Albert Rivera, líder de Ciudadanos. /
La tarea no será fácil. El PP es el partido con la estructura organizativa más sólida y con mayor número de militantes. Mariano Rajoy ganó las elecciones generales de 2016 con casi 8 millones de votos y 137 escaños. A pesar de haber superado los tres millones de votos, castigado por el sistema electoral, Ciudadanos sólo obtuvo 32 escaños.
El presidente del gobierno tiene la voluntad de presentarse a las próximas elecciones que, en principio, no deberían celebrarse hasta el verano de 2020. Por tanto, en Moncloa creen que hay tiempo suficiente para recuperar el desgaste producido por la debacle en Cataluña. El PP va a contar a su favor con la continuidad de la bonanza económica, que, según todas las previsiones, hará que el PIB siga creciendo por encima del 2,5% y creando unos 400.000 empleos cada año.En Moncloa creen que hay tiempo suficiente hasta las próximas generales para recuperar el desgaste producido por la debacle en Cataluña
En su última rueda de prensa, el presidente del gobierno, trató de rebajar la euforia de Ciudadanos por los resultados electorales del 21-D, poniendo el ejemplo de lo que había sucedido con el voto en Cataluña. En las elecciones autonómicas de 2015 Ciudadanos obtuvo 734.910 votos, que se quedaron en 378.445 votos en las generales del 26 de junio de 2016. Sin embargo, el PP que en las autonómicas del 2015 se quedó en 348.444 votos, en las generales subió hasta los 462.637 votos.
La teoría conformista de Moncloa se basa en la creencia de que hay un voto bamboleante entre Ciudadanos y el PP que, al menos en Cataluña, se inclina por el partido de Inés Arrimadas en las autonómicas pero vuelve al redil popular en las generales.
Pero, para Rivera esa teoría es falsa ya que lo que ha ocurrido en Cataluña en 2017 señala un definitivo “cambio de ciclo”, el fin definitivo del bipartidismo.
El bipartidismo, tal y como lo conocíamos desde la recuperación de la democracia, murió de hecho en las elecciones generales de 2015, en las que el PSOE obtuvo su peor resultado y el PP, a pesar de ganar, se quedó con 123 escaños (muy lejos de los 186 escaños alcanzados en 2011).Cs cree que este año será crucial para convertirse en alternativa de poder
El partido que rentabilizó mejor ese final del bipartidismo fue Podemos que, a costa del PSOE y gracias a una inteligente política de alianzas, logró 71 escaños en las generales de 2016.
La cuestión es si Ciudadanos tiene posibilidades de dar un salto electoral cualitativo o bien su éxito en Cataluña se debe a circunstancias concretas e irrepetibles, como los errores cometidos por el gobierno en la gestión del 1-O.
El partido que lidera Rivera cree que este año será crucial para convertirse en alternativa de poder o, al menos, para competir de tú a tú con el PP.
Estas son las bazas con las que cuenta Ciudadanos para mejorar sus resultados y que sus opciones reales vayan más allá de unas estimaciones demoscópicas que a veces le han sido demasiado propicias:
- Cataluña va a seguir en el primer plano de la política nacional durante meses. Por tanto, el protagonismo de Ciudadanos y de Arrimadas va a ser un fenómeno permanente, no coyuntural. La solución a la situación catalana pasará necesariamente por el partido que ha ganado las elecciones. Esa revalorización política y de imagen tendrá sus efectos en el resto de España.
- Rajoy depende absolutamente del apoyo parlamentario de Ciudadanos. Por tanto, Rivera puede seguir apuntándose victorias en el terreno de las conquistas sociales o fiscales.
- El posible adelanto de las elecciones en Andalucía por parte del gobierno de Susana Díaz ofrece una oportunidad de oro para consolidar el éxito en Cataluña. El PP obtuvo en las autonómicas andaluzas de 2015 poco más de un millón de votos (32 escaños), mientras que Ciudadanos se quedó en 368.988 votos (9 escaños). Será la primera oportunidad para comprobar si el 21-D ha sido flor de un día y también para sopesar si el apoyo a los socialistas tiene coste electoral para Ciudadanos.
