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domingo, 5 de mayo de 2019

Surkov, el novelista detrás de la guerra informativa que Putin exporta a Venezuela

Perfil del gran autor de la nueva Rusia (en todos los sentidos)


Foto: Vladislav Surkov y Dmitry Medvedev en 2011. (Efe)

Vladislav Surkov y Dmitry Medvedev en 2011. (Efe)


El gobierno de Trump asegura que Rusia convenció al presidente venezolano Nicolás Maduro de que no se subiera al avión que debía sacarlo del país. El gobierno de Putin niega haber convencido a Maduro de que se quedara en Venezuela. Es imposible que las dos cosas sean ciertas, pero es probable que el hombre que durante dos décadas ha manejado los hilos de la política rusa esté encantado con un nuevo escenario sobre el que proyectar múltiples versiones de la realidad para gestionar una crisis. Después de Ucrania y Siria, Venezuela es el tercer escenario de conflicto donde Rusia puede actuar siguiendo el guión de un enamorado del arte contemporáneo.

Vladislav Súrkov (54 años), la eminencia gris del Kremlin, físicamente podría ser el cruce perfecto entre Mr. Bean, el cómico británico interpretado por Rowan Atkinson, y el jefe de gabinete del presidente Pedro Sánchez, Iván Redondo. Literariamente es el supuesto autor de tres novelas que firma con un seudónimo, Nathan Dubovitsky, inspirado en el nombre de su mujer, Natalya Dubovitskaya. Políticamente, “el autor o uno de los autores de la nueva Rusia”, según él mismo se definió en una conferencia, y a su imaginación estratégica muchos atribuyen la anexión de Crimea y la intervención en Siria, que inclinó decisivamente la balanza del lado de Bashar al Assad.
La BBC está dedicando un podcast ahora mismo a Súrkov: ‘The Puppet Master’.

 Hijo de madre rusa y padre checheno que abandonó el hogar familiar durante su infancia, Súrkov es el más brillante de los expertos en relaciones públicas que tras la desintegración soviética se dieron en llamar “tecnólogos de la política”. Criado en un sistema en el que nadie creía y que tras su colapso pasó en apenas diez años del comunismo de la perestroika al capitalismo de la euforia liberal, la incipiente democracia, la oligarquía y el estado mafia, concibe el mundo como un “espacio en el que proyectar diferentes realidades”, según el retrato de Peter Pomerantsev en 'La nueva Rusia' (RBA). Súrkov ha acuñado conceptos como “democracia dirigida” o “democracia soberana” para describir el nuevo autoritarismo de Rusia.


Súrkov ha acuñado conceptos como “democracia dirigida” o “democracia soberana” para describir el nuevo autoritarismo de Rusia

El documentalista británico Adam Curtis analizó la figura de Surkov en su película 'Hypernormalisation'. Producida por la BBC, se emitió un mes antes de que Trump ganara las elecciones americanas en noviembre de 2016. "Tanto Donald Trump en América como Vladislav Surkov en Rusia se han dado cuenta de lo mismo: que la versión de la realidad que los políticos presentan ya no es creíble, que los relatos que los políticos cuentan a sus pueblos sobre el mundo han dejado de tener sentido. Y que frente a eso, se puede jugar con la realidad, cambiando y corrigiendo constantemente el rumbo y de paso minar y debilitar aún más las antiguas formas del poder”.

Estrategia de la confusión


Surkov estuvo en Ucrania en febrero de 2014 como asesor de Putin. El éxito de su campaña propagandística acompasó la anexión de la península de Crimea, y funcionó a dos niveles, según analiza el historiador estadounidense Timothy Snyder en 'El camino hacia la no libertad' (Galaxia Gutenberg). “Primero, como asalto directo a la factualidad, negando lo obvio, incluso la propia guerra; segundo, como proclamación incondicional de inocencia, negando que Rusia pudiera ser responsable de ningún daño. La guerra no estaba teniendo lugar y estaba completamente justificada”.


Vladislav Surkov en una foto de archivo. (Reuters)

Vladislav Surkov en una foto de archivo. (Reuters)

El 28 de marzo de 2014, cuatro días después de haber enviado las primeras tropas, el propio presidente ruso, Vladimir Putin, negó abiertamente que tuviera intención de intervenir en Ucrania. Cuando las informaciones empezaron a señalar que había soldados uniformados rusos sobre el terreno, Putin caricaturizó la situación diciendo que probablemente los habían comprado en alguna tienda de segunda mano. Por último, advirtió de que se camuflarían entre la población civil y retó a las tropas ucranianas a disparar contra ellos. A los pocos días, Crimea pasó a formar parte de Rusia y la comunidad internacional, Unión Europea incluida, trata todavía de asumirlo.

