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martes, 21 de agosto de 2018

Ana Botín publicó un artículo sobre el feminismo. Y ha escocido

La defensa de la igualdad entre hombres y mujeres realizada por la consejera ejecutiva del Santander generó reacciones encontradas y ha dejado una curiosa lectura política


Ana Botín. (Reuters)


El artículo de Ana Botín acerca del feminismo, publicado en su perfil de Linkedin y reproducido después por diferentes medios, ha generado efectos curiosos. La acogida en las redes ha sido positiva, las alabanzas no han sido pocas, pero también ha provocado animadversión, en general entre personas de izquierda que se habían significado a menudo a favor del feminismo.

En primera instancia, los argumentos profeministas de la directora de un banco globalmente importante, uno de los mayores del mundo, demuestran que el debate ha penetrado en el suelo público de una manera definitiva, y que la aceptación de este 'new normal' va en aumento, también entre las clases con más recursos. No es una señal aislada: el comité de dirección del último Foro de Davos estuvo formado íntegramente por mujeres y es frecuente que las élites globales se signifiquen a favor de la igualdad de oportunidades.

Las élites y el pueblo


Los avances son notables en ese terreno si contemplamos cómo eran las cosas en décadas anteriores y, dado que seguimos pensando de forma optimista que los tiempos que vendrán serán mejores que los actuales, mucha gente cree que la igualdad dejará dentro de un tiempo de ser algo formal para convertirse en real, al menos en Occidente. El hecho de que personas con tanto poder como Ana Patricia Botín se signifiquen públicamente a favor del feminismo es una prueba evidente de su aceptación por el 'establishment', al mismo tiempo que la manifestación del 8-M demuestra que estamos ante un movimiento socialmente poderoso, prácticamente imparable.

La izquierda intenta convertir el feminismo en una baza electoral; implica una apuesta por otro tipo de política y por salirse de los viejos marcos marxistas

Sin embargo, a pesar de coincidir en la necesidad del feminismo, las contestaciones que el artículo ha provocado en buena parte de la izquierda han sido bastante hostiles. Y es natural, porque además de un asunto muy relevante socialmente, es un terreno de combate ideológico y electoral, y el texto de Botín ha atacado la línea de flotación estratégica de algunas fuerzas políticas.

Adiós a lo viejo


La izquierda lleva bastante tiempo intentando convertir el feminismo en una baza electoral. En cierta medida, porque necesitan compensar la pérdida de apoyo en voto en terrenos que les debían ser favorables, pero sobre todo porque implica una apuesta por otro tipo de política, por salirse de los viejos marcos marxistas y entrar de lleno en aspectos de la vida cotidiana. Es un intento tanto de separación de lo viejo como de demostración de que están en sintonía con los tiempos. La manifestación del 8-M habría sido una prueba palpable del gran apoyo social, de la conciencia diferente de las nuevas generaciones españolas y del deseo de cambio de una buena parte de la población, por lo que la defensa del feminismo era un asunto en el que los partidos de izquierda solo podían salir ganando, ya que eran quienes tradicionalmente lo habían apoyado.

Creen que la forma de lograr una mayoría electoral en EEUU pasa por activar el voto femenino, lo que parece sencillo con un presidente como Trump

No era solo una convicción de la izquierda española. El movimiento estadounidense metoo ha sido también un terreno en el que han escarbado los progresistas a lo Hillary Clinton a partir de una convicción firme: la manera de lograr una mayoría electoral en EEUU consistía en activar el voto femenino, lo cual parecía relativamente sencillo con un presidente como Trump, descaradamente machista, acusado de abusos y que se jactaba públicamente de hacer lo que le venía en gana.