- Rivera va a apoyarse en Pedro Sánchez para que Rajoy afronte en serio la reforma de la Constitución. El PP se va a ver forzado a entrar en un terreno inhóspito. El debate sobre la reforma constitucional dará a Ciudadanos un protagonismo mayor del que ahora tiene en el Congreso.
- El goteo judicial de los casos de corrupción seguirá produciendo desgaste en el PP durante 2018. Especial relevancia va a tener la posible imputación de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, en el caso Púnica, criterio que comparten tanto la UCO como la Fiscalía Anticorrupción. De producirse la imputación, Ciudadanos propondría la dimisión de Cifuentes o bien le retiraría su apoyo.
- El desgaste de Podemos (que en Cataluña ha tenido un resultado desastroso) difumina en el escenario político el miedo a que Pablo Iglesias pueda convertirse en alternativa de gobierno, idea con la que jugó hábilmente el PP en 2016 para atraerse el voto útil del centro derecha. El debilitamiento de Podemos, de confirmarse, reforzaría a Pedro Sánchez en el PSOE y permitiría abrir el abanico de pactos poselectorales. No olvidemos que, en su día, Rivera y Sánchez ya intentaron una investidura que fracasó por la oposición frontal de Podemos en el Congreso.
- Los cambios de ciclo en las elecciones generales vienen precedidos por un vuelco en las municipales y autonómicas. Ciudadanos tiene 16 meses por delante para preparar unas elecciones que le pueden proporcionar una plataforma de poder local y regional del que ahora prácticamente carece. Todo lo que ocurra de ahora en adelante en la política nacional (a excepción de Cataluña donde entran en consideración otros factores de mayor enjundia) habrá que analizarlo desde un prisma preelectoral.
- Rajoy podría verse forzado a adelantar las elecciones a 2019 si el PNV mantiene su posición de no apoyar los presupuestos. Para 2018 el rechazo de los nacionalistas vascos no tendría mayor trascendencia que la necesidad de prorrogar los presupuestos de 2017. Sin embargo, eso ya no se podría hacer para las cuentas públicas del año que viene. Esa posibilidad añade a los próximos meses un elemento de incertidumbre con el que el presidente del gobierno no contaba.
- Ciudadanos ha limado algunas de las aristas ideológicas que le hacían poco confiable para el votante de centro derecha. Rivera ha abandonado definitivamente el coqueteo con la socialdemocracia y ahora se define claramente como liberal. Es decir, pelea en el mismo territorio ideológico que el PP, lo que permite un trasvase menos traumático para los desencantados con Rajoy.
- La victoria de Emmanuel Macron en Francia ha revalorizado el proyecto político de Rivera. Ambos pertenecen a la misma generación (en 2018 Macron cumplirá 41 años, mientras que Rivera cumplirá 39 años) y tienen una visión muy parecida sobre la economía y la construcción de Europa. Tanto Rivera como Macron se presentan como los valladares más sólidos frente al populismo y el nacionalismo. Macron va a convertirse en un aliado estratégico de Rivera durante este año crucial.
Por otro lado, a Rivera le falta todavía una hoja de ruta que configure un proyecto nacional ilusionante. En su libro Revolución Macron no sólo habla de recuperar el orgullo de ser francés: “Los valores de nuestro país, la continuidad de su historia y, de manera más oculta, el vigor y la dignidad de la vida pública”. El presidente francés habla también del papel que debe desempeñar Francia en el contexto europeo e internacional. Algo que todavía está por definir en el proyecto de Rivera.
Lo mejor de Rivera es que, como dijo Obama para mostrar su apoyo a Macron: “No apela a los miedos de la gente, sino a sus esperanzas".
CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO Vía EL INDEPENDIENTE
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