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sábado, 11 de marzo de 2017

ANTE LA PARTIDOCRACIA, ¿REGENERACIÓN O INSTAURACIÓN DE LA DEMOCRACIA?

En ciertas naciones ya ha comenzado la venganza de la mayoría silenciosa de ciudadanos. Efectivamente, algunas elecciones o referéndums celebrados desde hace un año hasta hoy han dado resultados sorprendentes: recordemos el Brexit, el presidente Trump de Estados Unidos,... Actualmente, otros líderes europeos se preparan para liberar a las mayorías de sus ciudadanos, que todavía los políticos marginan y explotan en beneficio de grupos minoritarios bien organizados. Concretamente, en la campaña electoral de la presidencia de Francia, hundida la izquierda por su orfandad de ideas y proyectos; y aplastada la derecha por una corrupción galopante, emerge una Marine Le Pen prometedora, que es antieuropea, liberal pero autoritaria (sic), y que ofrece más incertidumbres que seguridades. Y en 2017 también habrá elecciones generales en Alemania, Holanda, Italia...Antes o después, la Unión Europea tiene que refundarse.

Los mencionados resultados contra el establishment han tenido lugar a pesar de que los gobiernos, los medios de comunicación y la movilización de los grupos minoritarios a favor de lo políticamente correcto se volcaron para que los resultados favoreciesen a los candidatos y a los designios de los oligarcas del poder mundialista y multicultural.

Y en la partidocrática España ¿qué hace la mayoría silenciosa de ciudadanos?. Pues en España hay calma política, una preocupante calma precursora tal vez de una incontrolable tormenta. Aquí, las minorías sociales campan a sus anchas en la casa común de unos grandes partidos, que están contaminados por un social-demócrata afán despilfarrador de los escasos recursos disponibles; así como por una creciente ideologización de género, que se impone totalitariamente hasta lo absurdo, enfrentado al humanismo cristiano. 

Los políticos, instalados cómodamente en su partidocracia rampante, siguen atrincherados "a verlas venir", manteniendo sus aforamientos y sus privilegios,  su colonización invasora de Justicia, su Ley Electoral proporcional d'Hont sin #DiputadoDeDistrito y con "listas cerradas y bloqueadas", su corrupta impunidad... Como a los políticos les va bien, no tienen intención de modificar sustancialmente nuestra obsoleta y defectuosa Constitución de 1978.




Pero esa modificación es indispensable llevarla a cabo lo antes posible porque, como ha subrayado Lorenzo Abadía[1]:

"De todas las carencias de nuestra Constitución, la más importante sin duda, porque alude a aquello para lo que una constitución es concebida, es la forma en que regula el poder. España es una partidocracia porque así lo consagra la Constitución del 78, guste o no guste oírlo. Y, en una medida importantísima, el blindaje que nuestros mal llamados representantes establecieron desde el origen de este régimen que no es una dictadura pero tampoco una democracia, radica en el sistema electoral proporcional y en la provincia como circunscripción consagrados en los puntos 2 y 3 del artículo 68 de la Constitución.

Para pasar de esta oligarquía de partidos a un sistema democrático, además de separar los tres poderes del Estado, es necesario que aquellos que habiten las Cortes Generales representen a los ciudadanos, única garantía de que se esfuercen por el interés común. Solo hay un sistema electoral que garantiza que el diputado dependerá en todo caso de los electores y no de la cúpula de su partido y que elimina el poder de éstas, suprimiendo las listas de partido. Este es sistema uninominal o también llamado de diputado de distrito, del que disfrutan países como EEUU, Francia o Reino Unido.

Toda reforma autollamada de regeneración que no incluya este principio está abocada al fracaso".



Para conseguir una completa regeneración política que elimine la dictadura de los partidos y el nefasto caudillaje caciquil de sus líderes, es preciso que haya un decisivo rearme de una sociedad civil capaz de obligar a los partidos a un cambio radical que desmonte la partidocracia e instaure en España una verdadera democracia, devolviendo la soberanía popular a sus únicos propietarios: los ciudadanos, la gente.

Desde luego, este cambio ha de comenzar con el logro de un objetivo básico: una modificación sustancial de la legislación electoral que permita a los ciudadanos elegir directamente a sus representantes políticos en distritos unipersonales; es decir, al  #DiputadoDeDistrito

 Este cambio se ha de hacer urgentemente, aunque inicialmente tendrá solo el alcance que le permite la vigente Constitución. Por ello, el cambio deberá continuar avanzando incesantemente hasta que logre su meta final, tras la necesaria modificación sustancial de la Constitución de 1978.

