En 1978 la tarea formidable fue la transformación de España en una
democracia. En esta hora decisiva, nuestra misión es preservarla de la
aniquilación
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera.
Efe
No hay nada que contribuya más al enquistamiento y al
agravamiento de los problemas que intentar resolverlos aplicando el
pensamiento inercial. Esta forma de analizar los fenómenos, sean éstos
políticos, económicos, sociales, laborales, militares o físicos,
consiste en sentar ciertas hipótesis que supuestamente los explican, y
seguir adheridos a las mismas por mucho que la observación, la
experimentación y la evidencia empírica derivada demuestren
reiteradamente que conducen a resultados falsos o contraproducentes.
La creencia durante la Edad Media, y hasta bien entrada
la Edad Moderna, de que aplicar aceite hirviendo a las heridas
contribuía a su cicatrización, o que muchas enfermedades debían tratarse
mediante sangrías para equilibrar los humores, envió a la tumba a un
número ingente de heridos de guerra por septicemia, y a multitud de
buenas gentes aquejadas de una simple gripe o una indigestión por falta
de defensas. Asimismo, el triunfo del modelo geocéntrico sobre el
heliocéntrico retrasó durante veinte siglos la comprensión de la
Dinámica celeste.
La alternativa a no aplicar sin complejos las leyes vigentes es la desaparición de España como Nación, aunque suene muy dramático
Pues bien, tan absurdo abordaje de la realidad es el que siguen con tozudez digna de encomio tanto el Partido Popular como el Partido Socialista
para apaciguar el conflicto separatista en Cataluña. Impermeables a la
verdad ya incuestionable de que no existe otra solución política que a
través de concesiones y pactos que calmen por fin la exacerbación
obsesiva de la diferencia, la invención de la Historia, la deslealtad
dolosa y el desafío a la legalidad de los partidos secesionistas, el
Gobierno y la principal fuerza de la oposición se mantienen
impertérritos en la ineficaz estrategia que ha desembocado en un golpe
de Estado, a mayor abundamiento preparado ante las cámaras de televisión
y financiado por el Tesoro público de ese mismo Estado objeto de la
agresión.
Una vez salvada in extremis la situación por el Rey y los Tribunales, en el campo de la acción política Rajoy y el tándem Sánchez-Iceta
no salen de su obnubilación e insisten en que hay que "recuperar la
normalidad". Dado que nada de lo que ha sucedido en los últimos tiempos
en Cataluña, y continúa sucediendo hoy, es normal, sino que su
anormalidad ha degenerado ya en esperpento, no se trata de volver a una
normalidad que es totalmente anormal, antes bien hay que neutralizar
definitivamente el origen y la causa del desastre y para ello se debe
recurrir, por incómodo y duro que resulte, a los procedimientos
extraordinarios previstos en la Constitución y demás ordenamiento
vigente, y hacerlo por todo el tiempo necesario y con la contundencia
requerida. La alternativa es la desaparición de España como Nación,
aunque suene muy dramático. Los dramas también aparecen en la vida de
los pueblos y si no se afrontan los liquidan.
Rajoy y el tándem Sánchez-Iceta siguen empeñados en volver a una normalidad que es totalmente anormal"
Yendo a la actualidad reciente, sorprenden los reproches a Ciudadanos
por parte de determinados sectores de opinión a los que su justa
indignación por la inanidad del Ejecutivo nubla algo la claridad de
juicio, en el sentido de que la formación naranja se ha equivocado al
exigir elecciones autonómicas en un plazo breve o de que hace mal al no
ceder un escaño a los populares en el Parlamento de Cataluña debilitando
así, dicen, la capacidad de acción del bloque constitucionalista en la
Cámara. Estas bienintencionadas críticas se centran en lo inmediato y
episódico y pierden de vista el escenario de fondo y el largo plazo.
A
la vista de la trayectoria del PP a lo largo de casi cuatro décadas en
Cataluña, y de que todavía después del espectáculo dantesco al que hemos
asistido desde la aprobación fraudulenta de las leyes del Referéndum y
de Transitoriedad, ha recibido alborozado el discurso hipócrita del
nuevo Presidente de la Mesa, separatista confeso, tan esencial es para
parar la hoz de los segadores de constituciones democráticas el
someterles a la ley utilizando la coacción legítima del Estado de
Derecho como borrar del mapa a cualquier lastre que dificulte la derrota
del totalitarismo supremacista.
Ciudadanos ha lanzado al resto de España la señal de que el PP y el PSOE no sirven para derrotar política, ideológica y jurídicamente a los golpistas"
En otras palabras, Ciudadanos, con recto criterio, ha
propiciado unos comicios que pudieran cortar de raíz la presente
ofensiva golpista intentando una maniobra arriesgada y valiente con dos
propósitos: ser la opción más votada, cosa que ha conseguido, y lanzar
la señal al resto de España de que el PP y el PSOE no sirven para
derrotar política, ideológica y jurídicamente a los golpistas,
propiciando en las próximas generales un Gobierno al que no le tiemblen
las piernas y que lidere la magna operación de rectificación de los
errores del pasado que nos han traído hasta aquí.
Las elecciones catalanas del 21-D
han cumplido una función esencial: poner ante los ojos de los españoles
la necesidad y la urgencia de reemplazar las manos vacilantes del
duopolio corrupto y pastelero que ha conducido durante cuarenta años el
desarrollo y la gestión de la arquitectura institucional levantada en
1978, con tantas expectativas ahora frustradas, por nuevos liderazgos
políticos, intelectuales y sociales, frescos, limpios, innovadores y
dispuestos a luchar con decisión por sus convicciones. Entonces, la
tarea formidable fue la transformación de España en una democracia. En
esta hora decisiva nuestra misión es preservarla de la aniquilación.
ALEJO VIDAL-QUADRAS Vía VOZ PÓPULI
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