Translate

sábado, 30 de junio de 2018

NATALIDAD E INMIGRACIÓN EN EUROPA





El comentario de hoy puede parecer que se dedica a un asunto local, pero creo que tiene una importancia que afecta a toda la Iglesia. Me refiero a los datos publicados esta semana sobre la natalidad en España. 

Es la más baja desde 1996 y, como consecuencia, por tercer año consecutivo España sigue perdiendo habitantes, a pesar del continuo flujo inmigratorio y del aporte que a la natalidad hacen las extranjeras (el 20 por 100). 

La edad media en que una española tiene su primer hijo es de 32,6 años y la edad media de las que se casan es de 35 años para las mujeres y 37,8 años para los hombres. La tasa bruta de nupcialidad es de 3,6 matrimonios al año por cada mil habitantes; en Alemania esa tasa es bastante superior: 5% (igual que en Suiza), lo mismo que en Austria (5,1%), Dinamarca (5,4%) e incluso México, que también está a la baja, se mantiene por encima (4,9%).

Junto a esto, en España y en toda Europa, se experimenta un aumento creciente del flujo emigratorio procedente sobre todo de África, una vez controlado ya el que podía considerarse de tipo político debido a la guerra en Siria y que arrojó a las playas europeas a un ingente número de verdaderos refugiados, los cuales han de ser distinguidos siempre de los propiamente llamados emigrantes. 

Los casos más visibles, como el del barco Aquarius rechazado por Italia y aceptado por España, no son más que la punta del iceberg. Muchas han sido las críticas que ha recibido el nuevo gobierno italiano por su decisión, pero se suele olvidar que tan sólo en 2016 llegaron a puertos italianos 181.000 embarcaciones con emigrantes procedentes de Libia y es imposible calcular cuál fue el número total de los que iban en ellas, pero con toda certeza superaron el millón de personas. Hoy, el gobierno italiano cuenta con más del 80% de apoyo por parte de la población para parar este incesante flujo.

La población originaria, por lo tanto, decae, mientras que los inmigrantes aumentan. Esto último podría no ser tan grave e incluso hasta cierto punto podría ser positivo para países como España e Italia que envejecen rápidamente. Pero hay un factor añadido: el tipo de emigrantes que llega a Europa. La mayoría de ellos son musulmanes. 

Es injusto identificar musulmán con terrorismo, pero no cabe duda de que una pequeña minoría de los que han sido acogidos como refugiados o bien han sido directamente terroristas o bien han sido protagonistas de delitos, sobre todo de tipo sexual contra las mujeres. Si a esto se le añade la crisis económica que han padecido y aún padecen los países del sur de Europa, se tienen los ingredientes de una mezcla explosiva. El racismo y la xenofobia se están disparando en Europa, dando alas a los partidos políticos más populistas y radicales.

Por parte de la Iglesia, el apoyo a la inmigración ha sido pleno. El Papa Francisco ha sido el gran adalid de la apertura a los inmigrantes, tanto a los refugiados de guerras y catástrofes, como a los propiamente dichos emigrantes que salían de sus países por motivos económicos. Esta actitud del Papa, aunque ha sido más prudente en sus últimas declaraciones, está generando cada vez más rechazo. En países como Italia, los comentarios contra el Pontífice son cada vez más frecuentes y carentes de respeto. Una consecuencia es la caída del apoyo económico de los fieles y otra la deserción de la práctica religiosa, que se ha acentuado notablemente durante estos últimos años.

No es fácil encontrar una solución a un problema que se vuelve cada vez más insoluble. Los gobiernos en general siguen practicando una política pro abortista y anti familia, con lo que se prevé que la tasa de natalidad siga bajando. A la vez, la presión popular va en la línea de restringir la llegada de extranjeros, sobre todo de musulmanes, por la nula voluntad de muchos de ellos de integrarse en la sociedad que los acoge. Parece el escenario de una tormenta perfecta que puede dejar arrasado al cada vez más viejo continente. 

La única solución viable sería revertir las políticas familiares, para favorecer todo lo que sea bueno para la familia y la natalidad, y a la vez practicar una política inmigratoria inteligente que establezca cupos de entrada y exija a los que llegan unos niveles de integración que no genere rechazo en los que los acogen. Mientras, la Iglesia puede quedar desbordada por las fuertes reacciones que genera su postura de acogida generosa a los inmigrantes, de forma que este tema sea la puntilla que aleje de ella a muchos de los que todavía siguen practicando.


                                             SANTIAGO MARTÍN  Vía  Católicos ON LINE

2 comentarios:

  1. En Italia,el bravo Salvini ha estado bien en pararle el rollo a los africanos.Ahora bien subir la natalidad es harina de otro costal.Ni Salvini en Italia ni aquí VOX [y sólo ellos,los demás partidos políticos parecen vivir en una dimensión de fantasía] creo,y espero equivocarme,que consigan subir la natalidad.Conviene recordar que la natalidad española deben afrontarla los nacidos a finales del siglo XX,una.época que no nacieron muchos niños y encima estábamos todos a ver quién era más progre y más tonto.Para como,no sería muchos hijos este 2019 y ya está.Sería eso,MANTENERLO año tras año,y en dieciocho años empezariamos a ver los suculentos resultados.Observen a la juventud española,tanto ricos como pobres.En serio creen que eso va a pasar??.

    ResponderEliminar
  2. Si nos quedamos en la superficie [dinero] no vamos a conseguir nada.Profundamente creo que nos hemos empeñado en crear un mundo CONTRANATURA.Nos hemos empeñado en ver tener muchos hijos un ATRASO,el aborto algo maravilloso,que si una adolescente es madre es algo espantoso y que una mujer a los 45 está más guapa que a los 20 [Kate Beckinsale lo ha conseguido pero no es lo normal]...y nada de eso es verdad.Aquí el único atraso somos nosotros,el aborto es un timo emocional,si la madre naturaleza manda a una chica de 16 un bebé es porque considera que SÍ puede ser madre y...lo último es lo más deprimente.Una chica a los veinte años es una máquina de caer babas y levantar penes pero acercándose a los cincuenta,curiosamente cuando su maternidad ya pasó,ya no atrae igual a los hombres.Hemos creado una fantasía contranatura y la mentalidad natalista no existe y esas ayudas natalistas y guarderías gratis no sirven sin eso.Hay mucha gente que está muy bien armada económicamente y tampoco tienen muchos hijos.

    ResponderEliminar