Ucrania, antes de convertirse en escenario bélico donde Surkov exportó su sistema de propaganda, había sido también campo de operaciones del lobbysta americano Paul Manafort, que dos años más tarde se convertiría en el primer jefe de campaña del candidato Trump. En marzo pasado, Manafort fue condenado a siete años de cárcel por fraude fiscal en dos causas derivadas de la investigación sobre la intromisión rusa en la campaña presidencial americana de 2016. Ahora, ambos universos coinciden en las calles de Caracas, aunque de momento como universos paralelos. Hay al menos un centenar de soldados rusos, pero en tareas “técnicas”, según Moscú. La intervención americana es “una opción”, según Washington.

Tecnología política


La confusión había sido también un modo de organizar la política interna. A la sombra de Putin, Surkov se ha ocupado de ámbitos como “ideología, medios de comunicación, partidos políticos, religión, modernización, innovación y asuntos exteriores”, según su propio recuento. Antes trabajó en el equipo de Boris Yeltsin y había debutado en 1992 como jefe de relaciones públicas del magnate Mikhail Khodorkovsky, cuya imagen personal fue la primera en usarse en una campaña publicitaria de una empresa estatal. Hoy Khodorkovsky reside en Suiza después de pasar diez años en la cárcel y ser indultado por Putin. Desde el Kremlin, Surkov orquestó también la campaña mediática que hizo de la imagen de Khodorkovsky entre rejas su nuevo retrato social.

Surkov se convirtió en asesor en política exterior a partir de 2013. Durante los primeros dos mandatos de Putin, el autor de 'Almost Zero' había brillado también reconduciendo la disidencia interna. Lejos de proponer su eliminación por los viejos métodos, Surkov acertó proponiendo la creación de partidos ad hoc que sirvieran como válvulas de escape para el descontento. Durante las protestas de finales de 2011, quizá el momento de mayor debilidad de Putin, propuso crear un partido que acogiese a las “comunidades urbanas indignadas”.

Surkov acertó proponiendo la creación de partidos ad hoc que sirvieran como válvulas de escape para el descontento

“Parece que no son conscientes de que todo el país está indignado con ellos”, escribió Masha Gessen con indignación en diciembre de 2011, “y por eso probablemente creen que bastará con que participe en las elecciones presidenciales de marzo un candidato opositor de paja elegido a dedo por ellos” ('El hombre sin rostro', Debate). El hecho es que sí bastó y Putin se volvió a imponer en unas elecciones por lo demás sospechosas de amaño. Cuando hizo falta, Surkov también creó Nashi, un movimiento juvenil inspirado en las juventudes hitlerianas, cuyos miembros son entrenados para hostigar en las calles a los manifestantes prodemocracia.

Portada de 'El hombre sin rostro'
Portada de 'El hombre sin rostro'


Como buen mago de la propaganda, Súrkov no concede entrevistas y sus intervenciones apenas revelan el sentido último de lo que piensa, si es que piensa algo más allá de lo que considera “efectivo” en cada momento. De ahí que los documentalistas (Adam Curtis), ensayistas (Peter Pomerantsev) e historiadores occidentales (Timothy Snyder) que se han aventurado en su retrato hayan tenido que acudir a su novela más conocida como fuente documental. Traducida al inglés como 'Almost Zero' (“Casi cero”; no hay edición española) es un bestseller en Rusia.

Una novela a medio camino de la autobiografía y la confesión política, aunque desde su presentación avisa contra cualquier literalidad. Publicada bajo pseudónimo (inspirado en el de su mujer), Súrkov firma el prólogo, donde niega ser el autor de la novela, al que desacredita como un “autor obsesionado con Hamlet y sin originalidad”, al tiempo que dice de la obra: “este es el mejor libro que he leído nunca”. Parece una contradicción. Y lo es. De hecho, la contradicción es una de las claves de su método.

En 2016, Surkov dejó, al menos aparentemente, la primera línea de la política rusa después de que una filtración masiva de emails

El protagonista de la novela es un antiguo editor de poesía vanguardista que ahora se dedica a traficar con manuscritos de autores underground que él maquilla y revende a burócratas y mafiosos con ambiciones artísticas. El retrato que hace del mundo editorial, según Pomerantsev, incluye a periodistas que se venden al mejor postor, mafiosos que controlan editoriales y agentes secretos infiltrados con agenda propia. “El conocimiento solo trae conocimiento, pero la incertidumbre trae esperanza”, es otro de sus principios. Nada es verdad y todo puede comprarse.

En 2016, Surkov dejó, al menos aparentemente, la primera línea de la política rusa después de que una filtración masiva de emails de su oficina revelara parte de la estrategia de Putin en Ucrania contra Occidente. Pero sus ideas siguen engrasando la maquinaria geoestratégica de Moscú. Y tratándose de él, tampoco cabe descartar que no reaparezca en cualquier momento. O que ni siquiera se haya ido. Al fin y al cabo, en octubre de ese mismo año, después de que Bruselas le prohibiera viajar a la Unión Europea por su papel en la crisis de Ucrania acompañó a Putin en una reunión con Ángela Merkel en Berlín.


                                                                      BRAULIO GARCÍA JAÉN Vía EL CONFIDENCIAL

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