Lunes 27 de marzo de 2017. La Hermana Guadalupe, anda de visita por España, tras dejar por unos días su labor de misión, ayuda y evangelización en Alepo, la ciudad siria dónde muerte y destrucción se conjugan a diario desde que los terroristas radicales pusieron su objetivo en ella.
En su periplo, durante su apretada agenda, coincide unos minutos con Juan Carlos, para entablar una interesante conversación:
—Bienvenida Hermana. Es un placer verla a usted y al resto de hermanas de la Congregación del Verbo Encarnado. ¿A qué se debe este inmenso placer de tenerlas por nuestro país?
—Apreciado Juan Carlos. Tanto gusto verlo. Ya sabe usted, seguimos al Espíritu Santo por dónde nos empuja a transmitir lo que se vive en Siria, Palestina, Irak, Egipto y Oriente Medio. La expresión de los cristianos perseguidos. Allá, donde me den voz, estaré para contar la verdad.
—Bueno Hermana. Ya sabe que yo no tengo claro que se haya demostrado la existencia de Dios, si bien sabemos que Jesús de Nazaret existió, pero…
—Mi querido Juan Carlos. Es cuestión de fe. Para creer en Dios es necesario tener fe, y eso, últimamente escasea en Occidente y sobra en Oriente Medio.
—¿Por qué dice eso?
—En Occidente son “medio cristianos”. Por ejemplo, les da vergüenza persignarse, bendecir la mesa en público o rezar, no sea que les vean y les estigmaticen. En Oriente Medio no existen cristianos que disimulan, que no se notan. Son los verdaderos mártires cristianos. El martirio está en el programa de vida del cristiano. Cada día de sus vidas están expuestos al martirio.
—Hermana. Usted suele abanderar un símbolo, en forma de hoz con un rombo. ¿Qué significa?
—Es la letra “nun” del alfabeto árabe. Es la inicial de “Nazareno”. Los terroristas hacen esa marca en las puertas de las casas donde habitan cristianos para matarlos. Es el símbolo de los cristianos perseguidos.
—¿Qué les ocurre a los cristianos en las zonas que invaden los terroristas?
—Ustedes se lamentan en Europa cuando hay un atentado, pero aquí mueren centenares todos los días y la opinión pública no se hace eco. En las zonas ocupadas, a los cristianos los asesinan si no se convierten a la ley islámica. También los decapitan, los crucifican o los entierran vivos, incluso a los niños. A las mujeres cristianas las atan a columnas en la calle, las golpean sin piedad para que pidan la conversión, hasta que les llega la muerte, porque no lo hacen.
—Ha dicho usted… ¿también a los niños?
—Así es. Los niños son las principales víctimas de la barbarie, aunque el mayor índice de mortandad se da por los daños de los combates. Las balas perdidas o la metralla producen muchas muertes en los niños. Yo, tengo uno en mi congregación, de nueve años, que me dice todos los días, cuando va a la escuela, “algo hay que sufrir si te van a matar”. ¡Qué contraste! Ustedes, en Occidente, buscan que el niño no sufra, que no tenga frío, que no le falte de nada. Están ustedes formando seres indefensos. No están acostumbrados a la entrega ni al sacrificio. Les hacen ver que la vida es fácil y los engañan. Por eso sus hijos sufren tanto y fracasan.
—Pero, en Alepo, ¿es posible ir a la escuela?, ¿a la universidad?
—¡Por supuesto! En nuestra congregación tenemos muchas estudiantes, por ejemplo, de medicina, que por la noche estudian con velas. Hace unas semanas recibimos aviso de evacuar la manzana porque había riesgo de invasión terrorista. Cuando nos disponíamos a salir de la residencia, vi a una estudiante que llevaba una carpeta en el brazo y la pregunté qué llevaba ahí. Me dijo: “son los apuntes de anatomía, porque el martes tenemos un examen. Y si regresamos, tengo intención de presentarme y aprobar”. Aquí, mi querido Juan Carlos, la gente vive al límite todos los días, y es la fe la que les da la fuerza para seguir adelante; y entre otras cosas, formar médicos para atender a los enfermos.
