La dura realidad social les ha estallado en la cara a quienes solo saben
vivir instalados en su mentira irreal. Ante la huelga de médicos, de
estudiantes, de bomberos, el Govern de Quim Torra no dice nada. Ellos,
como Carles Puigdemont en Waterloo, están callados y misteriosos.
El presidente de la Generalitat, Quim Torra.
EFE
Es una ingeniosa y divertida frase que hemos escuchado en labios del gran Mario Vaquerizo, aunque la autora es la no menos grande Bibiana Fernández.
“Yo, callada y misteriosa”, es un recurso que utilizan cuando de lo que
se trata es de pasar desapercibido sin que se note que estás ahí. Por
eso mismo, Torra, Puigdemont y sus gentes están en esa tesitura,
calladísimas como muertas unas y haciéndose las misteriosas el resto.
Verbigracia, la Consellera de Cultura, Laura Borrás,
que ya ha salido explicando que si hay problemas en la Sanidad es por
culpa de que Cataluña está malísimamente financiada y, claro, luego pasa
lo que pasa. Es decir, que ya en el 2010 Artur Mas
le pegara una hostia soberana al presupuesto sanitario, rebajándolo en
más de mil quinientos millones de euros, o que de entonces acá los altos
cargos sanitarios, sí, los nombrados a dedito por los sucesivos
gobiernos convergentes y neoconvergentes se hayan subido los sueldos
llegando muchos a cobrar más que Torra es cosita de esa España malísima,
pérfida, franquista y derechosísima. Vale, Laura, ya lo pilamos. Tú,
casi mejor que en lugar de misteriosa te estés calladita. Mona no te
digo que vayas a estarlo, pero por lo menos nos ahorraremos pasar
vergüenza ajena al escuchar lo que dices.
Y es que vale muchísimo más la pena estar callados y no soltar prenda que ir diciendo, como Eduard Pujol, aka
Patinete-Man, que discutir de sanidad es hacerlo de migajas, porque lo
importante es la República. Tracatrá. A este, no le recomendamos que
esté ni callado ni misterioso. Lo mejor que podría hacer es soplar en
una bolsa de plástico, a ver si así se le pasa el ataque de
hiperventilación. Es decir, que el mundo separatista está en esas
tesituras hamletianas y no sabe si cortase las venas o dejárselas
largas, porque ve como la calle se incendia y ellos no saben ni apagar
un fósforo. Cuidado, entre la gente que está manifestándose hay
muchísimos de los suyos, no nos equivoquemos, que hemos visto más de una
y más de dos esteladas modelo PSAN y hemos escuchado consignas que, si
no son cupaires, se les parecen mucho. Aunque la extrema derecha se
vista de independencia, extrema derecha se queda.
Y
lo son, qué duda cabe, porque su discurso político es supremacista y el
social es ultra liberal rayando en lo extremo. Así pues, con la gente
de a pie indignada, parte de los suyos a los que la lucha de clases les
tira más que el Cant de la Senyera, la medicina de
primera asistencia paralizada, las aulas cerradas, los bomberos, sí,
esos mismos que colgaban banderitas de la estrella en sus cuarteles,
acordándose de sus progenies y enfrentándose a los Mossos, ¿qué puede
hacer Torra? ¿Salir y recordarnos que vaticinaba un otoño caliente para
España? ¿Volver a convocar en su imaginación una marcha colosal en
Cataluña, otra enorme en toda Europa y una movilización constante? Pues
claro que no. Encerradito en Palau con su gente se está mejor, que en la
calle empieza a hacer frío.
Con
Puigdemont pasa otro tanto. Tan dado el caballero a tuitear acerca de
lo que sea, pero, en este asunto, que tiene mucha más importancia que lo
de Valtonyc, por decir algo, el fugado no
emite opinión alguna. Qué cosas. Aquí no habla ninguna de las primeras
figuras del asunto esteladísimo, ni siquiera el lenguaraz Toni Comín,
ex conseller de la materia. Hace bien, porque para decir chorradas
siempre está uno a tempo. Lo que se ve clarísimo es que ni Torra ni la
neoconvergencia tienen el menor interés en gobernar para la calle ni
para sus problemas reales. Yo sostengo que es porque, aunque quisieran
hacerlo, no sabrían por dónde empezar. Están hechos al mitin fácil, la
arenga a sus partidarios, las entrevistas masajeadas con final feliz, a
propaganda pagada con el dinero de todos, pero no les pidamos que actúen
como responsables políticos porque no son eso. Nunca lo han sido, ni
los suyos les votaron para tal cometido. Están sentados en sus
comodísimos sillones para gesticular y punto. Son activistas con sueldos
hiper dimensionados y punto. Los sacas de decir cuatro palabritas en
unos juegos florales cualquiera y se pierden.
Esta
situación tan grave, porque tener a los funcionarios en pie de guerra
no es cosa baladí en ninguna parte del mundo, empieza a preocupar en el
seno del PDECAT. Nos consta que se están produciendo movimientos en ese
sentido. Que la actual Consellera de Salut no haya dicho ni mú – vale
que está de baja por maternidad, pero ya que son tan amantes del Skype
podría haber hecho unas declaraciones para calmar a los médicos en
huelga, ni que fuese – o que lo poco que ha trascendido sean las
barbaridades de Pujol y Borrás tiene de los nervios a dirigentes
veteranos. ¿Qué pensarán, me pregunto, Neus Munté o Xavier Trías,
ex abogada laboralista de UGT la primera y médico y ex conseller de
sanidad el segundo? Por cierto, un muy buen conseller, digámoslo todo.
Estas personas que han demostrado sensibilidad social, talante
dialogante y sentido de la responsabilidad no deberían estar ni calladas
ni misteriosas. Por el bien del país. La enfermedad, que sepamos, no
atiende a si eres independentista o constitucionalista y los médicos
tienen razón. ¿Hay vida inteligente en el Govern o en quienes le dan
apoyo para salir a la palestra y decirlo?
MIQUEL GIMÉNEZ Vía VOZ PÓPULI
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