Todo el mundo medianamente informado sabía
que Geert Wilders no tocaría poder en Holanda y seguiría formando parte
de la oposición. Todo el mundo medianamente informado sabe que es
imposible que Le Pen gane la Presidencia de la República. Todo el mundo
sabe que la extrema derecha en Alemania no va a pintar nada y que, como
mucho, va a poner en dificultades que Merkel repita en el cargo en
benefició de la alternancia socialdemócrata. Todo esto son evidencias.
En realidad, todo este peligro de que “vienen los ultras” es la baza utilizada para evitar que ahondemos sobre las causas de la crisis y de sus responsables: En la “Holanda que ilumina Europa,” como desmesuradamente han titulado algunos medios, lo que sí está claro es la enorme castaña electoral de la socialdemocracia,
que obtuvo un resultado que la sitúa al límite de la extinción,
mientras, su socio principal, los liberales, han experimentado un
considerable retroceso.
Esa es la noticia. Ese fantoche de que “vienen los ultras” sirve para evitar ahondar en las causas que provocan la desigual distribución de las cargas de la crisis y de los beneficios de la recuperación. De la misma manera que la perspectiva de género desvía la desigualdad de sus causas reales, las económicas y sociales, a una cuestión de preferencia sexual o de género, que llenan de gozo al poder establecido.
El frame de
liberales-cosmopolitas- europeístas, como Macron en Francia y Mark Rutte
en Holanda, contra ultraderechistas-xenófobos proteccionistas, se deja a
la mayoría de la población fuera del esquema, porque no queremos, ni
nos sentimos concernidos, ni por unos ni por otros. Ese escenario, que
es monopolizador de los medios de comunicación española, aun nos resulta
más lejano en nuestras circunstancias.
Desviar la atención de las causas reales, exagerar determinados peligros existentes, pero mucho más modestos, de cómo nos son presentados, es alienarnos de
la realidad. Los grandes enemigos de Europa no son los grupos de
extrema derecha, ni tan siquiera el terrorismo de estado islámico. Lo
que nos destruye es nuestra desunión porque se han liquidado los
acuerdos fundamentales que configuraron la Europa del Mercado Común y la
Comunidad Europea. El problema, como apuntó Merkel, no está en que haya más Islam, sino menos cristianismo.
La cuestión no está en la amenaza terrorista, sino en que dos tercios
de la población árabe del mundo tengan menos de 30 años, mientras Europa
se convierte en un geriátrico. Una Europa que confunde cada vez más el
bienestar con el materialismo ramplón.
EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario