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lunes, 13 de agosto de 2018
El costo del 'efecto llamada' y la caótica gestión migratoria
La inmigración es hoy la principal
preocupación en las sociedades europeas y hasta Merkel afirma ahora que
"si el problema no se resuelve, puede suponer la destrucción de la UE"
Rescatados del Mediterráneo a bordo del Aquarius. (EFE)
En la últimas semanas, a raíz del desplazamiento hacia nuestras costas de la rutas migratorias, provocado por el irresponsable efecto llamada de Sánchez —que ofreció primero sanidad y ventajas sociales gratis a sin papeles, aceptando barcos de Soros & Cía
que nadie quería, y ofendiendo gratuitamente al rey de Marruecos—, han
salido en tromba mercenarios del globalismo, del Gobierno y de la
izquierda, tratando de engañar a los españoles con la inaudita patraña
de que los inmigrantes "aportan más que lo que cuestan". El costo neto supera los 10.000 millones al año, y
lo que es infinitamente más grave, oculta la destrucción de nuestra
cultura, de nuestra identidad, de nuestros valores y de la seguridad de
nuestras calles y de nuestros hijos.
La inmigración es hoy la principal preocupación en las sociedades europeas y hasta Merkel afirma ahora que "si el problema de inmigración no se resuelve, puede suponer la destrucción de la UE",
algo que los burócratas de Bruselas son incapaces de frenar con una
política común, obligando a más de la mitad de los países a implantar un
rígido control de fronteras mientras España hace lo contrario. Tan es así que el primer ministro italiano acusa a Sánchez, con toda razón, de “favorecer la inmigración fuera de control”.
Hace unas semanas, apareció en Alemania un vídeo titulado 'La
mentalidad de los inmigrantes', que se ha hecho viral y ha impactado tan
profundamente en el pueblo alemán que puede tener consecuencias graves
en las cruciales elecciones de Baviera de octubre.
Esta es la transcripción del vídeo:
"¿Qué?
¿Qué van a hacer? No pueden hacer nada. No pueden hacer absolutamente
nada. ¿No leyeron lo que salió en la prensa de hoy? Esos cinco tipos que
atacaron y tiraron a una mujer de su bicicleta, jajaja, y la vez pasada
lo mismo. Empujaron a una escaleras abajo en el metro… jajaja. ¿Y qué
van a hacer ustedes al respecto? ¿Llamar a la policía? La policía no
puede hacer una mierda. La policía viene y hace su informe, pero la
policía no puede hacer nada.
¿Deportación?
Eso no va a funcionar tampoco, no nos pueden deportar, jajaja. Y el
dinero que me regalan aquí por mes no lo gano en mi país en un año… Y
además yo no tengo nada que ver con las leyes de ustedes. ¿Por qué?
Porque tengo una mentalidad, una religión y una cultura distintas. Las
leyes de ustedes no me afectan a mí en nada. Esas son para ustedes.
Además, ustedes no tienen pelotas… Los hombres aquí no tienen pelotas,
la policía de aquí no puede hacer una mierda, puedo escupirlos si
quiero, no pueden hacer absolutamente nada. Tenemos abogados que nos
asesoran gratis.
Puedo darle una paliza
a cualquiera y no van a poder hacer nada al respecto. ¿Y qué van a
hacer ustedes si no se dan cuenta de nada? Y ahora tienen ya problemas
para llegar a fin de mes… Yo vine para acá y no me voy a ir. No importa
lo que pase. Aunque vengan y me digan: tienes que irte. Nos cagamos en
sus leyes, nos cagamos en su cultura, nos cagamos en la mentalidad de
ustedes y nos cagamos en su policía. ¿Y los jueces? No tienen pelotas,
cogemos a vuestras mujeres y las hacemos lo que nos da la gana, ¿y qué?
¿Qué nos van a hacer? A mí no me importa nada, vine aquí, estoy aquí y
me quedo aquí".
Lo que describe es lo que viene
sucediendo en España con creciente virulencia, agresiones, robos,
violaciones, sin que la mayoría de medios se hagan eco 'para no alentar
la xenofobia' y sin que la policía haga apenas caso. En Alemania, Merkel, cuya insensatez ha permitido la llegada de 1,5 millones de musulmanes, ha restablecido rígidos controles fronterizos y
además pretende repartir los que ya están dentro, algo a lo que los
países del Este liderados por Polonia, los escandinavos, Italia y
Holanda se han negado rotundamente. Por esta razón, tuvo lugar la visita a Sánchez en Doñana,
donde con lo de "buscar una salida a la inmigración irregular" se
intentan cerrar los detalles del compromiso de Bruselas de hacerse cargo
de los inmigrantes ilegales que han entrado en Alemania a través de
España, que son cientos de miles.
Uno de los engaños más repetidos en la inaudita defensa de la inmigración incontrolada es que aporta más de lo que cuesta.
Una memez que no resiste el menor análisis. Una afirmación que procede
de unos 'estudios con fundamento' según los 'juntaletras' que ni se han
molestado en analizarlos, realizados hace 10 años por algunos servicios
bancarios. Los mismos que afirmaban que en España no existía ninguna
crisis, y que ahora parten de la base de que los inmigrantes se
integran, encuentran un buen trabajo, producen y pagan impuestos. Todo
ello cuando en España existían dos millones de parados, mientras que hoy hay casi el doble.
