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sábado, 13 de enero de 2018
Reforma electoral: a mayor representatividad, menor control del partido
¿La solución para la
representatividad pasa por añadir 50 diputados más? Pues puede que
ayude, pero a ver quién vende un incremento del gasto en diputados
El Congreso de los Diputados. (EFE)
Menuda semana de vuelta de Navidad. Entre la salida de Mundó y Mas, un planteamiento de investidura en remoto de Puigdemont, la alternativa que sería poner a un fideicomisario (que en cuanto tenga cargo, firma y por tanto responsabilidad, verá a Puigdemont como éste vio a Mas) y el proyecto impositivo a las transacciones bancarias de Pedro Sánchez para costear las pensiones (que terminará en incremento de comisiones a cliente final, pero para Sánchez será un colateral menor porque su anuncio busca otro impacto)… pues no se puede decir que el nuevo año no venga potente.
Pero dado que hace dos semanas hablamos de la representatividad en Cataluña y que en una reciente entrevista Inés Arrimadas se ha quejado de que “con una ley electoral justa habríamos tenido la opción de gobernar”
(sin puntualizar que siempre y cuando pudieran pactar con PSC, PPC y
CeC (que acaban de negarle cualquier colaboración), hemos decidido
trasladar esa queja al nivel nacional.
El miércoles 7 de marzo del pasado año se reunía la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados para tratar la reforma de la ley electoral respondiendo a dos propuestas de Ciudadanos y del PSOE.
9 meses más tarde, en diciembre, Pablo Iglesias manda un globo sonda a C’s y PSOE
para aparcar la reforma de la Constitución e ir a por la ley electoral
con una propuesta que incluye circunscripción única, Congreso con 400
diputados (50 más que en la actualidad) pero con menos sueldo, variar la Ley D'Hont y facilitar el voto
desde el extranjero lo que haría, a su entender, una Ley Electoral "más
proporcional". Ése mismo día Íñigo Errejón calificaba en este periódico
la LOREG como “tramposa”.
Aclaremos que la Constitución dice en el Título III (De las Cortes Generales), artículo 68 que el Congreso se compone de un mínimo de 300 y un máximo de 400 Diputados; que la circunscripción electoral es la provincia; que a Ceuta y Melilla les corresponde un diputado a cada una y que el resto de provincias distribuirán diputados en función de la proporcionalidad a la población. Por último, afirma que “La elección se verificará en cada circunscripción atendiendo a criterios de representación proporcional.”
Lo que todos ustedes saben y que no aparece ahí arriba, es: que los representantes en el parlamento son 350 diputados; que aplica D’Hondt a la hora de convertir votos en diputados por provincia; que el margen para entrar en el conteo está en haber conseguido el 3% de los votos en cada circunscripción... específicos que son recogidos en la LOREG.
Tras el 21-D, Inés Arrimadas se ha quejado de que "con una ley electoral justa habríamos tenido la opción de gobernar"
Volvamos al 7 de marzo, fecha en la que los distintos ponentes, entre los que se encontraban Albert Rivera e Íñigo Errejón , expusieron sus motivos y vamos a ver qué se dijo en función de ver qué consecuencias tienen unos planteamientos genéricos pero suficientes para desvelar intereses.
Independiente a comentarios que incluían generalizaciones no probadas
como la de que la mayoría de los españoles “observan como obsoleto” el
sistema de elección actual, se habló de cuestiones como “listas
desbloqueadas para elegir personas, representatividad o de reforma de
las reglas del juego”.
Íñigo Errejón citó a Óscar Alzaga
cuando se refirió a que la ley que se estableció en los años 70 buscaba
favorecer que el Gobierno tuviera mayoría absoluta. Se podría decir que
las dos últimas legislaturas han probado erróneo el argumento.
Papeletas en el 21-D. (EFE)
Arranquemos con las listas desbloqueadas.
El partido presenta una lista y el votante elige con quién se queda de
esa lista. Cierto que añadiría emoción, pero ¿recuerdan lo ocurrido en Vistalegre2?: Un cabeza de cartel con fuerte presencia mediática, arrastró a los que iban justo debajo. Es decir, complicado que varíe mucho la intención del órgano central del partido bajo este modelo.
Sigamos.
Según el censo que se utilizó para las elecciones de junio de 2016, la
población española asciende a 46,6 millones de personas. Es necesario
contar a todos los españoles porque la Constitución dice en el artículo 66 que “Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado.”
¿Cuántos españoles son representados por cada diputado?
Si hacemos un cálculo considerando el máximo y mínimo recogidos en la
Constitución y los que hay ahora mismo, el resultado sería:
Aquí
nos topamos con el primer punto de una larga serie de consideraciones
para reformar la ley electoral: tal y como está el humor de la mayoría
de esos 46 millones y medio de españoles con los políticos
(generalización sí probada), ¿la solución para la representatividad pasa por añadir 50 diputados más?
Pues puede que ayude, pero a ver quién vende un incremento del gasto en
diputados (que ocurriría, aunque se les bajara el sueldo) de cara a una
población que no tiene a la clase política en muy alta estima.
