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viernes, 30 de noviembre de 2018

EL GOBIERNO ENTRA EN CRISIS

Algunos ministros en privado expresan su perplejidad por el vacío de referencias necesarias para desarrollar su gestión


El jefe del Gobierno, Pedro Sánchez (c), en foto de familia con todos sus ministros en la plaza de España de Sevilla. (EFE)


¿Cómo se ha podido pasar del 'Gobierno bonito' del mes de junio a este equipo gubernamental descosido y magullado de noviembre? Quizá la causa haya que localizarla en la improvisación y rapidez con que se formó y los criterios que utilizó Pedro Sánchez para nombrar a sus ministros, que fueron más propios de la mercadotecnia que de los que se derivan de la solvencia, al menos en algunos casos, y en otros, simplemente intuitivos e incluso caprichosos. Pero, sean estas u otras las causas del derrumbe gubernamental, la desprofesionalización política de algunos de los miembros del Ejecutivo es tan manifiesta como los problemas —éticos, fiscales y financieros— que afectan a media docena de ellos.

Sánchez ya tuvo que prescindir precozmente de los titulares de Cultura y de Deportes y de Sanidad —Màxim Huerta y Carmen Montón—. Debió haber cesado a la de Justicia, Dolores Delgado, y terminará por hacerlo según los hermeneutas de las tácticas del entorno de Villarejo, que auguran más desahogos de la ministra. Pedro Duque ha tenido que pagar una liquidación complementaria por la sociedad instrumental tenedora de una de sus viviendas y Nadia Calviño debe todavía algunas explicaciones más sobre cómo adquirió su casa. Josep Borrell —quizás el más competente de los que se sientan en el Consejo de Ministros— debe arrostrar las consecuencias de una multa de la CNMV por utilización de información privilegiada en la venta de unas acciones. Por fin, Isabel Celaá, al parecer, ha hecho una declaración de bienes un tanto selectiva y también tiene pendiente alguna puntualización que los medios y la oposición le reclaman y que ella desoye.


Juanma Romero

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