Los
inmigrantes actuales ni se integran ni pagan impuestos, la inmensa
mayoría no tiene trabajo y vive de las subvenciones o de actividades
ilegales. Todos los países europeos están exigiendo políticas de inmigración más estrictas,
y aquí los 'juntaletras' afirman con total desvergüenza que esta
inmigración "presenta un saldo positivo para la sociedad". O que la
saturación de hospitales y escuelas, las preferencias en viviendas
sociales o subsidios son solo 'monsergas, mitos y leyendas'.
Cuando los terroristas de las Ramblas recibían 625 euros de la renta de garantía y 250 de complemento de vivienda,
mientras un tercio de nuestros niños vive por debajo del umbral de la
pobreza. Afirmaciones así no solo son rotundamente falsas, son una
infamia que no tiene nombre. De la ayuda autonómica al alquiler el 40%
de los beneficiarios son inmigrantes, mientras 40.647 dependientes
murieron en 2017 sin haber recibido un euro de las ayudas que les
correspondían por ley.
Alemania,
donde hay 1,5 millones de musulmanes, ha restablecido rígidos controles
fronterizos y además pretende repartir los que ya están dentro
El prestigioso escritor e historiador César Vidal
denunciaba hace unos meses los beneficios que reciben los inmigrantes,
incluidos los que se hallan en situación ilegal, y que se resumen así:
1) La comunidad islámica procedente de Marruecos y residente en Cataluña vive en un 80% de ayudas sociales de 600 euros por persona.
2) En la Comunidad Valenciana basta con estar empadronado para percibir una paga de 532 euros, o 775 si es un matrimonio con hijos.
3) Por si fuera poco, también pueden acceder a subvenciones al alquiler de 250 euros mensuales.
4) En la Comunidad de Madrid, el 76% de las ayudas para el alquiler en el año 2016 fueron destinadas a inmigrantes.
5) Además, 100.000 inmigrantes cobran una pensión no contributiva sin haber cotizado.
6) Los hijos de inmigrantes, aunque sean irregulares, tienen preferencia sobre los españoles a la hora de percibir becas de comedor,
plazas en escuelas infantiles y, por supuesto, sanidad gratuita. La
diferencia de trato entre los españoles y los inmigrantes en situación
ilegal es sencillamente escandalosa.
Llegada al puerto de Motril de 153 inmigrantes que fueron rescatados por Salvamento Marítimo. (EFE)
El coste medio por alumno en la enseñanza supone una media de 3.200 euros,
un coste de 2.000 millones. Los gastos sanitarios que paga la
Administración autonómica, más el turismo sanitario —familiares que
traen de sus países para operaciones o tratamientos graves—, suponen
unos 5.000 millones. El coste derivado de subvenciones y ayudas públicas
supone otros 3.000 millones. El costo directamente cuantificable
asciende a un mínimo de 10.000 millones, la cuarta parte de nuestro
déficit público. A ello se añaden otros gastos en policía, juzgados, prisiones
(80.000 inmigrantes) y costes sociales, donde compiten con los
españoles más humildes por puestos de trabajo, vivienda, escuelas y
servicios.
Y el problema es que mientras la inmigración crece sin
control, la economía se está desacelerando. Resulta inaudito que ante
las recientes cifras de crecimiento publicadas por el INE, tanto el
guerracivilista Sánchez como lo casi totalidad de medios afirmen que la economía está creciendo al 2,7%, cuando eso es lo que ha crecido en los últimos 12 meses. El crecimiento actual es del 0,6% trimestral o el 2,4% anual,
es decir, lo que estamos creciendo aquí y ahora. Guiarse por lo
sucedido en los últimos 12 meses es, como decía Alan Greenspan,
“conducir el coche mirando por el espejo retrovisor”. Pero lo peor es
que el crecimiento de las exportaciones y del turismo ha caído al
mínimo de 10 años, que el consumo privado y la inversión se están
hundiendo, y que los precios del petróleo —se estima que llegará a 90
dólares a fin de año, frente a los 67 dólares de los PGE— y del dólar
—1,14 el viernes frente a 1,22— suponen un desastre para el crecimiento y
el empleo.
A fin de año estaremos
creciendo por debajo del 2%, la inflación será de más del 2,5% y, lo más
grave: el BCE, comprador actual del grueso de nuestra deuda, dejará de
hacerlo en enero y, entonces, ¿quiénes y a qué precio nos van a prestar
los 92.000 millones para vencimientos más los 40.000 de deuda nueva en
2019? España no puede permitirse la gran invasión de subsaharianos que,
como me decían dos altos responsables de la inteligencia norteamericana
en la base de Rota hace dos semanas, se está preparando. Y mientras
tanto, el Gobierno no hace nada efectivo para frenarlo, sino justo todo
lo contrario, porque a los procedentes de los campos de refugiados en
Marruecos se añadirán los que el irresponsable de Sánchez pacte con
Merkel recibir de Alemania.
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