientemente de su disfunción, hasta que se descomponga
Pero a medida que los ciudadanos de varios países de todo
el mundo percibieron que las soluciones puestas en marcha después de la
crisis solo beneficiaban a la superclase, y que simplemente eran una
coartada para mantener un sistema desequilibrado y cada vez más
disfuncional, se rebelaron. Fue entonces cuando comenzaron a emitir
votos para varios candidatos políticos populistas en un aparente
esfuerzo por sacudir al sistema.
Si no hay un cambio
de rumbo hay muchas posibilidades de que el sistema siga adelante,
independientemente de su disfunción, hasta que se descomponga. Es lo que
en su momento desde estas líneas denominaos la gran huida hacia
adelante. Por eso es básico entender el marco de trabajo del régimen
neoliberal, con sus cuatro pilares, pura chamanería. Y eso es lo que de
manera prolija analizan Montier y Pilkington.
Por un
lado el abandono como opción de política económica del pleno empleo. Y
saben el porqué. A las élites les aterra el pleno empleo, la gente
pierde el miedo y la disciplina. Prefirieron establecer objetivos de
inflación e inventaron ciertas ficciones como la NAIRU (la tasa
inflación que según la imaginación de ciertos economistas acelera el
desempleo). Por otro, la globalización y el libre movimiento de todo.
Ello ha llevado a un proceso de desindustrialización en los países
desarrollados cuyo resultado más palpable ha sido la destrucción de
empleos manufactureros muy bien pagados, estables, a menudo
sindicalizados; y el crecimiento de puestos de trabajo de servicios poco
remunerados, inestables y no sindicalizados. Es uno de los factores
causales clave en la creciente acumulación de riqueza y desigualdad de
ingresos.
Las empresas están tratando de maximizar los beneficios y aprietan las tuercas a los trabajadores, cuando en realidad están socavando la demanda de sus propios productos
El tercer pilar es el mantra de la maximización del valor
del accionista unido a la flexibilización de los mercados laborales. Ya
saben las consecuencias, que tantas veces hemos detallado: menor
inversión privada, mayor remuneración de los ejecutivos de dichas
empresas, más dividendos, más recompra de acciones, en definitiva, menor
productividad y mayor ineficiencia. Pero además ha contribuido a la
disminución de la participación del factor trabajo en la renta nacional.
Si las empresas están tratando de maximizar los beneficios, aprietan
las tuercas a los trabajadores, cuando en realidad están socavando la
demanda de sus propios productos mediante la destrucción de los ingresos
salariales y el mayor peso del factor capital en la renta nacional.
Neoliberalismo: un proyecto llamado desastre
El
neoliberalismo se basa en falacias económicas. La evidencia se acumula y
pone de manifiesto que la teoría generalmente aceptada y divulgada como
verdades ineludibles simplemente es falsa. Como explicitan Montier y
Pilkington, el neoliberalismo es un proyecto llamado desastre, que no
podría ser peor para la política o la economía. Las políticas que
prescriben son profundamente impopulares y disfuncionales. Los
ciudadanos se tambalean viendo como pierden sus puestos de trabajo, como
desaparece la estabilidad de los mismos -miedo y disciplina- y se
esfuman sus ingresos, mientras que la economía se inclina hacia la
inestabilidad y el estancamiento. Es un proyecto que beneficia a unos
pocos a expensas de la mayoría. Esto se refleja en una clase mimada de
individuos de altos ingresos, con la inestimable ayuda de ciertos
tecnócratas que dan soporte mediante teorías económicas a esas políticas
que llevan a la economía al caos. Pero dichas teorías simplemente no se
ven corroboradas por la realidad.
Han hecho falta 40 años para que los verdaderos efectos del neoliberalismo sean claros
El populismo es una respuesta al neoliberalismo. Han
hecho falta 40 años para que los verdaderos efectos del neoliberalismo
sean claros. Pero ahora que están claros, son dramáticos. La mayoría de las economías desarrolladas se
han vaciado, mantienen enormes déficits comerciales, y todo lo que
producen son trabajadores desempleados y ciudadanos insatisfechos. Pero
el “establishment político” siguió y sigue ofreciendo más de lo mismo,
de ahí la necesidad de un cambio radical que acabe rompiendo con un
sistema que no funciona, es injusto e ineficiente.
JUAN LABORDA Vía EL CONFIDENCIAL
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