Despierta Europa o tu sueño se convertirá en pesadilla. Ha pasado el tiempo en que podías entretenerte debatiendo el tamaño de las jaulas de las gallinas ponedoras, mientras al lado -en África, en Oriente Medio- el mundo ardía.
Vuelve a tus raíces y recupera todo aquello que permitió el milagro de la postguerra, de la reconstrucción.
El Brexit es un golpe demoledor porque abre una Brecha, y lo peor está por llegar. De Gaulle nunca vio clara la incorporación del Reino Unido, para él Europa iba del Atlántico a los Urales, pero claro, nosotros vamos a Londres y no a Moscú.
Ahora, en su carta de
ruptura, el gobierno británico muestra su imagen peor, porque malo es
negociar su salida mediante el chantaje de liquidar la cooperación en
materia de seguridad y antiterrorismo. Solo el hecho de que se les
ocurra ya revela una mentalidad: una parte de los británicos, sobre todo
los ingleses, no se sienten europeos en absoluto; nos ven como tan o
más lejanos que Estados Unidos.
Es necesario asumirlo,
como lo es que casi la mitad sí quieren seguir en Europa, que Úlster y
Escocia votaron contra el Brexit, aunque el entusiasmo de los escoceses
con Bruselas -otra advertencia- es descriptible. Es la causa de que en
el nuevo referéndum que plantean los nacionalistas escoceses no se
ayuden tanto de la permanencia en la UE como la de formar una zona de
libre cambio, como la de algunos países nórdicos. La UE no despierta
ningún entusiasmo, y no solo eso, también pierde adhesiones racionales.
Europa debe abordar la negociación con firmeza, y al mismo tiempo evitando que el “patriotismo” británico acabe prendiendo en la población europeísta. Y para eso se necesita una habilidad que hace años que ha desaparecido de la escena europea.
Europa debe abordar la negociación con firmeza, y al mismo tiempo evitando que el “patriotismo” británico acabe prendiendo en la población europeísta. Y para eso se necesita una habilidad que hace años que ha desaparecido de la escena europea.
Solo hace falta recordar
los grandes y trágicos errores cometidos en política exterior para
darnos cuenta que quienes la gobiernan tienen serias dificultades para
ser competentes. Libia, un estado destruido después de una insólita
intervención europea.
La actitud con Siria, y
la espantada de todo el cuerpo diplomático, servicios consulares y
culturales, al inició de la guerra civil, convencidos de que en unas
semanas caería el régimen y se instauraría una democracia
pro-occidental, en lugar de mantener la presencia, la asistencia y la
mediación.
O el caso de Ucrania,
aceptando el golpe de estado del Maidan patrocinado por la CIA contra un
gobierno democráticamente elegido, porque tenía una orientación
favorable a Rusia.
El balance de todo esto, para la Unión, es muy peligroso. Al Oeste, el frente británico; al este, el conflicto con Rusia por Crimea, que sigue teniendo su fundamento en la actitud europea; un poco más al sur, el contencioso con Turquía, especialmente duro en los casos de Alemania y Holanda.
El balance de todo esto, para la Unión, es muy peligroso. Al Oeste, el frente británico; al este, el conflicto con Rusia por Crimea, que sigue teniendo su fundamento en la actitud europea; un poco más al sur, el contencioso con Turquía, especialmente duro en los casos de Alemania y Holanda.
Unos Estados Unidos que,
en la fase Trump se alegaran de la demolición de la Unión, y en la fase
Obama habían orientado su política mirando al Pacifico e ignorando que
se percibe como de escaso relieve en el futuro del mundo. China, India e
Indonesia, creciendo a marchas forzadas. Unos países musulmanes
vecinos, con una población joven, que les hace estallar sus costuras y
dota de inestabilidad a la zona. Con la Yihad señoreando en el Sahel.
Todo esto rodea a Europa, cada vez más desunida y sin que en el
horizonte aparezcan figuras políticas capaces de cambiar las cosas.
El panorama es muy malo, el peor en 60 años, incluida la Guerra Fría, porque entonces, junto con el riesgo, había un profundo sentido de unidad y de esfuerzo común, que ha desaparecido. Pero no podemos quedarnos con la lamentación. Por eso es necesario gritar ¡Despierta Europa! Despertemos cada uno de nosotros para asumir que el reto también nos concierne.
El panorama es muy malo, el peor en 60 años, incluida la Guerra Fría, porque entonces, junto con el riesgo, había un profundo sentido de unidad y de esfuerzo común, que ha desaparecido. Pero no podemos quedarnos con la lamentación. Por eso es necesario gritar ¡Despierta Europa! Despertemos cada uno de nosotros para asumir que el reto también nos concierne.
EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
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