Rogar, verbo que procede del latín rogare y que, según el diccionario de la RAE, significa pedir algo a alguien como gracia o favor.
Desde hace un tiempo se habla del "voto rogado". Como mínimo, me parece curioso unir este concepto a un derecho fundamental ya que da la sensación de que para todos aquellos que vivimos fuera de nuestro país natal votar es un favor que se nos hace.
Participar en unas elecciones desde el extranjero se ha convertido en una verdadera odisea debido a la multitud de procedimientos que debemos realizar para ejercer nuestro derecho como ciudadanos.
La votación no es algo baladí; es un proceso trascendental a través del cual encomendamos la dirección del país a un conjunto de gobernantes y legisladores para que promuevan el bien común y establezcan un conjunto de condiciones políticas, económicas y sociales que favorezcan el desarrollo. Con nuestra participación en las elecciones, los ciudadanos contribuimos a definir el presente y el futuro de nuestro país y esto es un derecho fundamental que nos reconoce la Constitución.
Origen del voto rogado
Tradicionalmente, todos los que estamos incluidos en el Censo de Españoles Residentes Ausentes (CERA) recibíamos por correo las papeletas para poder ejercer nuestro derecho a votar. Con el objetivo declarado de acabar con los casos de fraude y corregir posibles errores en el censo, en enero de 2011 se introdujo una reforma para que los ciudadanos españoles residentes en el exterior tuviéramos que "rogar" el voto; es decir, solicitar a la Oficina del Censo Electoral el envío de las papeletas electorales mediante un complejo entramado de procesos administrativos.
Más allá de la paradoja que supone tener que rogar el ejercicio de un derecho fundamental, los problemas principales que plantea esta práctica son la multiplicación de los trámites para ejercer el voto, la existencia de plazos muy ajustados que afectan especialmente a los residentes fuera de la Unión Europea -en mi caso estos plazos han imposibilitado que votara- y la escasa información que ayude y acompañe a los solicitantes durante el proceso.
Además, a todo esto se suma un conjunto de factores que limitan en gran medida la capacidad para poder votar: la distancia a la que se encuentra el consulado, el acceso a un certificado digital, la disponibilidad de días libres para realizar las gestiones presenciales, el buen funcionamiento de los servicios de correos tanto en España como en el país de residencia...
Muchos de estos factores escapan del control de los ciudadanos y sitúan en clara posición de desventaja a los que residimos fuera de España.
Menos votos externos
El voto del exterior ha caído en picado debido a las trabas que crea este sistema anticuado e ineficaz. Antes de la reforma de la Ley Electoral, la participación exterior no era masiva, pero rondaba el 30%. Desde la implantación del voto rogado, no supera el 10%. En estos últimos comicios, se han contabilizado más de 176.000 peticiones, una cifra que supera la de 2016, pero que está aún muy alejada de los 2 millones de españoles residentes en el extranjero. De estos, solo 130.000 personas, un 6,16%, han logrado hacer efectivo su voto, siendo esta cifra inferior a la de 2016.
Es decir, se han registrado más solicitudes, pero la complejidad burocrática del proceso ha supuesto una participación menor. Como indican los datos, existen decenas de miles de ejemplos que nos acercan a esta realidad. Sirva como muestra lo ocurrido en el consulado español de Moscú, donde se contabilizaron 1.777 personas inscritas con derecho a voto en las elecciones del 28A. Solo 107 rogaron el voto y, de esas, únicamente UNA PERSONA pudo votar.
En mi caso, soy consciente de la importancia de ejercer mi derecho y cumplir con mi deber como ciudadano y, por eso, inicié los trámites una vez se convocaron las elecciones oficialmente. Debido a mi cambio de residencia como resultado de mi traspaso a los Milwaukee Bucks, gestioné todo el procedimiento a través del consulado español en Houston, en el que estaba inscrito, ya que hacer el traslado al consulado de Chicago hubiera sido imposible dentro de los plazos.
La única vía era que se
enviaran las papeletas a San Antonio para reenviarlas por mensajería
urgente a Milwaukee. Después de días y días intentando todo tipo de
gestiones para poder votar, mi deseo se vio frustrado. Paradójicamente,
las papeletas llegaron a su destino el día posterior a las elecciones.
Soy consciente de que en esta ocasión el cambio de residencia
dificultaba el proceso pero, desde que vivo en EEUU, los problemas para
poder votar se repiten en cada convocatoria.
Votos decisivos
Las quejas han sido recurrentes entre la creciente comunidad española en el extranjero. Muchos han optado por no intentarlo debido a la dificultad de los trámites y la abstención sigue siendo la opción mayoritaria.
Pero, ¿realmente alguien puede creer que el voto exterior no es relevante? Personalmente, creo que cada voto cuenta, y mucho. De hecho, en estas últimas elecciones, los votos rogados emitidos en el exterior han sido decisivos para la asignación definitiva de al menos siete escaños que quedaron en el aire tras el recuento oficial: Zaragoza, Huelva, Álava, Navarra, Palencia, Baleares y Girona.
Sea como sea, tanta complejidad a la hora de ejercer un derecho constitucional no es propio de una democracia avanzada. Sorprende que un procedimiento que se demostró ineficaz desde su nacimiento siga igual de inoperativo ocho años más tarde. Soy consciente de que existen y han existido propuestas para mejorar el sistema y permitir que el voto llegue a todos los españoles que residimos fuera, pero necesitamos una apuesta valiente y decidida por parte de todos nuestros representantes políticos para acabar con esta situación injusta que provoca una tremenda impotencia.
Al igual que muchos españoles que trabajan y viven fuera de nuestro país, yo no he podido ejercer mi derecho al voto en estas elecciones. Espero que, con el compromiso de todos, podamos revertir esta realidad y que el voto sea verdaderamente un derecho universal para todos los españoles.
Votos decisivos
Las quejas han sido recurrentes entre la creciente comunidad española en el extranjero. Muchos han optado por no intentarlo debido a la dificultad de los trámites y la abstención sigue siendo la opción mayoritaria.
Pero, ¿realmente alguien puede creer que el voto exterior no es relevante? Personalmente, creo que cada voto cuenta, y mucho. De hecho, en estas últimas elecciones, los votos rogados emitidos en el exterior han sido decisivos para la asignación definitiva de al menos siete escaños que quedaron en el aire tras el recuento oficial: Zaragoza, Huelva, Álava, Navarra, Palencia, Baleares y Girona.
Sea como sea, tanta complejidad a la hora de ejercer un derecho constitucional no es propio de una democracia avanzada. Sorprende que un procedimiento que se demostró ineficaz desde su nacimiento siga igual de inoperativo ocho años más tarde. Soy consciente de que existen y han existido propuestas para mejorar el sistema y permitir que el voto llegue a todos los españoles que residimos fuera, pero necesitamos una apuesta valiente y decidida por parte de todos nuestros representantes políticos para acabar con esta situación injusta que provoca una tremenda impotencia.
Al igual que muchos españoles que trabajan y viven fuera de nuestro país, yo no he podido ejercer mi derecho al voto en estas elecciones. Espero que, con el compromiso de todos, podamos revertir esta realidad y que el voto sea verdaderamente un derecho universal para todos los españoles.
Pau Gasol
Vía Expansión
No hay comentarios:
Publicar un comentario