José Manuel Puerta Sánchez
En la película “Juan Pablo I, la sonrisa
de Dios”, hay una escena que siempre me ha parecido fantástica. Albino
Luciani, siendo niño, comunica a su padre la decisión de ser sacerdote, a
la que éste se opone, intentando convencerle de que se dedique a
cualquier oficio. El padre dice que no está de acuerdo con los curas,
porque ellos siempre hacen lo que dice el Papa. Y él es socialista, y
piensa que cada uno debe ser libre para pensar a su manera. “¿Todos?” Le pregunta Albino. “Todos, sí”, responde su padre. Tras lo que Albino dice… “entonces, ¿por qué yo no?”
Para mí esta conversación es un reflejo
de la relación del PSOE con los católicos. Es un partido abanderado de
los derechos, de las libertades, de la diversidad… mientras tus ideas
coincidan con las suyas. Porque para los católicos, las libertades
siempre son limitadas. Incapaces de llevar el socialismo español al
siglo XXI, a un espacio que no persiga la constante relegación a las
sombras del cristianismo, encontramos una y otra vez las mismas
consignas contra la religión católica. Consignas que si bien pueden
enardecer a unos cuantos tardo-reprimidos de la dictadura, o a los
neocomunistas podemitas, empiezan a resonar como rancias a una
generación como la mía, ya democrática, que no ve el hecho religioso
como un elemento a combatir, sino tristemente, como algo que le es
básicamente indiferente.
Así pues, no se entiende ese empeño en
deleznar la escuela concertada. Más cuando se ha demostrado el ahorro
que supone a las arcas del Estado, y año tras año tiene una notable
demanda social, que pide abrir más líneas educativas en pos de respetar
la libre elección de centros de los padres. Pero no. Aquí el derecho a
decidir vuelve a quedar en manos de papá Estado; tus niños a la pública.
Y otro tanto con la asignatura de
religión. Cada vez menos horas, sin peso en la evaluación… Uno recuerda
la famosa “carta de un padre socialista a su hijo” (podrán encontrarla
fácilmente en cualquier buscador de Internet), del político francés Jean
Jaures. Su hijo le pedía eximirle de estudiar la asignatura de religión
en la escuela, a lo que su padre le responde con una bellísima carta,
diciéndole que jamás le enviará un justificante así, con una lista de
motivos demoledores. Acaba diciéndole: “[...] Además, no es preciso
ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no
ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso
contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy
clara: la libertad exige la facultad de poder obrar en sentido
contrario.”
Y esta es la conclusión a la que
inevitablemente uno acaba llegando. Este PSOE nuestro no quiere escuelas
católicas, ni religión en las aulas, ni símbolos religiosos en espacios
públicos, ni cualquier tipo de manifestación religiosa, porque no
quiere hombres libres, sino adoctrinados. Y es que, aunque su voz pueda
resultar cada vez más indiferente, y parezca tan perdida en la forma de
comunicar su mensaje, la Iglesia sigue siendo un pequeño reducto libre,
proclamando siempre la Verdad, tan incómoda frecuentemente cuando se
tienen oscuras intenciones. Da igual que acabe siendo un pequeño poblado
galo perdido en el imperio romano. Siempre resiste. Y al igual que
Sauron temía aquello en lo que Aragorn podía convertirse (e intentó
destruirlo antes de que fuese rey), un adoctrinador (y la actual
izquierda está demostrando serlo, sin disimulo ni pudor alguno), teme al
cristiano que todo hombre puede llegar a ser. Hombres librepensadores, a
los que no se imponga la cultura de la muerte ni la ideología de
género, que no toleren la corrupción, la falsedad, la hipocresía, la
incoherencia y la desvergüenza que hoy sufrimos a diario. Hombres que de
verdad luchen por todo aquello que el socialismo debería defender, por
los desfavorecidos, por los indefensos, por la vida y por la auténtica
libertad, rescatándonos para siempre de la catastrófica clase política que hoy nos desgobierna.
Ese día, yo podría ser socialista.
JOSÉ MANUEL PUERTA SÁNCHEZ Vía RELIGIÓN en LIBERTAD
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