Agentes de los Mossos d'Esquadra
EFE
La Policía Nacional ha detenido al
agresor que le partió la nariz a la persona que descolgaba lazos este
fin de semana pasado. Los Mossos, por su parte, se dedican a identificar
a quienes los retiran. ¿Qué está pasando con el orden público en
Cataluña?
Lo básico debe ser competencia estatal
El problema del orden público en Cataluña, cada vez más
degradado, tiene causas diversas, incluso complejas. No es un hecho
aislado de lo que sucede en el resto de España, aunque tenga sus propios
matices. El concepto de la autoridad, unido al del respeto hacia los
demás, ha sido progresivamente degradado por progresismos suicidas.
Desde la pseudo izquierda se ha machacado de manera constante el mantra
de que la autoridad, la policía, vamos, es intrínsicamente malvada. Rara
izquierda es esa, además de mentirosa, porque debemos recordar aquel
principio revolucionario que habla de que la anarquía debe ser la máxima
expresión del orden. En una sociedad utópica, y la anarquía es junto
con el cristianismo la utopía más extrema de todas, las personas son
responsables de sus actos, conscientes de sus responsabilidades y, por
tanto, no precisan de leyes ni de agentes de la autoridad que recuerden
cuáles son sus límites.
Confundir orden y ley con dictadura y fascismo es uno de los eslóganes mas perniciosos de la izquierda
Pero como sea que la condición humana es la que es, a lo
largo de la historia nos hemos ido dotando de instrumentos sociales para
evitar que la ley de la horca sea la que impere. Confundir orden y ley
con dictadura y fascismo es uno de los eslóganes mas perniciosos de la
izquierda caviar y ya no digamos de la comunista, que lo único que
pretende es sustituir la ley democrática por la suya, profundamente
dictatorial. Sabemos cómo acaba esa ley comunista: en el Gulag, igual que la nacionalsocialista finalizaba en Auschwitz.
En
España, en las épocas de la transición, se llegó a la conclusión
errónea de que había que erradicar el principio de autoridad, porque eso
eran cosas del Caudillo, y así hemos llegado al día de hoy. En ese
terrible y funesto proceder se enmarca el hecho de que, en Catalunya, a
día de hoy, existan unos cuerpos de seguridad estatales vilipendiados
por el separatismo, acusados de violentos, de torturadores, de serviles.
Se les acosa, se les niega el alojamiento en hoteles y campings, se
vilipendia a sus hijos en colegios. Son las fuerzas de ocupación, dicen
los de la estelada. Es el mismo argumentario que siempre han utilizado
los etarras, no lo olvidemos. De ahí que los Mossos sean la policía
“buena” y el resto los cipayos o poco menos.
En España, en las épocas de la transición, se llegó a la conclusión errónea de que había que erradicar el principio de autoridad, porque eso eran cosas del Caudillo, y así hemos llegado al día de hoy
Que la policía autonómica, y aquí hablo de mandos y de un
sector de la misma, se ha convertido en un órgano político al servicio
del separatismo es un hecho indiscutible. No hay más que repasar los
titulares de los diarios para comprobar que la perversión de la
legalidad ha llegado hasta este cuerpo uniformado. Quienes cuelgan
propaganda separatista ante la mirada complaciente de agentes de los
Mossos ejercen su libertad de expresión; en cambio, quienes los retiran
pueden acabar siendo multados, identificados, casi detenidos por ser
peligrosos fascistas.
Tarradellas
era mucho más listo que todo esto. El no quiso jamás disponer de una
policía propia. Lo que deseaba aquel viejo zorro era tener mando sobre
la Guardia Civil y la Policía Nacional, porque se consideraba el máximo
representante del Estado en Cataluña. Luego pasó lo que pasó, y Pujol
soñó con un cuerpo uniformado que le saludase y al que poder mangonear a
su gusto. Pero no sería hasta el Tripartito que la cosa se desmadró.