Otra
consideración de Iglesias es eliminar cualquier división del territorio
como circunscripción y completar el hemiciclo a masa, es decir; la circunscripción única, algo que obligaría a cambiar la Constitución
ya que, como vimos arriba, define a la circunscripción como la
provincia y que desmonta la premisa de Unidos Podemos de que urge más la
reforma de la LOREG que la de la Carta Magna.
Hagamos el
ejercicio y repartamos el total de los votos logrados por los partidos
en el territorio español y obtendremos esta gráfica aplicando los
resultados del pasado junio:
Vemos cómo sólo los 4 grandes, que se presentan en todo el territorio, obtendrían representación. De hecho, el soberanismo y el nacionalismo se quedarían sin escaño en la Carrera de San Jerónimo. Visto esto ¿Plantea esta opción Iglesias para poner de nuevo en marcha a Gramsci y replantear hegemonías?
Como ya hemos dicho varias veces, la circunscripción única es el sistema más cercano a una dictadura dentro de una democracia.
¿Por qué? Porque permite a los partidos poner a su gente en las listas y
que salgan elegidos con ciertas garantías sin atender a ninguna
preocupación más allá de caer bien al que dirige el partido. La representatividad de los territorios quedaría anulada.
Vamos a por una solución más restrictiva que la actual, pero no tanto como la circunscripción única: circunscripciones por Comunidades Autónomas,
algo que, en marzo, en la Comisión Constitucional, también se puso
sobre la mesa y que, de nuevo, implica reforma constitucional.
¿Van quedándose con el estribillo? Los que obtienen resultados en el espectro medio son los más favorecidos cuanto más restrictivo es el sistema o,
si lo prefieren, cuánto más grande sea la circunscripción o, lo que es
lo mismo, cuanto menos atomizado esté el mapa de circunscripciones.
Podemos y Ciudadanos, como ya vimos, son más potentes en zonas de alta densidad de población que en entornos, por ejemplo rurales, con lo que, cuanto más se difumine el entorno rural, mejor para sus intenciones.
Por lo tanto, da la sensación de que de lo que se discute en realidad es de rentabilizar lo obtenido bajo otras reglas de juego,pero no de favorecer la representatividad (algo que daría de verdad la atomización y no las propuestas de C’s y Podemos).
El otro extremo a todo lo planteado es la atomización,
es decir; establecer circunscripciones territoriales (distritos si lo
prefieren) que aúnen población cercana a esos 133.213 ciudadanos por
escaño que veíamos arriba y que el escaño se lo lleve el candidato más
votado en esa circunscripción y para esto también hay que cambiar la Constitución.
De llegar a ello, la ventaja sería una gran dosis de realidad y la cercanía del político al territorio, quien se encargaría de la campaña en su distrito haciendo perder potencia de acción a las centrales de los partidos.
La atomización rivalizaría con el control central del partidoen un tiempo en el que la política local es esencial.
Saldría elegido aquél que demostrara mayor preocupación por su
circunscripción o, visto de otra manera, no revalidaría el que estuviera
preocupado por otros entornos; la eterna dialéctica outsider vs insider (tomando como referencia el parlamento de turno).
¿Se imaginan la cantidad de casos como los del General Julio Rodríguez
que podrían darse frente a las expectativas del partido? Rodríguez fue
en puestos relevantes y por distintas provincias las dos últimas
elecciones y no salió elegido en ninguna. Acaban de asignarle a la política local en Madrid, entorno al que le une sólo un destino laboral.
La
circunscripción única es el sistema más cercano a una dictadura dentro
de una democracia, porque permite a los partidos poner a su gente en la
lista
A nivel organizativo, surgiría aquí el problema de
cómo establecer los límites de las circunscripciones que, por ejemplo,
en Estados Unidos, llega cada diez años con la publicación de las
actualizaciones del censo, pero que da lugar a potenciales problemas
como el Gerrymandering.
Hay otras opciones como redistribuir el número de escaños por provincia,
algo que requiere mucho trabajo, acuerdos y que, en absoluto, sería un
tanto que apuntarse a nivel electoral. Partiendo de que a Ceuta y
Melilla, con 85.000 habitantes por ciudad, les corresponde 1 diputado a
cada una, habría que reconstruir la asignación hasta llegar a Madrid con
6,47 millones. Tarea complicada en la que ya se hacen ajustes, porque recuerden que, de las elecciones del 2015 a las del 2016, Valencia ganó un escaño que perdió León.
Nosotros
nos declaramos acérrimos de la matemática electoral y hacer cálculos y
desarrollar estrategias electorales con las directrices bajo las que
todos se rigen y que aceptas cuando entras en el juego de presentarte a
las elecciones. La creatividad está ahí, no en cambiar las reglas.
El problema de proponer una nueva ley electoral es, de hecho, que acabe siendo un arreglo en función de lo que unos cuantos piensen que es hoy más conveniente para sus intereses (lo mismo de lo que, en marzo, se quejaba Íñigo Errejón por boca de Alzaga).
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