La fórmula jurídica que más fuerza gana es la de una alianza de dos partidos, lo que supondría de facto que Valls registrara una nueva formación. Cs tendría, por tanto, su peso
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, acompañado por el ex primer ministro francés, Manuel Valls. (EFE)
Tras la confirmación de que Manuel Valls concurrirá a las elecciones municipales como candidato a la alcaldía de Barcelona, el ex primer ministro francés y Ciudadanos
han comenzado negociaciones formales para articular su candidatura
conjunta. Valls se erigió como un "independiente" que liderará una
plataforma "transversal y abierta" de la que formará parte el partido de
Albert Rivera. Fuentes cercanas a la plataforma confirman a este diario que la fórmula jurídica que más fuerza va ganando en las conversaciones es la de constituir una coalición electoral, lo que necesariamente supondría la creación de un nuevo partido que firmaría una alianza con Ciudadanos.
Las mismas fuentes explican que la opción más segura es que la plataforma del exdirigente galo registre finalmente un partido político
en el Ministerio del Interior. Los plazos todavía están por determinar
pero, a priori, no son algo importante. El primer y gran objetivo pasaba
por que Valls confirmara que peleará por la alcaldía barcelonesa.
Además, el artículo 44
de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (Loreg) establece que
los partidos que hagan "un pacto de coalición para concurrir
conjuntamente a una elección deben comunicarlo a la Junta competente en los diez días siguientes a la convocatoria". Y lo más habitual es hacerlo poco antes de acudir a las urnas. Un ejemplo reciente fue el de Unidos Podemos en 2016.
Lo que todavía sigue siendo una incógnita es el nombre
que podría tener la candidatura final, que será el que aparezca en las
papeletas el día de la votación. La constitución de un nuevo partido
permite a Valls contar con un nombre propio (él usó 'Barcelona, capital
de Europa' durante su presentación hace semanas), pero la alianza da
margen a Ciudadanos para imponer de forma más evidente la pertenencia a
esa candidatura. El nombre trazado por Valls está descartado para la
coalición y, de hecho, en las papeletas deberán aparecer los nombres de
cada candidato en la lista y junto a ellos el partido al que pertenecen.
Así lo fija la Loreg y así quedará patente la participación absoluta de
Ciudadanos en la candidatura.

Operación Valls: a la caza del votante de los comunes para poder echar a Colau
Además, según fuentes conocedoras de las conversaciones, que la fórmula jurídica elegida sea una coalición en vez de una agrupación de electores es la más probable puesto que esta última vía supone quedarse fuera de los espacios televisivos gratuitos previstos en la ley durante la campaña y renunciar a las subvenciones públicas por cada voto obtenido.
Cuestión fundamental para afrontar los gastos de la campaña, que suele
conllevar un importante desembolso para los partidos. La cuestión de la financiación
todavía no está encima de la mesa por la lejanía de la cita electoral
en el calendario, pero todo apunta a que la formación naranja podría
asumir la carga económica principal.
La Loreg también
establece que la comunicación que toda coalición entre partidos está
obligada a emitir para concurrir a las elecciones "debe hacer constar la
denominación de la misma, las normas por las que se rige y las
personas titulares de sus órganos de dirección o coordinación". Por lo
que, llegado el momento, todo deberá quedar por escrito. Lo que el
partido naranja sí tiene claro es que no replicará la fórmula elegida para Barcelona en otros territorios, a los que acudirá con su propia marca como hasta ahora.
El resto de la lista, aparcada
El paso dado en la ciudad condal desde Ciudadanos renunciando a sus siglas es lo que la mayor parte de sus dirigentes tilda de "enorme acto de generosidad" y persigue un único fin: el fracaso de Colau
y los independentistas en el consistorio. En la cúpula naranja existe
el convencimiento de que la opción ganadora pasa necesariamente por una
candidatura como la de Valls, que actúe como revulsivo, movilice
la abstención, retenga los votos constitucionalistas (Ciudadanos, PP,
PSC) y anime a sumar a los electores que de verdad pueden dar un vuelco
al tablero: los comunes. Una solución excepcional a una situación excepcional, como suelen decir en la formación de Rivera.

En cuanto al resto de integrantes
de la lista electoral, la negociación está aparcada de momento. En el
partido naranja asumen que el candidato tomará las riendas porque debe
estar cómodo con el equipo que elija. Destacan también la cantidad de
independientes que conformaron las listas de Ciudadanos en las
elecciones de 2015. Y además, la formación centrista reconoce que la búsqueda de perfiles no es sencilla en tanto a que se necesita un equilibrio entre políticos y técnicos.
En los ayuntamientos los equipos de gobierno se forman con los
concejales electos y, por eso, la configuración de las listas es un
asunto capital.
En cuanto al mayor hándicap de Valls,
las críticas que lanza la oposición por no ser de Barcelona ni haber
vivido en la ciudad condal, el partido de Rivera considera que se
diluirán. Sobre todo por la experiencia que Valls ya acumula como alcalde
del municipio francés Èvry durante once años. "No le pueden dar
lecciones sobre cómo gestionar una ciudad", insisten fuentes de la
formación naranja.
PALOMA ESTEBAN Vía EL CONFIDENCIAL
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