Lograr una economía inclusiva es uno de los objetivos preeminentes de la Estrategia Europa 2020. Estas son algunas de sus razones
Los problemas sociales de la UE son generalmente diferentes de los
problemas sociales de otras partes del mundo. Una economía inclusiva para la
Unión es uno de los principales objetivos de la Estrategia Europa 2020.
Dicha estrategia es la agenda de crecimiento y empleo de la UE en esta
década. Señala el crecimiento inteligente, sostenible e integrador como
manera de superar las deficiencias estructurales de la economía europea,
mejorar su competitividad y productividad y sustentar una economía
social de mercado sostenible.
La pobreza, definida como un absoluto muy bajo ingresos, es extremadamente raro en Europa. La desigualdad de ingresos también tiende a ser baja, en comparación con las economías emergentes de Asia, África y América Latina, y también con Estados Unidos, aun que tiende a crecer.
Pero las economías de la UE son divergentes en términos de territoriales. Los indicadores sociales muestran que la polarización entre el sur y el norte se ha ampliado desde 2008. Varios países de la UE, en particular el sur, han sufrido aumentos en la privación material y el desempleo (incluido el desempleo de los jóvenes y de los niños que viven en hogares desempleados), y una creciente diferencia intergeneracional entre los jóvenes y los viejos.
El desempleo juvenil es especialmente alarmante. Un largo período de desempleo después de la graduación, cuando un trabajador adquiere sus primeras habilidades en el lugar de trabajo, puede crear una generación perdida, con goteo hacia abajo. Por otra parte, cuando los niños crecen en familias en las que los padres no trabajan durante largos períodos de tiempo o trabajan irregularmente, sus oportunidades se reducen en comparación con los niños cuyos padres trabajan.
Estos y otros problemas señalan la necesidad de conseguir un crecimiento inclusivo, que se empresa no solo en relación a la pobreza y la desigualdad, sino y de manera relevante al impacto sobre la desigualdad de oportunidades y las perspectivas de movilidad social, con importantes consecuencias para los individuos y las sociedades.
La investigación muestra que en la mayoría de los países los niños de las familias más pobres y desfavorecidas tienden a rendir menos en la escuela en comparación con sus compañeros de clase de las familias con mayores ingresos y este bajo rendimiento conduce a una baja empleabilidad.
Además, las personas con un bajo nivel de educación tienden a tener peor salud y vivir vidas más cortas. Una economía no puede considerarse inclusiva si las oportunidades de progresar dependen de los antecedentes familiares.
Además, la desigualdad y la pobreza también influyen en las perspectivas de convergencia entre las regiones, las generaciones y las familias.
ForumLibertas.com Vía ForumLibertas
La pobreza, definida como un absoluto muy bajo ingresos, es extremadamente raro en Europa. La desigualdad de ingresos también tiende a ser baja, en comparación con las economías emergentes de Asia, África y América Latina, y también con Estados Unidos, aun que tiende a crecer.
Pero las economías de la UE son divergentes en términos de territoriales. Los indicadores sociales muestran que la polarización entre el sur y el norte se ha ampliado desde 2008. Varios países de la UE, en particular el sur, han sufrido aumentos en la privación material y el desempleo (incluido el desempleo de los jóvenes y de los niños que viven en hogares desempleados), y una creciente diferencia intergeneracional entre los jóvenes y los viejos.
El desempleo juvenil es especialmente alarmante. Un largo período de desempleo después de la graduación, cuando un trabajador adquiere sus primeras habilidades en el lugar de trabajo, puede crear una generación perdida, con goteo hacia abajo. Por otra parte, cuando los niños crecen en familias en las que los padres no trabajan durante largos períodos de tiempo o trabajan irregularmente, sus oportunidades se reducen en comparación con los niños cuyos padres trabajan.
Estos y otros problemas señalan la necesidad de conseguir un crecimiento inclusivo, que se empresa no solo en relación a la pobreza y la desigualdad, sino y de manera relevante al impacto sobre la desigualdad de oportunidades y las perspectivas de movilidad social, con importantes consecuencias para los individuos y las sociedades.
La investigación muestra que en la mayoría de los países los niños de las familias más pobres y desfavorecidas tienden a rendir menos en la escuela en comparación con sus compañeros de clase de las familias con mayores ingresos y este bajo rendimiento conduce a una baja empleabilidad.
Además, las personas con un bajo nivel de educación tienden a tener peor salud y vivir vidas más cortas. Una economía no puede considerarse inclusiva si las oportunidades de progresar dependen de los antecedentes familiares.
Además, la desigualdad y la pobreza también influyen en las perspectivas de convergencia entre las regiones, las generaciones y las familias.
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