El whatsapp de Cosidó dinamitó el pasteleo. En una decisión sin
precedentes, Marchena, el candidato acordado por PP y PSOE para presidir
el CGPJ y del Supremo, da un portazo y renuncia al posible cargo
Manuel Marchena saluda a Carlos Lesmes durante su toma de posesión como presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo
CGPJ
Han sido las formas más que el fondo. El reparto de
sillas en la cúpula de la Justicia es una norma en nuestro país desde
hace 35 años. Pero jamás se había incurrido en semejante disparate
durante el proceso de la elección. Todo se ha hecho mal. Por eso, Manuel Marchena renuncia. Da un portazo al pasteleo tramado entre el PP y PSOE.
"Jamás he concebido el ejercicio de la función jurisdiccional como
instrumento al servicio de una u otra opción política para controlar el
desenlace de un proceso penal", dice en su nota. La opción pactada entre
Sánchez y Casado salta por los aires. La difusión de un whatsapp oportunamente enviado por Ignacio Cosidó
a la bancada del PP en el Senado, en el que hablaba de controlar la
Sala Segunda del Supremo 'por la puerta de atrás' ha sido el detonante.
Un estrambote lógico a un proceso delirante.
Lo que mal empieza no puede nunca acabar bien. El primer paso del acuerdo fue un disparate. Moncloa anunció la elección del magistrado Marchena antes de que fueran designados los vocales que lo habían de elegir. Un auténtico contradiós
que dejó seriamente tocado no solo la decisión, que apestaba a
infumable cambalache, sino el propio perfil de Marchena, uno de los
magistrados con mayor prestigio, trayectoria y predicamento de nuestro
mundo judicial.
¿Aire fresco en el edificio de la Justicia? Más bien, una tremenda chapuza de la que tan sólo emerge intacta la dignidad de Marchena y poco más.
La separación de poderes no sólo quedaba mortalmente en
entredicho, sino que se arrasaba cruelmente con ella en la plaza pública
y con redoble de tambor. Casado no pudo explicar este acuerdo. "De eso
no hablamos más", llegó a decir durante la campaña andaluza. Nadie en el
PP entendió este pacto, que daba alas a Ciudadanos, ajeno a cualquier injerencia política en el mundo de la Justicia. Su almuerzo secreto con Mariano Rajoy y el del propio Rajoy con su exminsitro del Interior, Jorge Fernández Díaz, aventaron las sospechas y animaron todo tipo de rumores.
¿Qué
oculta el PP? ¿A qué suscribir este acuerdo que tanto le perjudica?
Sánchez tiene el perfil de amianto pero Casado se ha empeñado en
construir la regeneración de su partido. Se había colgado una rueda de
molino al cuello de la que no podía zafarse. Un despropósito que, en
parte, se alivia con el oportuno whatsapp de Cosidó, curioso
protagonista colateral en los últimos días de la actualidad política.
JOSÉ ALEJANDRO VARA Vía VOZ PÓPULI
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