El que filtró el mensaje de Cosidó no es un extorsionador, como
Villarejo, sino alguien que, fuera la que fuera su intención, expuso
ante todos el ‘nivelazo’ de una clase política en la que no se salva
nadie
Ignacio Cosidó.
EFE
La larguísima campaña electoral a la que nos somete el presidente Sánchez
ha subido de grados. No habrá Andalucía que las frene, todo lo
contrario, se incrementará la agresividad. Es lógico. Usted no puede
tener a la clase política día sí y día también, combate tras combate,
esperando que este imaginativo urdidor de embelecos considere llegado
“su” momento idóneo para llamar a las urnas. De momento se llama a las
palabras, a la manipulación, a las noticias falsas y a las bufonadas que
imprime el BOE y que tienen muy corto recorrido.
Lo que ayer era una propuesta de gobierno se
convierte hoy en todo lo contrario. Incluso filosofan sin darse cuenta.
Así ocurre que las verdades de un líder de la oposición se transforman
en otra cosa cuando pasa a ser presidente. La ministra Carmen Calvo
alcanzó lo excelso en la identificación del “yo” al sublimar lo que
dijo el secretario general Pedro Sánchez hace unos meses diferenciándolo
de lo que pretende el presidente del gobierno Pedro Sánchez; dos
personas distintas y un solo dios verdadero. Ya estamos preparados,
pues, para que sean tres y alcance los vericuetos teológicos de la
Santísima Trinidad, “una y trina”.
Es de chiste, y sugiero que para estos tiempos
sombríos no perdamos el sentido del humor. Todas las ocurrencias del
presidente, tan alabadas por el serrallo de los medios adictos,
consienten titular a toda pastilla las genialidades progresivas del
inefable Sánchez y luego poner en sordina que con probabilidad no se van
a ejecutar. Ni Franco saldrá del Valle de
nuestras vergüenzas, ni los bancos pagarán a la hora de la verdad el
sobrecosto hipotecario, ni subirán las pensiones en el grado que
prometió, ni nada de nada que vaya más allá del castillo de naipes. La
última genialidad del jugador de baloncesto, que eso fue el tal Sánchez,
es el Mundial de Fútbol organizado entre España, Portugal y Marruecos,
sólo que se olvidó hacérselo saber a Portugal, porque él es así cuando
hay que encestar; se lanza la pelota y entra o no por el aro. ¿Hay cosa
más cómica que escuchar al presidente pidiendo “moderación” al PP?
A los diputados y senadores actuales les pierde la boca; por eso algunos hablan, otros insultan e incluso hay quien escupe. Entra dentro de la lógica del discurso
Unos socialistas pidiendo moderación a las bancadas peperas es como un chiste de Gila.
“¿Es la guerra?”, pregunta al enemigo. ¡Qué más quisiera un PP achicado
por el peso de sus corrupciones que tener un líder con un poco más de
envergadura, y no al estilo Sánchez, que ni sabe, ni oye, ni entiende, y
que le basta con su prepotencia de marrullero sin principios! Lo que
tiene hoy el PP es un recluta de culo duro -de hierro, dirían en Italia-
que aspira a llegar a general chusquero, con un estado mayor que parece
sacado de una feria de tratantes de ganado. Baste decir que le quiere
imponer galones a Suárez Illana, el hijo de Adolfo,
el mismo al que tras su derrota en Castilla-La Mancha se quitó de
encima Aznar reenviándole a los latifundios de su suegro. No digamos ya
el rey del lanzamiento de huesos de aceituna, Teodoro García Egea,
su mano derecha. Casado no sale de ganador ni de colocado y no lo tiene
fácil para un electorado harto de las filigranas galaicas de Rajoy. Un partido que en el colmo de la impunidad dedicó fondos del Estado para espiar a los suyos.
Homenaje a Villarejo
Ya
bastaría con lo que supone espiar a un dirigente del propio partido,
pero además hacerlo con el aparato del Estado tiene su aquel, y ayuda a
entender el porqué de las reverencias hacia “el partido” de Cospedal
y de los suyos. Curiosa paradoja la de estos neoliberales de cartón
piedra y procesión con mantilla que evocan la reverencia del gozo
estalinista hacia el Partido, ellos, que se santiguan cada vez que
alguien pronuncia la palabra “comunista”.
¿En qué se diferencia María Dolores de Cospedal de Dolores Delgado,
ministra de Justicia y de chanchullos varios? En las formas y el
atrezo; por lo demás la misma cara de cemento armado. Ya sé que suena
raro, pero habría que hacerle un homenaje al comisario Villarejo,
sin cargo al contribuyente. A él se deben las mejores radiografías del
tumor canceroso en el que estos golfos de estado han convertido una
democracia poco asentada como es la nuestra.
Entre el “colegueo” con Villarejo, digno de
delincuentes, y las trampas para elefantes en la que han metido a los
jueces del Supremo habría la suficiente pólvora para que saltara por los
aires. Pero hay algo en lo que coinciden Rajoy y Sánchez, líderes
frágiles e inseguros en su soberbia: no muevas un peón porque puede
complicarte la partida. El mejor silencio es el de aquel a quien pagas
bien y le tienes colocado. Y sobre todo no dimitas, porque es pecado.
Los jueces han estado históricamente dispuestos a ser debidamente orientados, pero que se descubra que los manejan ‘por detrás’ es demasiado
En un tiempo récord el presidente Sánchez se ha
enajenado la pastueña tranquilidad de los jueces del Supremo. De todos,
piensen lo que piensen, a derecha e izquierda. Por naturaleza es un
cuerpo muy sensible al poder, como ha ocurrido siempre, dispuesto a ser
debidamente orientado. Históricamente han pasado por todo, pero que los
manejen “por detrás”, y además que lo jaleen, es algo que afecta a la
dignidad de la persona, lo que en algunos casos está por encima de la
solemnidad del cargo. “Por detrás” es una expresión castellana polisémica, que va desde lo banal hasta la pornografía dura.
A
los diputados y senadores actuales les pierde la boca; por eso algunos
hablan, otros insultan e incluso hay quien escupe. Entra dentro de la
lógica del discurso: si usted alimenta a la fiera no puede luego
llamarse a andanas. En el fondo seguimos gobernados, es un decir, por el
bipartidismo. Fíjense cómo se entienden en la manipulación del Tribunal Supremo, hasta que un descerebrado de la tribu convirtió un whatsapp
en viral. Cuando los partidos grandes se enquistan aparecen las tribus,
aunque a ellos les gusta más que las llamen “familias”, como en las
mafias. Ocurre con Villarejo, que se convierte en el culpable de todos
los enjuagues de los gobiernos de turno -ya empezó con Zapatero, si no antes- para aliviarles del peso de la culpa y del delito. El que filtró el mensaje de Cosidó
no es un extorsionador, como Villarejo, sino alguien que fuera la que
fuera su intención, expuso ante todos “el nivelazo” de una clase
política en la que no se salva nadie.
Estamos abocados a la abstención, ese monstruo mal parido del que nacen luego los líderes salvadores salidos de las cavernas.
GREGORIO MORÁN Vía VOZ PÓPULI
No hay comentarios:
Publicar un comentario