—Por favor. Cuénteme qué ha ocurrido en Alepo estos años.
—Siria era un país de corte “occidental”, con gobierno laico, buena relación y convivencia entre musulmanes y cristianos. Un país próspero. Se vivía muy bien. A Alepo se la conocía como la “ciudad europea”, muy reconocida por su comercio y prosperidad.
—¿Qué ocurrió para que todo cambiara?
—Los “socios del interés económico” y del “imperio de la ley” provocaron la “primavera árabe”. Un invento cuyos culpables financiaron y vendieron armas a los grupos fundamentalistas para llevar la guerra a lugares de paz. El apoyo de la “comunidad internacional”, las sanciones, y el poner en boca del pueblo sirio lo que nunca había dicho el pueblo sirio, terminaron por hundir a Siria. Digan lo que digan, la mayoría del pueblo sirio apoya a su gobierno, porque para ellos es el “mal menor”.
—¿Qué impacto tuvo en la población?
—Era lo último que esperaban los habitantes, por ejemplo, de Alepo. La gente no estaba preparada para la guerra, entre otras cosas, por los “vicios” de Occidente y por su fe “superficial”. De repente, se encuentran con la guerra. Los de fe musulmana, con la opresión y la obligación de promulgar la sharia, o ley islámica, y los cristianos, con la persecución al unísono para convertirse o ser asesinados.
—¿Cómo se introducen los terroristas en Alepo?
—Los grupos terroristas son muchos. El más conocido es Daesh, pero hay más. Tomaron la parte oriental, utilizando principalmente la red de túneles subterráneos de la ciudad antigua. Durante un año sitiaron a la ciudad y a sus cinco millones de habitantes. Sin recibir suministros, y ante el silencio de la “comunidad internacional”. Miles de sus ciudadanos murieron de hambre, enfermedades, por actos de guerra o asesinados. Los barrios que tomaban los dinamitaban desde sus cimientos, y por supuesto, los templos e iglesias cristianas.
—¿Cuál es la situación actual?
—El sitio ha sido levantado y la zona oriental reconquistada por el ejército gubernamental, gracias a la ayuda rusa, que ha sido el único país que ha entendido lo que realmente ocurre en Siria. La liberación ha sido tergiversada. Mientras el ejército liberaba los barrios, la “opinión pública internacional” decía que el ejército masacraba a la población, cuándo la realidad era que la gente salía a festejar y a abrazar a los soldados. Esto no se ha difundido en los medios.
—¿Qué hace diferente a estos cristianos de oriente de los de Occidente?
—Los cristianos de oriente no se plantean “pasarse a la sharia”, aunque sea temporalmente, para salvar la vida. ¿Negar a Jesucristo por unos días más en esta vida? ¡De ninguna manera! Jesús nos ama tanto que dio su vida por nosotros, igual que una madre daría su vida por su hijo. Eso es amor verdadero, y no el amor superficial de Occidente, como el que se vivía en Siria antes de la guerra.
—Sin duda, es un verdadero acto de fe.
—Por eso, apreciado Juan Carlos, los verdaderos cristianos no reniegan de su fe cristiana. Mueren rezando, sonriendo y perdonando. Si les llama la muerte, están ahí, porque no mueren. El cielo les está esperando. El ejemplo de los mártires perseguidos nos tiene que ayudar a combatir los ataques que sufre la fe, y que amenazan todos los días nuestra muerte moral, que no natural. Solamente, cuando la fe salga de los poros de los hombres, podremos cambiar el mundo y conseguir una vida feliz y próspera.
PD: En homenaje a los mártires del mundo, cristianos o no, hoy les dedicamos el tema “The Power of Love” de Frankie Goes To Hollywood https://youtu.be/NyoTvgPn0rU
JUAN CARLOS BERMEJO Vía VOZ PÓPULI
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