Dentro de año y medio, las municipales y europeas marcarán un descenso
abrupto del PP, que se confirmará en las generales unos meses después
Mariano Rajoy, presidente de Gobierno.
El PP está condenado
a morir y su agonía ha comenzado. Lo sabe su tecnocrática e
ideológicamente deshuesada cúpula, lo saben sus diputados nacionales y
autonómicos, lo saben sus senadores, lo saben sus barones territoriales,
lo saben sus miles de concejales y sus decenas de miles de afiliados. Y
lo saben también sus millones de votantes, que se están pasando en
crecientes oleadas a Ciudadanos. No está
siendo un fallecimiento rápido ni brusco, porque su enorme estructura y
la densa y extensa maraña de intereses creados fabricada durante décadas
a lo largo y ancho de la geografía española va amortiguando la caída,
trágica en su inexorable lentitud. Sin embargo, la cita de las
elecciones municipales y europeas dentro de año y medio marcará un
descenso abrupto, que se confirmará en las generales unos meses después.
Los partidos, como los seres humanos, nacen,
crecen, se desarrollan y se extinguen. La historia política de las
democracias europeas está pavimentada de tumbas de siglas, unas de
existencia efímera, otras de larga trayectoria, pero casi todas
desaparecidas al final. Hay excepciones gloriosas, como el partido
conservador británico, fundado en 1834 sobre el precedente de los
tories, que se remontan a finales del siglo XVII. Quizá su longevidad se
deba, aunque en sus filas ha habido personajes de variado pelaje, a la
abundancia de gentlemen entre sus miembros,
característica que les distinguiría del resto de organizaciones
políticas, trufadas de perillanes y arribistas.
Los factores determinantes del irremisible declive del PP han sido la corrupción galopante, el abandono de sus convicciones y una desastrosa estrategia de comunicación"
El PP ha rebasado ya
el cuarto de siglo de vida, y si consideramos a su matriz AP, es casi
tan antiguo como el régimen del 78, del que ha sido, junto con el PSOE,
pilar fundamental. El hundimiento de la entidad creada por Manuel Fraga, revitalizada y renovada por José María Aznar y desnaturalizada y castrada por Mariano Rajoy,
obedece a diversas causas, tanto remotas como más recientes.
Básicamente, los factores determinantes del actual e irremisible declive
del PP han sido la corrupción galopante, el abandono de sus
convicciones, una desastrosa estrategia de comunicación, la
incompetencia de sus dirigentes orgánicos y su asombrosa incapacidad
para entender los mecanismos emocionales que operan sobre el electorado a
la hora de despertar su adhesión a una figura pública o a un proyecto
colectivo.
Chapuza tras chapuza
No cabe duda a estas alturas sobre quién es el
principal responsable de la entrada del PP en el cementerio, aunque los
fracasos también tienen muchos padres, en contra del dicho sobre su
orfandad, si bien son progenitores que, a diferencia de los de los
éxitos, suelen rehuir su paternidad. No tiene poco mérito, hay que
admitirlo, superar el impresionante récord establecido por José Luis Rodríguez Zapatero
en capacidad de hacer daño a su país y a su partido. Y el haberlo hecho
mediante la descansada técnica de la más absoluta pasividad redobla el
asombro que produce la hazaña. Si bien es verdad que el que no hace nada
no se equivoca, también lo es que a fuerza de inactividad puede
destruirlo todo.
El último episodio de este Gottesdämmerung demuestra
que la proximidad del ocaso altera los nervios del más templado y le
induce a la acción a destiempo y en el sentido equivocado. Tras
veinticinco años de contemplar con la inmóvil placidez de un lagarto al
sol, la preparación implacable, laboriosa y pertinaz de la mayor felonía
de la historia contemporánea de España, de repente, en pleno desastre,
la precipitación de una impugnación de frágil fundamento jurídico le
presta una impagable baza al enemigo y siembra la desmoralización en el
campo de los defensores de la Constitución y la legalidad. No bastaba
con la chapuza imperdonable del 1 de Octubre, hay que seguir facilitando
a los golpistas nuevos argumentos para su campaña de falsedades e
intoxicaciones. Francamente, cuando la disyuntiva que ofrece este
Gobierno es la inmovilidad o el error, no queda demasiado margen para la
esperanza.
"No tiene poco mérito, hay que admitirlo, superar el impresionante récord de Zapatero en capacidad de hacer daño a su país y a su partido"
Afortunadamente, la naturaleza tiene horror al
vacío y el gigantesco hueco que dejará el PP en el panorama político
español lo llenará otra opción electoral hoy emergente y pronto llamada a
ocupar la primera línea de combate frente al populismo liberticida y al
separatismo venenoso. Ojalá esté a la altura de su trascendental misión
y sepa pulsar los registros oportunos de nuestra sociedad para
fortalecerla, cohesionarla y ponerla en la senda de la competitividad,
la solidez moral y el crecimiento inclusivo.
Es conocida la hermosa frase de Petrarca un bel morir tuta la vita honora.
Se abre el interrogante de si el tránsito del PP sucederá de una forma
gloriosa y digna, si sus horas postreras se asemejarán a las de la
Brigada Ligera en Balaclava, de los trescientos en Las Termópilas o de
los últimos samurai en Shiroyama, o, lejos de estas escenas de
portentoso coraje, recordarán más a la huida de Darío en Gaugamela. Conociendo al personal, mejor no hacerse demasiadas ilusiones sobre la grandiosidad del epílogo.
ALEJO VIDAL-QUADRAS Vía VOZ PÓPULI
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