Recordemos que el despliegue de los Mossos, en detrimento de los otros
cuerpos de seguridad, se efectúa bajo la presión de gobiernos catalanes
presuntamente de izquierdas. Ese error lo estamos pagando muy caro los
catalanes. Porque hay competencias que jamás deben delegarse en las
autonomías, léanse las de educación, sanidad o las que afectan al tema
que nos ocupa, el orden público. Es un principio democrático: iguales
derechos para todos los habitantes del mismo país, del mismo territorio.
Lo contrario es lo de siempre, crear privilegios para unos en
detrimento de los otros.
De aquellos polvos vienen los actuales lodos
Fragmentar
el orden público en policías autonómicas solo ha conllevado problemas.
Ya no hablamos de la descoordinación entre diferentes policías en casos
como el atentado yihadista de las Ramblas, sino de la aplicación del
principio de legalidad que debe imperar en todo estado de derecho. La
policía está para hacer que se cumpla le lay, la ley de todos, y no para
satisfacer los deseos del hiperventilado político de turno. Esto, que
se entiende en cualquier país europeo, en Cataluña se ha vuelto como
tantas otras cosas del revés, y ahora resulta que Torra
se indigna cuando fiscalía pretende investigar a los Mossos ante su
pasividad con el separatismo. Torra y los suyos se pasan por el arco del
triunfo la separación de poderes, fíjense, ellos que tanto afirman que
en España no existe. Recuerden algunos que en el proyecto de
constitución catalana a los jueces los nombraba directamente el poder
político.
Al ser de mentalidad totalitaria y contar
con los paniaguados que prefieren invertir en plastilina, taller de
papiroflexia y otras memeces en lugar de dotar a la fuerza pública de
medios y recursos humanos, han tenido hasta ahora la partida ganada. De
ahí que les moleste que policía y guardia civil cumplan con su trabajo,
que no es otro que el de proteger y servir. A ellos les atrae mucho más
ver a Mossos ayudando a cargar cubos de plástico ejerciendo de urnas o
ver como servidores del orden público llevan la estelada en las cachas
de sus armas reglamentarias. Y si, ya sé que en los cuerpos nacionales
existen algunos extremistas, pero eso es muy distinto del tema que nos
ocupa. Una cosa es encontrar elementos que deshonran el uniforme que
llevan y otra crear una policía política que, a despecho de la ley,
ejerza de brazo armado al servicio de una caterva de golpistas.
Que la señora agredida haya presentado denuncia ante la Policía Nacional y no ante los Mossos es el más claro ejemplo de lo que digo. No se fía de los agentes autonómicos
Que la señora agredida haya presentado denuncia ante la
Policía Nacional y no ante los Mossos es el más claro ejemplo de lo que
digo. No se fía de los agentes autonómicos. Claro, ¿cómo se va a fiar,
si son los mismos que permitieron el escrache al Parlament, haciendo ver
que se oponían a la masa de fanáticos? Vean las imágenes en internet si
no les puede el rubor de la vergüenza ajena.
Por todo
lo visto hasta la fecha, lo mejor y más sabio sería poner a todas las
fuerzas de la policía autonómica bajo el control de un cuerpo nacional;
digo más, el remedio más efectivo sería su supresión, porque vamos a
tener más uniformados que civiles. Además, disponiendo de cuerpos
nacionales y locales, que esa es otra, ¿me quieren decir qué falta hace
la Ertzaintza, la Policía Foral, los Mossos o lo que ustedes quieran
decir? De nada, son un elemento más para que los covachuelistas de las
autonomías medren y consigan opíparos cargos. Ah, y además para que
cualquier orate disponga de una fuerza armada a la que emplear cuando y
como le dé la gana.
Sánchez
no hará nada en ese sentido, claro, pero lo triste es que el resto de
partidos tampoco moverá un dedo. Hablar de recentralizar competencias es
tabú. Creen que les haría perder votos cuando yo opino que pasaría
justamente todo lo contrario. Porque la gente está harta de tanta
majadería con las cosas realmente importantes, y el orden público es una
de ellas.
Si uno no confía en su policía, como le pasa a la señora agredida, es el principio del fin.
MIQUEL GIMÉNEZ Vía VOZ PÓPULI
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