Salvo un tejido espectacular de mediana y pequeña empresa exportadora,
nuestro modelo productivo sigue siendo el mismo: camareros, crupieres,
meros ensambladores de mano de obra barata
Un camarero sirve a los clientes en una terraza
EFE
Los datos son cada día más evidentes. La Gran Recesión
fue aprovechada por las élites patrias hispanas, básicamente rentistas,
para llevar a cabo su particular ajuste de cuentas contra la inmensa
mayoría de los ciudadanos españoles. La estafa de las propuestas de
quienes nos han desgobernado desde la Gran Recesión, 2008,
requiere de un debate público, sosegado, abierto y, sobre todo,
crítico, con un doble objetivo. Primero, poner de manifiesto el fraude
al que se han visto sometidos la mayoría de los ciudadanos españoles,
muy especialmente nuestros jóvenes, sin futuro alguno. Hay que analizar
las consecuencias finales de las decisiones de política económica
tomadas, mediante un estudio econométrico riguroso. Segundo, la
situación de fondo, de la que nadie habla, es grave, se está
deteriorando a tal velocidad, que ya no valen paños calientes, ni fuegos
de artificio. Es necesario un cambio de rumbo radical.
Empecemos hablando de lo más relevante, nuestros salarios, que por obra y gracias de las reformas laborales emprendidas por los gobiernos de turno, PP y PSOE,
se han hundido, sin que se registre mejora alguna de nuestra
competitividad. La razón es obvia, solo ha supuesto una medida económica
de redistribución neo-feudal en favor de los beneficios empresariales,
de una remuneración desproporcionada de ciertos consejos de
administración, y contra las rentas de los trabajadores españoles.
Es curioso observar como ciertas multinacionales incrementan los
salarios de los trabajadores de su país, a costa del nivel de vida de
los trabajadores de países considerados como meros ensambladores, entre
ellos el nuestro. ¡Y los políticos siguen sin entender la importancia de
la propiedad del capital!
Es curioso cómo ciertas multinacionales incrementan los salarios de los trabajadores de su país a costa del nivel de vida de los trabajadores de países como el nuestro
Permítanme una pequeña confidencia. Estoy harto de los
análisis económicos que hablan de los factores de oferta y de la
necesidad de reformas estructurales. Recuerden las conclusiones de un
reciente documento de trabajo del Banco Central Europeo, “On the sources of business cycles: implications for DSGE models”,
que ya analizamos en un blog previo. Los autores demuestran la
existencia de grandes regularidades en los co-movimientos de variables
macroeconómicas clave, en múltiples economías, en el análisis de los
ciclos económicos. Y encuentran que solo hay una fuente dominante de
dichos co-movimientos en términos reales: la demanda agregada, es decir,
el gasto. Ello invalida los modelos convencionales -neoclásicos,
neokeynesianos o monetaristas- que estudian los ciclos económicos, y que
enfatizan las motivaciones del lado de la oferta afirmando que los
shocks de demanda son temporales en el mejor de los casos. En definitiva
las reformas propuestas desde el lado de la oferta, tan cacareadas a
bombo y platillo, no tienen fundamento empírico alguno, obedecen a
chascarrillos.
Nuevos datos sobre el nivel de vida de los españoles
Para
cuantificar como está España, permítanme compartir con ustedes ciertos
datos objetivos. Primero, en un breve y reciente estudio, “Realidades sobre el nivel de vida en España”, mi buen amigo Juan Carlos Barba,
nos muestra cómo nuestro nivel de vida real es apenas la mitad de un
ciudadano alemán. Y los más sorprendente, China, que tendría unos
niveles de desarrollo superiores a lo estimado, se encontraría ya muy
cerca de España.