Los machistas y la joven sociedad


Un movimiento como metoo era perfecto, ya que les permitía colocar encima del feminismo el marco preferido por los liberales, el del enfrentamiento entre el pasado y el futuro; de una parte están los viejos machistas, de derechas y de izquierdas, que quieren vivir en el pasado y que siguen ignorando los cambios sociales que ya se han producido, y de otra una sociedad pujante, joven, moderna, que quiere conseguir sus derechos y que sabe que el mundo que viene será feminista o no será. Trump, además, era el villano idóneo: el viejo macho abusador contra el nuevo mundo.
El problema para la izquierda es que la apuesta por el feminismo puede ser realizada por ellos y por sus rivales, como demuestra el artículo de Botín

Pero esta apuesta política no es tan ganadora como parece. En primera instancia, porque hay muchas mujeres que se sienten feministas y que votan a la derecha; otras que se alinean con los valores conservadores, y otras que sienten que estamos avanzando pero que se alejan de ciertos excesos verbales de estos discursos. Y además, en el caso americano, porque la pelea política no va solo en una dirección. Sea cual sea la causa de la filtración, es evidente que el escándalo de Asia Argento, una de las iniciadoras del movimiento metoo, será utilizado políticamente para minar esta reacción: según 'The New York Times', Argento abusó sexualmente durante un rodaje de un joven de 17 años y existen documentos que prueban que pagó casi 400.000 dólares para evitar un juicio.

Gana parte del PSOE y de Cs


El problema de fondo para la izquierda es que la apuesta por el feminismo puede ser realizada por los suyos y por los rivales, como demuestra el artículo de Ana Botín. Y quien más está apostando por articular las cuestiones culturales, de las que el feminismo forma parte importante, es el liberalismo de centro izquierda representado por buena parte del PSOE y el de centro derecha vinculado a Ciudadanos. Han sido medios de comunicación progresistas, ligados a esos estratos, quienes más han insistido en estos asuntos como punto central de la política: apoyaron la huelga de manera decidida, una parte no menor de su programación o de su contenido se centra en temáticas culturales y su compromiso con el feminismo es innegable. Hoy por hoy, es ese espacio ideológico el que más réditos políticos va a conseguir con lo cultural.

En este giro cultural late la sospecha de que no es más que una táctica para reducir el asunto de la igualdad al de la igualdad de género

Otra cosa es que esa apuesta electoral sea realmente pragmática, que de verdad esa activación de la conciencia feminista tenga una relación directa con el aumento de votos para el liberalismo de izquierdas o que en un contexto en el que están triunfando líderes fuertes, ese giro sea suficiente. Y en el fondo, late la sospecha de que todo esto no es más que una táctica para reducir la igualdad a la igualdad de género. Del mismo modo que unos acusaban a la vieja izquierda de interesarse mucho por los asuntos de clase mientras perpetuaban el abuso masculino, ahora parece existir una intención explícita por parte del liberalismo de sustituir la pelea contra la desigualdad por una versión limitada de ella. Y más aún cuando, al hablar de feminismo, se centran en las dificultades de las mujeres para ascender en trabajos de prestigio, lo cual es relevante, pero desde luego no constituye la totalidad del problema.

El golpe de Botín a la izquierda


A quienes les viene verdaderamente mal este giro es a esa parte del PSOE menos liberal y más de izquierdas, así como al resto de fuerzas que circulan por ese espectro ideológico, como Podemos, porque les deja con poco margen de maniobra en un espacio que pensaron que les pertenecía.
Por eso el artículo de Botín ha suscitado animadversión. Las críticas, a menudo, se limitan a descalificar a la autora en lugar de combatir las ideas de fondo; en otras ocasiones, se señala que el feminismo de Botín es falso, porque el verdadero es anticapitalista. Y cuando se entra en la crítica ideológica, se hace para regresar a las desigualdades de clase. Y para volver ahí, para acabar descalificando las posturas de Botín desde lo material, tampoco se entiende que se esté priorizando el giro cultural.

No deja de ser curioso el golpe que Ana Botín, con un artículo sobre el feminismo, acaba de dar a la estrategia de la izquierda española.



                                                                       ESTEBAN HERNÁNDEZ   Vía EL CONFIDENCIAL

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