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martes, 21 de marzo de 2017
NARCÍS SERRA, EL LADO OSCURO DE LA POLÍTICA
Aunque muy pocos en España se acuerden de su nombre, el currículum político de Narcís Serra es muy extenso.
Narcís Serra. EFE
España es uno de esos países en los que alguien puede desvelar que el
vicepresidente del Gobierno intentó asesinar al director general de la Guardia Civil para evitar que largara contra el presidente del Gobierno y que, después de decirlo, no ocurra nada. Eso se ha dicho de Narcís Serra
y parece que la noticia pasa tan desapercibida que ni siquiera parece
merecer la consideración de tal noticia. Es como si el personal lo
recibiera con un ‘bah, tampoco tiene tanta importancia…” O será que
estamos tan acostumbrados al lado oscuro de la política, que ya nada nos
puede sorprender.
Aún así, aunque nos empeñemos en dar normalidad
a tanta suciedad escondida en las alfombras, también en el lado oscuro
existen graduaciones y Narcís Serra, que otra vez ocupa las portadas de
los periódicos, obtiene por su trayectoria la máxima condecoración.
Porque se le ve otra vez, implicado en otro escándalo, después de tantos
años como han pasado, y sólo es posible recibir la noticia con una gran
de incredulidad: “Coño, ¿pero todavía estaba Narcís Serra por ahí?” Pues sí, ahí estaba el tío.
Lo más curioso de todo esto es que, a pesar de que muy pocos en
España sean capaces de reunir un currículum político tan extenso como el
suyo, el nombre de Narcís Serra debe sonarle a chino a la inmensa
mayoría de los españoles. Jamás ha tenido la notoriedad pública de otros
dirigentes del Partido Socialista
pero es, quizá, el más longevo de todos, el mayor superviviente, el que
ha sorteado los mayores escándalos como sortean los héroes de películas
los tiroteos, bajo una lluvia de balas que van silueteando su figura
sin tocarla.
Narcis Serra. (EFE)
Si
la oscuridad exige discreción, Narcís Serra ha cumplido sobradamente
con esa exigencia de grisura desde que en 1979, cuando sólo tenía 36
años, fue elegido alcalde de Barcelona. Tres años después Felipe González
lo reclutó para su primer gobierno y ya no saldría de ahí hasta 1995,
cuando los escándalos habían podrido por completo la potente nave
socialista. Nada más llegar en 1982, tuvo en sus manos el primer gran
escándalo del PSOE, el descarado cambio de opinión sobre el referéndum de la OTAN: de prometer en la campaña electoral la salida de la organización militar a defender en el gobierno todo lo contrario.
Lo
que se supo entonces es que fue un escándalo político; lo que se ha
conocido después es que fue en el referéndum de la OTAN cuando el PSOE
comenzó a aplicar ‘mordidas’ para financiar el enorme coste de aquella
campaña de propagando. Las comisiones ilegales comenzaron ahí y se
prolongaron durante años hasta FILESA, pasando por etapas de corrupción
intermedias como las obras del AVE. Y cito esta última porque el que
fuera administrador de Filesa, Alberto Flores, condenado a diez años por
ese caso, declaró en un sumario sobre las comisiones del AVE que en el
partido todos conocían la financiación irregular: “Eso lo saben. Todas
sus ejecutivas desde 1991, Guillermo Galeote, José María Benegas,
Francisco Fernández Marugán, Narcís Serra, Manuel Chaves, Carlos
Solchaga y, por supuesto, Felipe González".
La misma precocidad
que tuvo el Gobierno socialista de Felipe González para organizar el
cobro de comisiones ilegales, lo tuvo a la hora de ejecutar las más
sórdidas tareas para el control del Estado. El escándalo de las escuchas
del CESID, por ejemplo, que se inició en 1983, pocos
meses después de llegar el PSOE al poder, y se prolongó hasta 1991.
También está ahí Narcís Serra en el centro de la polémica como creador
de un peculiar ‘Gabinete de Escuchas’ que se dedicó a espiar ilegalmente a media España, desde el rey Juan Carlos
hasta el último empresario, periodista o dirigente político.
Cientos de
grabaciones que, como constó luego en una sentencia, se conservaron
durante años, algunas de ellas identificables con etiquetas como “ligue”
o “conversaciones de amor” y al lado el nombre de la víctima. Tan
abundante fue la producción de aquel ‘Gabinete de Escuchas’ que todavía
en nuestros días hay algunos periódicos, -periódicos especializados en
el tratamiento de basura- que siguen sacando como primicias algunas de
aquellas grabaciones ilegales, como las recientes de don Juan Carlos con
alguna relación sentimental.
Si la oscuridad exige discreción, Narcís Serra ha cumplido sobradamente con esa exigencia de grisura
En
fin. Que nada tan crudo como lo del intento de asesinato que se contaba
al principio. Y eso lo sabemos por Pedro J. Ramírez que ya lo contó en
su día y ha vuelto a repetirlo ahora con motivo de la película de
Alberto Rodríguez sobre la fuga de Roldán y el
siniestro personaje de Francisco Paesa.
Cada vez que se relee el párrafo
sobreviene la misma perplejidad. Siendo Pedro J. Director de El Mundo,
le pidió ayuda Juan Alberto Belloch, entonces ministro
de Interior y Justicia, para detener a Luis Roldán, que se había dado a
la fuga al conocerse el desfalco de la Guardia Civil. “Se trata de que
un delincuente (Luis Roldán) sea entregado a la Justicia. Y de impedir
que Narcís Serra se nos adelante y lo mate”. Entonces, Narcís Serra era
vicepresidente del Gobierno de Felipe González.
Aquellos que tienen su encomendada su fe en este mundo a la existencia de una ‘Justicia
poética’, se habrán reconfortado al ver ahora que la Fiscalía
Anticorrupción ha solicitado cuatro años de cárcel para Narcís Serra por
su etapa de presidente de Catalunya Caixa.
Pueden asumirlo como ‘justicia poética’ pero, en realidad, no es más
que la expresión más patente de lo peor que tiene la política. Después
de todo lo anterior, el PSOE pone a dedo a Serra en la presidencia de
Catalunya Caixa y lo que sucede es que se genera el mayor agujero de
todas las entidades bancarias de España: un total de 12.676 millones de
euros que han sido sufragados con el dinero de los impuestos de todos
los españoles.
Y mientras eso sucedía, mientras Catalunya Caixa se
hundía más y más, Narcís Serra se aumentó el sueldo para pasar a cobrar
doscientos o trescientos mil euros anuales, dependiendo de las dietas.
Eso, después de todo lo contado; eso, después de toda una vida en
política. Desde que en mayo de 1979 llegó a la Alcaldía de Barcelona, Narcís Serra no ha dejado de pisar despachos. Llegó a la política el mismo año que Margaret Thatcher ganó sus primeras elecciones. Quizá con eso basta.
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