Segundo, tanto la Encuesta de Condiciones de Vida elaborada por el INE como los análisis del regulador confirman algo que es vox populi. Las condiciones laborales y salariales de los más jóvenes están provocando un auténtico desplome en la adquisición de vivienda por parte de este grupo. Los datos del Banco de España,
muestran que la accesibilidad a la compra de viviendas se ha endurecido
en los últimos años. En concreto, la medida de esfuerzo, equivalente al
precio medio de la vivienda en relación a la renta bruta disponible de
los hogares, ha pasado de 6,5 años en 2015 a 7,2 años en el primer
trimestre de 2018, lo que explicaría que se esté produciendo un desvío
hacia el alquiler. La única razón es laboral, como consecuencia de unos
salarios muy bajos. Desde estas líneas venimos advirtiendo como todas
las medidas que se toman se hacen contra las generaciones futuras. Por
un lado, no son relevantes electoralmente hablando. Por otro, los
problemas van aumentando como una bola de nieve hasta que a uno de los
gobiernos de turno le acaba estallando, como ocurrió con la burbuja
inmobiliaria.
Se están acabando los vientos favorables
¿Y
cuáles son estos problemas? Los de siempre, una economía dirigida por
rentistas que se forran en la cresta de la ola, pero que no asumen coste
alguno cuando vienen mal dadas. Y esto, que ya pasó en 2008, volverá a
pasar de nuevo en la Segunda Fase de la Gran Recesión. Los vientos de
cola favorables están cambiando y se aproximan turbulencias. El Banco de
España, en el Informe Anual de 2016, detalló las razones que había
detrás de las sorpresas positivas en nuestra economía. Por un lado, la
relajación del ajuste presupuestario. Por otro, la política monetaria de
expansión cuantitativa del BCE. Pero además, Banco de España añadía
otra relevante, la bajada no prevista del precio del petróleo y otras materias primas.
Un reciente estudio muestra cómo nuestro nivel de vida real es apenas la mitad que el de un ciudadano alemán. Y lo más sorprendente: China se encontraría ya muy cerca de España
Todos y cada uno de estos motivos no es que se estén
diluyendo, se están evaporando, y no hemos aprovechado el tiempo extra
que hemos tenido, en el período 2014-2018, para poner las bases de un
nuevo modelo productivo. Porque nuestro modelo productivo, salvo un
tejido espectacular de mediana y pequeña empresa exportadora,
surgido allá por los 90, y que ha sido asaltado por capital
especulativo foráneo, sigue siendo el mismo: burbujas, camareros y
crupieres, y meros ensambladores de mano de obra barata. De ahí nuestros
salarios. Nuestro país ha estado experimentando una expansión económica
cuyas raíces no se encuentran en procesos de inversión en capital y en
el desarrollo de la actividad industrial, sino básicamente en el
crecimiento del sector servicios y el incremento de la deuda para
ciertos fines espurios. España, con pies de barro.
Permítanme
terminar con algo que hemos denunciado desde estas líneas. La cifra de
deuda soberana supera ya el 130% del PIB, según el criterio del Flujo de Fondos de las Cuentas Financieras
y/o Balanza de Pagos, recogido por Banco de España en el capítulo 2 de
Cuentas Financieras. Esta cifra estaba en 2007 en el 40,2%. Además de
una recesión de balances, intensificada por no hacer lo correcto, y que
ha destrozado a miles familias españolas, a algunos irresponsables les
salió muy barato la brutal generación de deuda privada alrededor de
humo. Al final se acabó transformando en deuda soberana en un truco de
magia que ni el gran Houdini. La política monetaria del BCE ha permitido que el Banco de España sea el principal acreedor del Tesoro español
y se pueda financiar la deuda soberana sin problemas. Pero debemos ser
conscientes que un cambio de rumbo en la política monetaria haría
inviable la refinanciación de nuestro stock de deuda soberana. ¿Qué
harían entonces nuestros políticos? Nada, no esperen nada, simplemente
un acatamiento de ciertas políticas absurdas dictadas por burócratas. Y
para ver las posibles consecuencias, ¡echen una ojeada a Grecia!
JUAN LABORDA Vía EL CONFIDENCIAL
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