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lunes, 12 de noviembre de 2018

Experimento Stuka: la misteriosa masacre nazi que sacudió Castellón, al descubierto

En 1938, cuatro pequeños pueblos de Castellón fueron bombardeados sin un motivo aparente, causando destrozos y 40 muertos; han pasado 80 años hasta que han sabido quién estaba detrás


Un piloto nazi posa junto a los destrozos de una de las bombas en un pueblo de Castellón para plasmar el tamaño de su impacto.


Han tardado casi ochenta años en saber que fueron víctimas de un experimento nazi. Entre el 18 y el 30 de mayo de 1938, cuatro pequeños pueblos de Castellón vieron caer sobre sus cabezas una bomba tras otra desde unos extraños aviones que no habían visto nunca. Ninguno de sus habitantes conocía la guerra. Desde el principio del conflicto, los pueblos estaban en zona republicana y el frente todavía estaba muy lejos. Tras la batalla en Teruel, las tropas franquistas avanzaron por el norte de la provincia de Castellón, en abril del 38, pero aún así, allí había tranquilidad absoluta. Al oír el rugir de los aviones, algunos vecinos se asomaron a las ventanas y los niños salieron corriendo a saludar.

“Creía que eran hombres cayendo”, cuenta el ya anciano Ángel Beltrán. Las bombas impactaron en el centro de los pueblos, dejando cuarenta muertos en Benassal, Albocàsser, Ares y Vilar de Canes. Lugares indefensos con apenas centenares de personas que nunca entendieron esa masacre a sangre fría. “No pensábamos que podrían bombardear Benassal”, lamenta Beltrán. “¿Quién iba a imaginarlo?”

Beltrán vio los aviones cuando un día, a las siete de la mañana, se dirigió al campo a trabajar con sus padres. Como él, la inocencia de sus vecinos se plasma en sus palabras. “Nosotros éramos niños y no teníamos miedo. Cuando mi abuela oyó el ruido se asomó a la ventana y se le rompieron todos los cristales en la cara”, relata José Luis Ferrando. María Pitartch cuenta que allí nadie sabía lo que era una bomba. "Le dije a uno de hacer un refugio por si bombardeaban y él contestó ‘si bombardean me pondré a mi mujer encima y no pasará nada”.

“Mira qué pajarraco”, le dijo Obdulia Mir a su hermana. Esa bomba que a la que señalaba mató a varias personas, incluido un niño con el que Mir solía jugar. Rosa Soligó se salvó “de milagro”: dormía en una habitación de la que solo se cayó medio techo. Tenía diez años. Otras familias perdieron a sus hijos, padres o abuelos. A algunos los llevaban sangrando, con cristales clavados en las piernas. “No entendíamos nada. Después dijeron ‘esto es que ha llegado la guerra’”.

Rosa Soligó sobrevivió porque solo se cayó medio techo de su habitación ('Experimento Stuka')
Rosa Soligó sobrevivió porque solo se cayó medio techo de su habitación ('Experimento Stuka')

"No querían que los franquistas se enteraran"


Ochenta años después, el vecino y profesor Óscar Vives decide rebuscar en la historia para entender qué ocurrió en su pueblo. El documental ‘Experimento Stuka’, de Rafa Molés y Pepe Andreu, revive sus pasos para desentrañar qué ocurrió en Castellón en mayo del 38. “Nunca entendimos por qué nos eligieron a nosotros”. Las casas que se destruyeron fueron las del centro del pueblo, donde vivían los más ricos, que solían ser de derechas. “Es un poco raro que si eran las tropas franquistas bombardearan justo el centro y la iglesia”. Durante muchos años, se culpó a los republicanos y las fotos se usaron como propaganda franquista. “Han tenido que pasar 75 años para encontrar un archivo en Alemania que desvelara las razones”.


Ángel Beltrán, uno de los supervivientes, en el documental 'Experimento Stuka',
Ángel Beltrán, uno de los supervivientes, en el documental 'Experimento Stuka',

Los responsables de los bombardeos fueron la legión Cóndor y su escuadrilla de Junkers 87-A, un grupo de voluntarios alemanes que llegaron para ayudar a Franco, al menos esa era la versión oficial. Los aviones, nuevos, llegaron desmontados y pronto los pilotos comenzaron a entrenar con ellos. Los de los Junkers eran bombardeos precisos, “de operación quirúrjica” y con objetivos marcados: “cruce de carreteras en Villarreal”, “estación de tren en Nules”... Cuando llegaron a España y se establecieron en unos pequeños pueblos cerca de Castellón, “se dieron cuenta de que podían experimentar un poco”, explica la historiadora Stefanie Schüler-Springorum.

