El 70% de los ciudadanos es afín al catolicismo, pero cae 20 puntos en cuatro años y solamente el 9,8% dicen ir a Misa
Un nazareno del Cristo del Amor en su llegada al templo en la noche del domingo de Ramos en Córdoba
¿España no ha dejado de ser católica? Es una pregunta que ronda a menudo. La
realidad es que el porcentaje de ciudadanos que se declaran creyentes
de esa fe religiosa ha disminuido en más de 20 puntos en las últimas
cuatro décadas, según los sondeos del CIS, cuyas series se remontan a
1978. Aun así, la supuesta fortaleza del catolicismo, casi el
70% de los españoles se declaran católicos, queda en entredicho cuando
solamente el 9,8% de ese porcentaje se declara católico practicante.
Aunque la frase atribuida a Azaña (“España ha dejado de ser católica”)
parece lejos de cumplirse, la práctica religiosa también ha descendido,
hasta el punto de que un 60% de quienes se declaran creyentes (del
catolicismo u otra religión) casi nunca asisten a los oficios
religiosos.
El contraste con los registros de hace 40
años refleja la magnitud del cambio. En 1983, sólo un 22% de los
consultados confesaba que no asistía nunca a ceremonias religiosas. Diez
años después, en 1993, esa cifra había crecido hasta un 34%. Y a partir
de ahí –aunque la pregunta se suavizó y el “nunca” se sustituyó por un
“casi nunca”– el porcentaje de creyentes no practicantes se aceleró y
superó el 45% en 1997 y el 55% hace diez años. En la última década, en
cambio, y aunque la cifra no ha dejado de crecer, ese incremento ha
perdido algo de fuerza (con un aumento medio de cinco puntos). A su vez,
el descenso en el número de católicos se acentuó en la década
de los 90 y, tras un repunte que coincidió con la entrada del nuevo
milenio, se ha acelerado en los últimos diez años.
Concretamente, el porcentaje cayó del 90% –una cifra que se mantuvo
inalterable durante los años ochenta– al 82% en 1995. Y luego, a partir
del 2005, ha pasado del 79% a menos del 70% a principios del 2017.
Esta radiografía evolutiva se completa con una imagen de los cambios que ha sufrido la religiosidad entre los electores de los principales partidos.
Y ahí aparece alguna paradoja. Así,
mientras la cifra de católicos ha descendido sensiblemente entre el
conjunto de la población española, entre los votantes de PP y PSOE
apenas se ha movido en los últimos veinte años. En concreto, la tasa de
católicos entre los electores del PP sigue por encima del 90% desde
1998. Y entre los votantes socialistas la tasa ha caído en torno a cinco
puntos en casi veinte años, tras un descenso algo más acusado (de hasta
diez puntos) durante la etapa de Gobierno de Rodríguez Zapatero.
En cambio, entre los votantes de Izquierda
Unida (y ahora Unidos Podemos), la caída del porcentaje de católicos en
los últimos veinte años ha sido muy visible: más de 23 puntos, desde
cerca de un 60% en 1998 a sólo un tercio en la actualidad. De hecho el
porcentaje de católicos es incluso menor entre los electores de un
partido de centro liberal como Ciudadanos (74%) que entre los de una
fuerza de centroizquierda como el PSOE (81%).
Esta evolución asimétrica se aprecia, aunque con menos nitidez, en lo relativo a la asistencia a los oficios religiosos. Hace más de diez años, un 59% de los votantes del PSOE y un
37% de los del PP admitían que “casi nunca” asistían a ceremonias
religiosas (un porcentaje que se elevaba al 75% entre los seguidores de
IU). En enero pasado, ese absentismo en la práctica religiosa rozaba el
40% entre los votantes del PP (tres puntos más) y el 67% entre los del
PSOE (ocho puntos más). En cambio, el porcentaje apenas había variado
entre los electores de IU-Unidos Podemos (75%) y rozaba el 69% entre los
votantes de Cs (dos puntos más que entre los del Partido Socialista).
Y
tras esas cifras espirituales asoma, sin duda, la fisura generacional
que se registra entre los dos grandes partidos y el resto de
formaciones, especialmente las recién llegadas.
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