El comentario de hoy
puede parecer que se dedica a un asunto local, pero creo que tiene una
importancia que afecta a toda la Iglesia. Me refiero a los datos
publicados esta semana sobre la natalidad en España.
Es la más baja desde 1996 y, como consecuencia, por tercer año consecutivo España sigue perdiendo habitantes, a pesar del continuo flujo inmigratorio y del aporte que a la natalidad hacen las extranjeras (el 20 por 100).
La edad media en que una española tiene su primer hijo es de 32,6 años y la edad media de las que se casan es de 35 años para las mujeres y 37,8 años para los hombres. La tasa bruta de nupcialidad es de 3,6 matrimonios al año por cada mil habitantes; en Alemania esa tasa es bastante superior: 5% (igual que en Suiza), lo mismo que en Austria (5,1%), Dinamarca (5,4%) e incluso México, que también está a la baja, se mantiene por encima (4,9%).
Junto a esto, en España y en toda Europa, se experimenta un aumento creciente del flujo emigratorio procedente sobre todo de África, una vez controlado ya el que podía considerarse de tipo político debido a la guerra en Siria y que arrojó a las playas europeas a un ingente número de verdaderos refugiados, los cuales han de ser distinguidos siempre de los propiamente llamados emigrantes.
Es la más baja desde 1996 y, como consecuencia, por tercer año consecutivo España sigue perdiendo habitantes, a pesar del continuo flujo inmigratorio y del aporte que a la natalidad hacen las extranjeras (el 20 por 100).
La edad media en que una española tiene su primer hijo es de 32,6 años y la edad media de las que se casan es de 35 años para las mujeres y 37,8 años para los hombres. La tasa bruta de nupcialidad es de 3,6 matrimonios al año por cada mil habitantes; en Alemania esa tasa es bastante superior: 5% (igual que en Suiza), lo mismo que en Austria (5,1%), Dinamarca (5,4%) e incluso México, que también está a la baja, se mantiene por encima (4,9%).
Junto a esto, en España y en toda Europa, se experimenta un aumento creciente del flujo emigratorio procedente sobre todo de África, una vez controlado ya el que podía considerarse de tipo político debido a la guerra en Siria y que arrojó a las playas europeas a un ingente número de verdaderos refugiados, los cuales han de ser distinguidos siempre de los propiamente llamados emigrantes.
Los casos más visibles,
como el del barco Aquarius rechazado por Italia y aceptado por España,
no son más que la punta del iceberg. Muchas han sido las críticas que ha
recibido el nuevo gobierno italiano por su decisión, pero se suele
olvidar que tan sólo en 2016 llegaron a puertos italianos 181.000
embarcaciones con emigrantes procedentes de Libia y es imposible
calcular cuál fue el número total de los que iban en ellas, pero con
toda certeza superaron el millón de personas. Hoy, el gobierno italiano
cuenta con más del 80% de apoyo por parte de la población para parar
este incesante flujo.
La población originaria, por lo tanto, decae, mientras que los inmigrantes aumentan. Esto último podría no ser tan grave e incluso hasta cierto punto podría ser positivo para países como España e Italia que envejecen rápidamente. Pero hay un factor añadido: el tipo de emigrantes que llega a Europa. La mayoría de ellos son musulmanes.
La población originaria, por lo tanto, decae, mientras que los inmigrantes aumentan. Esto último podría no ser tan grave e incluso hasta cierto punto podría ser positivo para países como España e Italia que envejecen rápidamente. Pero hay un factor añadido: el tipo de emigrantes que llega a Europa. La mayoría de ellos son musulmanes.
Es injusto identificar
musulmán con terrorismo, pero no cabe duda de que una pequeña minoría de
los que han sido acogidos como refugiados o bien han sido directamente
terroristas o bien han sido protagonistas de delitos, sobre todo de tipo
sexual contra las mujeres. Si a esto se le añade la crisis económica
que han padecido y aún padecen los países del sur de Europa, se tienen
los ingredientes de una mezcla explosiva. El racismo y la xenofobia se
están disparando en Europa, dando alas a los partidos políticos más
populistas y radicales.