“Los alemanes no querían que los franquistas supieran lo que estaban haciendo porque no tenía nada que ver con la guerra civil. Fue uno de los experimentos más sanguinarios de la tecnología militar”, explica el historiador británico Anthony Beevor. Fue el primero en concluir que lo que había pasado en los cuatro pueblos de Castellón había sido un experimento nazi.


Objetivos marcados por los nazis (Archivo de Friburgo)
Objetivos marcados por los nazis (Archivo de Friburgo)

“Imágenes de los efectos de las bombas de 500 kilos en Benassal, Albocàsser, Ares y Vilar de Canes”, reza en alemán un documento al que tiene acceso Vives en el Freiburg Militärarchiv. En la carpeta hay fotos tomadas a cuatro mil metros de altura de antes y después de los bombardeos, con indicaciones detalladas de los efectos del primer y segundo día. “Reconozco mi casa”, susurra Vives. También hay fotos de los impactos de las bombas, donde los pilotos nazis posan orgullosos, dentro de los agujeros para mostrar su tamaño. Querían probar su nuevo armamento y los pueblos fueron dianas con corazón y huesos.

Creo que solo nos eligieron por motivos prácticos. Vas, en 20 minutos estás en el pueblo, tiras la bomba y vuelves

“Este informe se ha hecho explícitamente para probar los efectos de estas bombas”, explica Vives. “Creo que solo nos eligieron por motivos prácticos. Vas, en 20 minutos estás en el pueblo, tiras la bomba y vuelves”. Los nazis bombardeaban por la mañana y pasaban la tarde bebiendo cerveza en la playa. "Al final ni víctimas ni verdugos se veían las caras y la decisión de la masacre la había tomado alguien a miles de kilómetros de allí."

Uno de los tres Junkers 87-A ‘Stuka’ utilizados en el experimento.
Uno de los tres Junkers 87-A ‘Stuka’ utilizados en el experimento.


Estos experimentos aportaron a los nazis datos importantes que utilizaron para atacar Polonia en septiembre de 1939. Los cuatro pueblos de Castellón que no tenían ningún papel en la guerra civil jugaron uno bastante relevante en el desarrollo de la todavía inexistente segunda guerra mundial. Este fin de semana, el documental se estrenará en los cines españoles, pero muchos de sus protagonistas no podrán verlo. “Lo grabamos hace cuatro años y todos eran octogenarios. La mayoría han muerto”.


"Franco es el cadáver que menos importa"



Destrozos en el centro del pueblo.
Destrozos en el centro del pueblo.

Uno de los testimonios que más ha impresionado al director es el de Antoni Girona. “Todos queremos pasar página tras una guerra, pero la vida real no pasa página y menos en este mundo rural más aislado”, comenta Molés a El Confidencial. La historia de Antoni Girona comienza en Barcelona, cuando siendo niño su padre lo trasladó a Benassal para protegerle de la crítica situación de la capital. “Éramos tres hermanos, no sé por qué me envió a mi solo al pueblo. Pensé que no iban a venir a por mí y que no me querían”. Cuando vio los aviones y los bombardeos, Girona solo pudo creer una cosa: que le habían abandonado allí a propósito. Recuerda, entre lágrimas, cuando regresó a Barcelona: “En casa yo era un extraño”. Girona pasó toda su vida pensando que sus padres lo habían dejado en el pueblo para deshacerse de él. “Al ver esto se ha dado cuenta de que su padre lo escogió a él para darle una oportunidad de salvarlo”, cuenta Molés.

“Lo que nos gusta de esta historia es que al final ha venido un ciudadano a hacerse las preguntas que nadie se había hecho”, explica. “Esa acción ciudadana de salir de la pasividad y el silencio de la transición, que es una transición que no se acaba nunca. La transición era para cerrar heridas pero cuando tocas la herida te das cuenta de que no ha cicatrizado. Rebuscar en la historia es lo que las ha cerrado”.

‘Experimento Stuka’ quiere “poner luz sobre los puntos oscuros de nuestra historia”. “La verdad es algo productivo y hay que hablar para que las personas que no han podido hacerlo puedan conectarse con sus raíces”, insiste Molés. “Al final, Franco es el cadáver menos importante de toda esta historia”.


                                                                  PAULA CANTÓ   Vía EL CONFIDENCIAL Cultura

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