España está inmersa en un golpe
de Estado. Los golpistas están en el Gobierno, en Podemos, en el
comunismo, en lo que queda de la ETA, en el nacionalismo y en el
separatismo. Pero el golpe de Estado está triunfando gracias a muchos y
muy principales grupos de la comunicación, televisiones, radios,
periódicos y confidenciales. Lo que pretende Sánchez con el
asesoramiento de Echenique de pulverizar mediante un Decreto Ley la
fuerza democrática del PP en el Senado, es el principio del fin. Del fin
de la libertad. Del camino abierto hacia la ruina y la miseria, la
copia de Venezuela. Lo de Franco es el guiñol para entretener a los
tontos. El golpe de Estado se dibuja cada día que pasa con mayor
precisión. Ni Zapatero se atrevió a eliminar la libertad de expresión
en RTVE, ni a ordenar a una comisaria política afín a Podemos la
exterminación de grandes e independientes periodistas. Rosa María Mateo
aplica sin piedad las órdenes que recibe. Jamás creó nada. Fue una
buena y agradable lectora de las noticias que le escribían sus
compañeros. Y lo hacía muy bien. Nadie se atrevió a pensar que bajo esa
máscara de simpática elementalidad se movía tan descarado
resentimiento.
Derrotar la fuerza de los votos en el Senado para impedir el veto del Partido Popular, que obtuvo más de dos millones y medio de votos que los socialistas es un golpe de Estado. Pero no se comenta en los informativos. Impedir que la Guardia Civil y la Policía Nacional cumplan con su deber en las fronteras de Ceuta y Melilla y arriesguen sus vidas y su integridad física por bandas de invasores perfectamente armados y organizados, es un golpe de Estado. Una voluntaria cesión de la Ley y la autoridad en beneficio de quienes buscan que sólo su ley sea la vigente y sólo su autoridad la imperante. El comunismo, que así se llama, hoy representado por una abrumadora minoría de los votos de los españoles. Golpe de Estado.
El envoltorio, el papel de celofán brillante y atractivo para los golpistas y los incautos, es el cadáver de Franco. Pero en el interior del envoltorio está la amenaza. España está a un paso de convertirse en una nación pre-bananera, que dará paso a una República dictatorial de izquierdas. Y Europa en babia. Un Gobierno que no respalda a sus jueces es un Gobierno que desprecia las leyes en vigor. Y resulta curioso que la estrategia para alcanzar la República se desarrolle mediantes Reales Decretos. El Rey, cumpliendo estrictamente con sus atribuciones y obligaciones constitucionales puede ser el protagonista de la más extravagante paradoja. Que su firma en un Real Decreto abra las puertas de la Tercera República, que será mucho peor que las dos anteriores.
Pero lo más sorprendente es la complicidad silenciosa de la mayor parte de los medios de comunicación, públicos y privados. Mucho Franco, que lleva muerto 43 años, mucho envoltorio, mucho debate, y del golpe de Estado, nada de nada. Ola de calor, maltrato de género en Almería, Trump en el abismo, al Real Madrid le falta un delantero y al Barcelona le sobra un centrocampista. Y bla, bla, bla. Pero de los planes golpistas, del amparo a los invasores en perjuicio de los españoles que pagan sus impuestos, de la pertinaz campaña para desprestigiar a la Corona, la Institución que nos devolvió la libertad y nos colocó en pocos años en el mundo libre, la Monarquía que garantiza la unidad de todos los territorios que conforman la nación española, nada de nada. Todo responde a un gélido e inteligente plan de demolición de la Constitución Española para ser sustituida por una cloaca con pretensión legal, redactada en bolivariano, el mal acento del idioma de la quiebra, la cárcel y la tortura.
España está inmersa en un golpe de Estado, pero lo importante es conocer lo que opina Lopetegui. Si alinea de titular a Navas o a Courtois.
O se reacciona a tiempo, o las consecuencias serán dramáticas. Elecciones ya.
ALFONSO USSÍA Vía LA RAZÓN
Derrotar la fuerza de los votos en el Senado para impedir el veto del Partido Popular, que obtuvo más de dos millones y medio de votos que los socialistas es un golpe de Estado. Pero no se comenta en los informativos. Impedir que la Guardia Civil y la Policía Nacional cumplan con su deber en las fronteras de Ceuta y Melilla y arriesguen sus vidas y su integridad física por bandas de invasores perfectamente armados y organizados, es un golpe de Estado. Una voluntaria cesión de la Ley y la autoridad en beneficio de quienes buscan que sólo su ley sea la vigente y sólo su autoridad la imperante. El comunismo, que así se llama, hoy representado por una abrumadora minoría de los votos de los españoles. Golpe de Estado.
El envoltorio, el papel de celofán brillante y atractivo para los golpistas y los incautos, es el cadáver de Franco. Pero en el interior del envoltorio está la amenaza. España está a un paso de convertirse en una nación pre-bananera, que dará paso a una República dictatorial de izquierdas. Y Europa en babia. Un Gobierno que no respalda a sus jueces es un Gobierno que desprecia las leyes en vigor. Y resulta curioso que la estrategia para alcanzar la República se desarrolle mediantes Reales Decretos. El Rey, cumpliendo estrictamente con sus atribuciones y obligaciones constitucionales puede ser el protagonista de la más extravagante paradoja. Que su firma en un Real Decreto abra las puertas de la Tercera República, que será mucho peor que las dos anteriores.
Pero lo más sorprendente es la complicidad silenciosa de la mayor parte de los medios de comunicación, públicos y privados. Mucho Franco, que lleva muerto 43 años, mucho envoltorio, mucho debate, y del golpe de Estado, nada de nada. Ola de calor, maltrato de género en Almería, Trump en el abismo, al Real Madrid le falta un delantero y al Barcelona le sobra un centrocampista. Y bla, bla, bla. Pero de los planes golpistas, del amparo a los invasores en perjuicio de los españoles que pagan sus impuestos, de la pertinaz campaña para desprestigiar a la Corona, la Institución que nos devolvió la libertad y nos colocó en pocos años en el mundo libre, la Monarquía que garantiza la unidad de todos los territorios que conforman la nación española, nada de nada. Todo responde a un gélido e inteligente plan de demolición de la Constitución Española para ser sustituida por una cloaca con pretensión legal, redactada en bolivariano, el mal acento del idioma de la quiebra, la cárcel y la tortura.
España está inmersa en un golpe de Estado, pero lo importante es conocer lo que opina Lopetegui. Si alinea de titular a Navas o a Courtois.
O se reacciona a tiempo, o las consecuencias serán dramáticas. Elecciones ya.
ALFONSO USSÍA Vía LA RAZÓN
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