En todo este proceso la sociedad civil  intensificará cada vez más la presión a los partidos políticos y propondrá una eficaz política por objetivos con el fin de profundizar en la regeneración política y en la auténtica democratización, acometiendo para ello las reformas que sean necesarias de nuestra obsoleta Constitución. ¡España tiene que dejar de ser una partidocracia!. A los partidos inmovilistas que se opongan a esos objetivos, los ciudadanos tendremos que boicotearlos dejándoles de votar, porque ya somos mayores de edad políticamente y no necesitamos ni aceptamos la nefasta tutela de los partidos ni sus listas cerradas y bloqueadas de candidatos.

Dado el inmovilismo de los partidos, tanto viejos como "nuevos", se observaLo que si se vislumbra un creciente hartazgo de dos colectivos mayoritarios, los pensionistas y los católicos, que podrían organizarse para reformar el actual sistema político. Los pensionistas ya están en pie de guerra. Y lo están porque han descubierto la trampa que les ha tendido el PP de Rajoy, que en lugar de congelar las pensiones un año, como hizo el PSOE, las congela permanentemente; eso sí, con el cuento de aumentarlas anualmente un 0'25 %, a pesar de que el PIB crezca ahora a una tasa del 3,2 % y de que el coste de la vida aumente un 3 % anual, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo que sufren los pensionistas.





En cuanto a los católicos, hartos del pueril anticlericalismo del PSOE y de la perfidia del PP (que hace exactamente lo contrario de lo que promete en las campaña electorales sobre los temas que afectan a las convicciones morales cristianas), ya han tomado nota de que actualmente en España ningún partido importante con representación parlamentaria va a defender la concepción cristiana de la vida y de la sociedad, más bien todo lo contrario, porque esos partidos están ampliamente inspirados por la ideología de género y porque se han acostumbrado a la corrupción dominante, que es sistémica e institucional, y no solo personal.  Hoy los católicos no pueden votar gustosamente a ningún partido y, además, tienen que ver, indefensos, cómo ciertas minorías atacan o se mofan del humanismo cristiano, así como de sus ideas y de sus imágenes más queridas.

Ante ese panorama,  Benigno Blanco[2] ha concluído lo siguiente:

"No es razonable que una parte de la sociedad española renuncie a que su voz se oiga en la vida política española y por eso creo que hay, desde la sociedad civil, que impulsar plataformas que devuelvan esa voz a las instituciones. En toda Europa y en Estados Unidos se está viviendo este mismo fenómeno: surgen partidos y líderes nuevos para dar voz a aquellos que ya no se sienten representados por unas formaciones políticas que se enquistan en planteamientos viejos, cómodos, autorreferenciales y políticamente correctos, pero ajenos a las nuevas sensibilidades y a la necesidad de no tirar por la borda lo mejor de nuestra tradición cultural y ética".




Ahora, mientras la sociedad civil siga desorganizada y desarmada,  la abstención masiva de los católicos en las elecciones, así como la inhibición de la mayoría de los votantes pensionistas, podrían cambiar la balanza del poder político en nuestro país. Pero también la cambiaría decisivamente la fundación de uno o varios partidos políticos que, de verdad, defendiesen a esos dos sectores mayoritarios de votantes y que, además, se identificaran con las aspiraciones y demandas de la mayoría de los ciudadanos.

Entretanto, para que nuestra partidocracia se convierta en una verdadera y satisfactoria democracia, desde el movimiento Diputado de Distrito seguiremos exigiendo que se instaure el mandato personal, expreso y concreto, de los votantes sobre sus representantes mediante una reforma de la Ley Electoral que habilite la elección en circunscripciones uninominales del #DiputadoDeDistrito

De momento, en el país políticamente subdesarrollado que es España, la venganza de la mayoría silenciosa tendrá que esperar, porque todo sigue atado y bien atado por la clase extractiva que ha configurado la partidocracia avasalladora dominante.


                                                                             JOAQUÍN   JAVALOYS
                         



[1] Artículo titulado Reforma de la Constitución. Lorenzo Abadía. Publicado en la web diputadodedistrito.es Diciembre de 2016.
[2][2] Artículo titulado El hueco que deja el PP. Benigno Blanco. Publicado en ABC el 6 de marzo de 2017.

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