El esperpento vivido en el Parlament esta semana es el epitafio del proceso separatista .
El divorcio entre Esquerra y los neoconvergentes lleva gestándose desde
hace mucho tiempo. La política hace extraños compañeros de cama y era
más o menos inevitable que en un clima de polarización política ambas
corrientes del separatismo acabaran por confluir. Pero todo eso
pertenece al pasado, y la ansiada unidad pretendida por Artur Mas , Carles, Puigdemont y Quim Torra , que no era otra cosa que subyugar a los de Oriol Junqueras bajo la férula neoconvergente, ha terminado.
La sesión en la que se debía decidir entre acatar la suspensión de los diputados dictada por el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena o desobedecer ha sido el penúltimo episodio de ese matrimonio de conveniencia. Roger Torrent
y Quim Torra intentaron llegar a un acuerdo, aunque es mucho decir.
Mientras Torrent, siguiendo instrucciones de Junqueras, se mostraba
inamovible en no apartarse ni un milímetro de la ley, Torra presionó
hasta el límite para que lo hiciese, desobedeciendo a la justicia y
declarando que solamente el Parlament puede decidir acerca de sus
integrantes.
La ansiada unidad pretendida por Mas, Puigdemont y Torra, que
no era otra cosa que subyugar a los de Junqueras bajo la férula
neoconvergente, ha terminado
Aunque ese haya sido el detonador, la larga reunión del viernes entre el vicepresidente del Govern, el republicano Pere Aragonés ,
y el President Torra no tenía en su orden del día ese punto. Todos
saben las consecuencias legales de desobedecer una sentencia judicial.
De lo único que se trató fue de la conveniencia o no en adelantar las elecciones catalanas .
Mientras que Esquerra se muestra partidaria de aguantar la legislatura
el máximo posible, lo que conllevaría mantenerse dentro del orden
constitucional, el sector más hiperventilado encarnado en Puigdemont,
Torra y Eduard Pujol ,
no dudan en ir a elecciones, empleando ese argumento como chantaje a
los republicanos que aún no tienen claro si en dichos comicios quedarían
por encima de los neoconvers o no.
En círculos del Govern más moderados se ve con preocupación el espectáculo que está dando
Torra con sus ultimátums
y sus posturas intransigentes. Tal malestar se plasma en que, según
fuentes solventes, se estaría buscando un sustituto al ex editor que
fuese más flexible y menos radical. Existe una seria preocupación acerca
de la rentabilidad electoral que la línea de actuación marcada por
Puigdemont y Torra pueda tener, máxime cuando, de cara a las
municipales, la ANC ha decidido presentar una candidatura en Barcelona
representada, con toda seguridad, por
Jordi Graupera . Rompe así la asociación separatista su principio de no ser un partido
político ni presentarse a ninguna elección. Fuentes cercanas al núcleo
moderado del
PDeCAT nos aseguran que la
división del voto independentista de cara a los comicios locales será
una debacle. Solo en la capital catalana competirían por el electorado
separatista el PDECAT, Esquerra, las
CUP y la
ANC .
Si eso se reprodujera en unas elecciones anticipadas al Parlament, las
prospectivas dan por finiquitada la mayoría absoluta del separatismo.
Con una masa social indignada por lo que entienden una
traición de sus políticos, las dos estrategias entre las que se divide
el separatismo han roto el espejismo de una unidad que jamás fue tal
Con una masa social indignada por lo que entienden una traición de sus políticos, la radicalidad
de los CDR y los juicios a los separatistas encarcelados, las dos
estrategias entre las que se divide el separatismo han acabado por
romper el espejismo de una unidad que jamás fue tal. A la ex
Convergencia le interesaba no actuar en solitario por no llegar a la
masa crítica de voto y para disimular su lastre en materia de
corrupción; a Esquerra le pareció
interesante auparse a lomos del que había sido siempre el caballo
ganador en la política catalana. Sus yerros de hace un año, la
improvisación, la pueril creencia de que el estado no iba a reaccionar y
la fuga de algunos de los máximos dirigentes los han llevado a un
callejón sin más salida que, o volver al orden constitucional, o
mantenerse en una línea que puede acabar con la intervención de la
autonomía con la aplicación de un nuevo 155 más severo que el anterior.
El separatismo tiene un serio problema con la verdad
Para proseguir con una cierta paz social y la normalidad democrática el separatismo debería hacer autocrítica
públicamente e intentar recomponer la fractura social catalana, en
primer lugar, y con el gobierno de España en segundo. Desgraciadamente,
quienes dirigen la política del bloque estelado no quieren oír ni hablar de esto. Obedecen un mandato popular y Cataluña será independiente.
Todo eso choca frontalmente con un parlamento en el que la fuerza más votada es Ciudadanos
y un país en el que el separatismo solamente representa un cuarenta y
siete por ciento. También choca con la marcha de cuatro mil de empresas,
el descenso en inversiones, la fuga de depósitos y el marco europeo. La
realidad no les sienta bien a los separatistas, de ahí su incansable
deseo de moldearla a su gusto a base de fake news y consignas dirigidas a su público con la única intención de prolongar esta agonía un poco más.
Su última esperanza está depositada en la debilidad parlamentaria del Gobierno de Pedro Sánchez ,
intentando arañar alguna concesión que les pudiese permitir presentarse
ante su gente diciendo que han conseguido sus propósitos, aunque es
difícil imaginar como Sánchez puede darles un referéndum de
autodeterminación.
Al negarse en redondo a hablar de nada
que esté fuera del marco constitucional, la estrategia mantenida en las
últimas semanas ha sido la del tira y afloja, con los consiguientes
rifirrafes en el seno del grupo del PDECAT en el congreso. La señora Nogueras y el señor Campuzano ,
puigdemontista la primera y posibilista el segundo, mantienen un pulso
diario para hacerse con el control del grupo, mientras que Tardà o Rufián ,
de Esquerra, ponen en cuestión no pocas de las cosas que salen del
Palau de la Generalitat, como se vio recientemente con el ultimátum de
Torra.
Hay quien, desde ese mismo separatismo
posibilista al que aducíamos, hace hincapié en que para el gobierno
central esas diferencias abismales dificultan todavía más la posibilidad
de llegar a acuerdos. La ministra Meritxell Batet ,
singular defensora de llegar a pactos, fue tajante cuando afirmó que
ahora era imposible una reunión entre Sánchez y Torra, habida cuenta de
la crispación política en Cataluña.
He aquí el momento actual del malhadado proceso:
paralización del parlamento , que
se volverá a reunir el próximo martes ,
paralización del gobierno de la Generalitat, paralización de lo que
parecía ser un incipiente retorno a las relaciones entre el estado y la
Generalitat, agravación del orden público, en fin, una situación que
lleva a
Cataluña a estar mucho peor que
hace cinco años, diez años, quince años. El separatismo no ha podido
cumplir ni una sola de sus promesas. Es un cadáver político que aún
respira, pero que está condenado a expirar por insuficiencia
respiratoria.
Que nadie se atreva a decirlo
públicamente por parte de sus representantes políticos nos recuerda a
Stalin muerto en la alfombra de su despacho con los miembros del politburó alrededor suyo, lamentándose. Hasta que uno de ellos dice “Camaradas, ¿quién se lo va a decir a Stalin ?”.
Esa es la pregunta.
MIQUEL GIMÉNEZ Vía VOZ PÓPULI
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