Florentino se agarra a la tercera Champions consecutiva, la inflación del mercado y una plantilla con futbolistas jóvenes y promesas para derribar cualquier fichaje galáctico
Florentino Pérez sigue presentando a jugadores jóvenes. ¿Fichará a algún 'galáctico'? (EFE)
El mismo argumento que hace un año, pero cada vez más frágil pese a
nadar en la abundancia de unas cuentas sólidas y las vitrinas con más
trofeos. Florentino Pérez se agarra a la tercera Champions consecutiva,
la manida inflación del mercado y una plantilla con futbolistas
internacionales jóvenes (Isco, Asensio, Lucas...) y promesas (Vinicius,
¿Mayoral?, ¿Raúl de Tomás?) para derribar cualquier fichaje más
interesante que mediático que refuerce el morro delantero del equipo.
Estamos en el 'déjà vu' del presidente y nos vuelve a coger a las
puertas de la ola del calor veraniego. Esto ya lo vimos un año
atrás, cuando salieron Mariano y Morata y a Zidane se le negó un
delantero porque Mbappé se iba de precio y exigencias, los 222 millones de euros pagados por Neymar habían disparado los precios de compra y el Madrid era capaz de pasar por encima del Manchester United de Mourinho y darle un repaso al Barcelona de Ernesto Valverde con Marco Asensio en plan estelar. Florentino se cargó de razones para no hacer lo que se califica como una locura en la que cayó y descargó toda su ansiedad Bartomeu con Paulinho, Dembélé y Coutinho como remate de enero.
Volvemos a vivir un escenario con muchas similitudes en la casa blanca y una enorme diferencia.
Hoy no está Cristiano Ronaldo y, descartando los motivos de su salida, el Real Madrid —con su plantillón— es un poco más débil después de una última temporada con Champions y una Liga y una Copa que provocaron tal magnitud de frustración en Zidane para tirar la toalla. El entrenador francés —inflación al margen— vio la crisis venir desde dentro, por todos los ángulos. En parte su talante y carisma hicieron posible que Cristiano Ronaldo no se inmolara antes de tiempo hasta prenderse fuego un minuto después de la final de Kiev.
Este verano, de poco ha servido el Mundial.
El Balón de Oro —Modric— está a buen recaudo, las estrellas las tiene
el Paris Saint-Germain —Mbappé y Neymar— al que conviene tener calmado,
salió un cromo repetido —Hazard es como Isco— y está bloqueado lo de Courtois para dar el relevo a Keylor Navas. Nada ha cambiado en los planes de Florentino de un año a otro. Es el mismo verano que el pasado con un nuevo protagonista: Julen Lopetegui.
Hombre de club. A él le toca apretar, convencer y ablandar a Florentino
Pérez para que le fiche un ‘9’, un goleador que nunca tendrá el brillo
de Cristiano y, aunque el presidente lo considere bisutería y se cargue
de razones, le saque del 'déjà vu'.
Sabe Florentino, agazapado para dar el golpe a un mercado que no está acabado, que le están esperando para que se gaste los 100 millones de la Juventus más todo lo que no ha soltado en los últimos cuatro años sin fichaje galáctico. Aguanta como un titán para demostrar que el Real Madrid es un club modelo en gestión —de sus socios—, ganador y cada vez más lejos del despilfarro. Una buena pretemporada, con partidos ganados, destellos de los jóvenes más la pareja que no jugó el Mundial —Bale y Benzema—, servirá de espejismo al freno de un proyecto con más munición en las finanzas y cada vez menos en el campo para las dos grandes guerras: Liga y Champions. Cargamento de millones de euros que también hay que almacenar y administrar porque en el horizonte está modernizar el patrimonio de un estadio que necesita 400 millones de euros.
Florentino no es un ingenuo para saber qué necesita el equipo en el césped y el club en los despachos para continuar con su progresión de ingresos extraordinarios y más trofeos. También tiene la sensibilidad de la grada, porque esto no deja de ser fútbol y se trata de renovar los sueños. Ahí está la necesidad de ver a los aficionados tranquilos por las tres últimas Champions, pero inquietos por no tener un ídolo de plena referencia con el que ilusionarse. No se trata de buscar un futbolista que le plante cara a Messi, porque el que hay y quiere el presidente (Neymar) sigue sin ponerse a tiro. Se trata de fortalecer lo que se ha debilitado en el último año con las salidas de Mariano, Morata y Cristiano Ronaldo.
ULISES SÁNCHEZ-FLOR Vía EL CONFIDENCIAL
Volvemos a vivir un escenario con muchas similitudes en la casa blanca y una enorme diferencia.
Hoy no está Cristiano Ronaldo y, descartando los motivos de su salida, el Real Madrid —con su plantillón— es un poco más débil después de una última temporada con Champions y una Liga y una Copa que provocaron tal magnitud de frustración en Zidane para tirar la toalla. El entrenador francés —inflación al margen— vio la crisis venir desde dentro, por todos los ángulos. En parte su talante y carisma hicieron posible que Cristiano Ronaldo no se inmolara antes de tiempo hasta prenderse fuego un minuto después de la final de Kiev.
Sabe Florentino, agazapado para dar el golpe a un mercado que no está acabado, que le están esperando para que se gaste los 100 millones de la Juventus más todo lo que no ha soltado en los últimos cuatro años sin fichaje galáctico. Aguanta como un titán para demostrar que el Real Madrid es un club modelo en gestión —de sus socios—, ganador y cada vez más lejos del despilfarro. Una buena pretemporada, con partidos ganados, destellos de los jóvenes más la pareja que no jugó el Mundial —Bale y Benzema—, servirá de espejismo al freno de un proyecto con más munición en las finanzas y cada vez menos en el campo para las dos grandes guerras: Liga y Champions. Cargamento de millones de euros que también hay que almacenar y administrar porque en el horizonte está modernizar el patrimonio de un estadio que necesita 400 millones de euros.
Sabe
Florentino que le están esperando para que se gaste los 100 millones de
la Juve más todo lo que no ha soltado en los cuatro años sin galácticos
Florentino no es un ingenuo para saber qué necesita el equipo en el césped y el club en los despachos para continuar con su progresión de ingresos extraordinarios y más trofeos. También tiene la sensibilidad de la grada, porque esto no deja de ser fútbol y se trata de renovar los sueños. Ahí está la necesidad de ver a los aficionados tranquilos por las tres últimas Champions, pero inquietos por no tener un ídolo de plena referencia con el que ilusionarse. No se trata de buscar un futbolista que le plante cara a Messi, porque el que hay y quiere el presidente (Neymar) sigue sin ponerse a tiro. Se trata de fortalecer lo que se ha debilitado en el último año con las salidas de Mariano, Morata y Cristiano Ronaldo.
ULISES SÁNCHEZ-FLOR Vía EL CONFIDENCIAL
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