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domingo, 26 de marzo de 2017

LA CRUELDAD DE HERODES EL GRANDE

Joaquín Javaloys

"El sanguinario comportamiento de Herodes se basaba en un contundente principio: la mejor manera de alcanzar el poder y conservarlo era matar a los enemigos. Creó uno de los estados policíacos más eficientes de la historia".



Los macabeos fueron una familia que encabezó la resistencia de los judíos contra la dominación del rey de Siria Antíoco IV Epífanes, de la helénica dinastía seléucida, porque conquistó Jerusalén y obligó a los judíos a helenizarse y a abandonar su religión. Cuando prohibió el culto hebreo y la observancia de la sagrada Ley, el sacerdote Matatías alentó a los judíos a rebelarse contra Antíoco, iniciando un movimiento de liberación dirigido por su hijo Judas Macabeo con sus hermanos, quienes vencieron a las tropas sirias y obtuvieron la libertad de culto el año 162 a.C. Finalmente consiguieron la independencia del Estado judío, que duró desde el 164 a.C. al 63 a.C.; es decir, que durante un siglo estuvo gobernado por la dinastía real macabea-asmonea. Por ello los macabeos son considerados héroes nacionales de su pueblo.

Con los asmoneos, la extensión del reino llegó a tener casi las dimensiones que alcanzó en los remotos tiempos de David  y de su hijo Salomón.  Aunque los asmoneos descendían directamente de los macabeos, sin embargo hubo grandes diferencias tanto en sus acciones como en los ideales que movían sus comportamientos, así como en sus aspiraciones políticas.

Los asmoneos ejercieron su realeza hasta el advenimiento del Imperio romano en Israel el año 63 a.C. cuando Pompeyo conquistó Jerusalén y nombró sumo sacerdote a Hircano II, que lo fue en el periodo 63 a.C. a 40 a.C. El idumeo Antípatro, quien ya se había convertido al judaísmo con su familia, entre ellos su hijo Herodes, fue de hecho el gobernador de Judea. La mayoría de los judíos cuestionaban el comportamiento religioso de esa familia idumea porque su conversión fue forzada. Aunque la propaganda de Herodes le describía como judío y estaba considerado como tal por muchos, su comportamiento religioso no era aceptable por su escandaloso estilo de vida, lo que le acarreó la antipatía de los 
ortodoxos del judaísmo.

En el año 47 a.C. Herodes fue nombrado procurador de Judea por Julio César. Herodes se ganó la confianza de los romanos y obtuvo su apoyo, sobre todo con su decisiva contribución al derrocamiento de la dinastía judía de los asmoneos. Herodes era adversario de la familia asmonea que había reinado hasta ese momento en Judea, pero tampoco era bien visto por los judíos, porque lo consideraban un extranjero. Por ello, el judaizante Herodes intentó introducirse en la aristocracia judía mediante sus dos primeros matrimonios, primero con la davídica Doris de Jerusalén y después con la princesa asmonea Mariamne, nieta de los reyes Aristóbulo II y de Hircano II. Doris pertenecía al linaje davídico principal, el tobaidita, procedente de Zorobabel y de su tercera esposa, la judía Esthra.

En el año 40 a.C. Herodes se fue a Roma y consiguió allí que el Senado romano, de acuerdo con el triunviro Marco Antonio, le nombrase  rey de Judea a finales de ese año.

Como preparación a esa designación, enlazó matrimonialmente con la familia de los asmoneos, pues se casó en el 38 a.C. con la sobrina adolescente de Antígono, Mariamne (que fue la segunda esposa de Herodes) e hija de Alejandro, ambos de la estirpe real de los asmoneos, en un intento de asegurar su derecho al trono y obtener algún favor judío. Y eso a pesar de que Herodes ya tenía una esposa, la davídica Doris de Jerusalén, y un hijo de tres años de edad, Antípatro, a quienes por lo tanto, decidió repudiar y desterrar. Tres años más tarde, Herodes y los romanos se apoderaron de Jerusalén, y tras la ejecución de Antígono, ya pudo Herodes tomar el poder como único gobernante de Judea a título de rey. Entonces se entronizó a la dinastía herodiana y se acabó efectivamente el reinado de la dinastía de los asmoneos.

Su segunda esposa Mariamne, de la estirpe de los asmoneos, fue ejecutada años más tarde por orden de Herodes, quien nunca dudó en derramar sangre de su propia familia si veía en peligro la corona. Tras matar a Mariamne, eliminó también a dos de sus hijos (Aristóbulo y Alejandro), atendiendo a rumores de conspiración contra su persona, levantados por otro hijo mayor, Antípater, a quien igualmente ejecutó tiempo después por haber intentado envenenarlo. En definitiva Herodes, antes o después, mandó ejecutar a todos los asmoneos, pues incluso eliminó a 45 partidarios de la derrotada dinastía, excluyendo de esta forma a todos los posibles aspirantes a arrebatarle la corona. Buena parte de la fama de cruel de este rey está relacionada con los métodos que aplicó para desplazar del poder a los asmoneos.

El sanguinario comportamiento de Herodes se basaba en un contundente principio: la mejor manera de alcanzar el poder y conservarlo era matar a los enemigos. Acosó a sus rivales y aniquiló a todos los que pudo; confiscó sus bienes, nombró los sumos sacerdotes que se le antojó, formó un ejército de mercenarios, creó uno de los estados policíacos más eficientes de la historia y torturó horriblemente a sus opositores.

Cuando nació Jesús de Nazaret, en Judea reinaba Herodes el Grande, que gobernó tiránicamente a los judíos desde el año 37 a.C. hasta el 4 a.C. como vasallo de Roma. A Herodes lo cita el Evangelio de Mateo, cuando describe un suceso conocido como la Matanza de los Inocentes.

La creciente paranoia de Herodes, su intromisión en la jerarquía del Templo y su dedicación a la helenización del pueblo judío contribuyeron al creciente descontento de sus súbditos. Cuando murió dejó escrita una relación de trescientos destacados judíos que debían ser asesinados para lograr una aceptable gobernabilidad del reino. Menos mal que su sucesor no se atrevió a ejecutar a esos trescientos sospechosos que Herodes quiso ejecutar.

Como resultado del perverso intervencionismo de Herodes y de las influencias helenistas constantemente en expansión entre los aristócratas judíos, la jerarquía del Templo se volvió muy corrupta. Los saduceos -un grupo religioso de clase alta que colaboró con los romanos para mantener la base de su poder- controlaban el Templo. Los fariseos -la corriente principal de la mayoría judía y de la minoría extrema religiosa, los zelotes- estaban muy descontentos con esta situación. En general, los habitantes de Judea pensaban que Herodes era un tirano intruso y peligroso.

Al final de sus días el emperador Augusto trató al tirano como un apestado y antes de que muriese Herodes el año 4 a.C. repartió el territorio de Palestina en tres partes y nombró en cada uno de ellos a un tetrarca entre los sucesores de Herodes el Grande.

Tras el fallecimiento de Herodes el Grande, Judea pasó a ser una provincia gobernada directamente por Siria. Esta situación desembocó, a su vez, en revueltas generalmente dirigidas por líderes rebeldes que querían restaurar  el reino davídico.



Extraído del amplio trabajo del autor en su blog: "Jesús de Nazaret, de hijo del carpintero a príncipe heredero de David".



                                                                    JOAQUÍN JAVALOYS  Vía RELIGIÓN en LIBERTAD 

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