Por parte de la Iglesia, el apoyo a la inmigración ha sido pleno. El Papa Francisco ha sido el gran adalid de la apertura a los inmigrantes, tanto a los refugiados de guerras y catástrofes, como a los propiamente dichos emigrantes que salían de sus países por motivos económicos. Esta actitud del Papa, aunque ha sido más prudente en sus últimas declaraciones, está generando cada vez más rechazo. En países como Italia, los comentarios contra el Pontífice son cada vez más frecuentes y carentes de respeto. Una consecuencia es la caída del apoyo económico de los fieles y otra la deserción de la práctica religiosa, que se ha acentuado notablemente durante estos últimos años.
No es fácil encontrar una solución a un problema que se vuelve cada vez más insoluble. Los gobiernos en general siguen practicando una política pro abortista y anti familia, con lo que se prevé que la tasa de natalidad siga bajando. A la vez, la presión popular va en la línea de restringir la llegada de extranjeros, sobre todo de musulmanes, por la nula voluntad de muchos de ellos de integrarse en la sociedad que los acoge. Parece el escenario de una tormenta perfecta que puede dejar arrasado al cada vez más viejo continente.
Por parte de la Iglesia, el apoyo a la inmigración ha sido pleno. El Papa Francisco ha sido el gran adalid de la apertura a los inmigrantes, tanto a los refugiados de guerras y catástrofes, como a los propiamente dichos emigrantes que salían de sus países por motivos económicos. Esta actitud del Papa, aunque ha sido más prudente en sus últimas declaraciones, está generando cada vez más rechazo. En países como Italia, los comentarios contra el Pontífice son cada vez más frecuentes y carentes de respeto. Una consecuencia es la caída del apoyo económico de los fieles y otra la deserción de la práctica religiosa, que se ha acentuado notablemente durante estos últimos años.
No es fácil encontrar una solución a un problema que se vuelve cada vez más insoluble. Los gobiernos en general siguen practicando una política pro abortista y anti familia, con lo que se prevé que la tasa de natalidad siga bajando. A la vez, la presión popular va en la línea de restringir la llegada de extranjeros, sobre todo de musulmanes, por la nula voluntad de muchos de ellos de integrarse en la sociedad que los acoge. Parece el escenario de una tormenta perfecta que puede dejar arrasado al cada vez más viejo continente.
SANTIAGO MARTÍN Vía Católicos ON LINE
En Italia,el bravo Salvini ha estado bien en pararle el rollo a los africanos.Ahora bien subir la natalidad es harina de otro costal.Ni Salvini en Italia ni aquí VOX [y sólo ellos,los demás partidos políticos parecen vivir en una dimensión de fantasía] creo,y espero equivocarme,que consigan subir la natalidad.Conviene recordar que la natalidad española deben afrontarla los nacidos a finales del siglo XX,una.época que no nacieron muchos niños y encima estábamos todos a ver quién era más progre y más tonto.Para como,no sería muchos hijos este 2019 y ya está.Sería eso,MANTENERLO año tras año,y en dieciocho años empezariamos a ver los suculentos resultados.Observen a la juventud española,tanto ricos como pobres.En serio creen que eso va a pasar??.
ResponderEliminarSi nos quedamos en la superficie [dinero] no vamos a conseguir nada.Profundamente creo que nos hemos empeñado en crear un mundo CONTRANATURA.Nos hemos empeñado en ver tener muchos hijos un ATRASO,el aborto algo maravilloso,que si una adolescente es madre es algo espantoso y que una mujer a los 45 está más guapa que a los 20 [Kate Beckinsale lo ha conseguido pero no es lo normal]...y nada de eso es verdad.Aquí el único atraso somos nosotros,el aborto es un timo emocional,si la madre naturaleza manda a una chica de 16 un bebé es porque considera que SÍ puede ser madre y...lo último es lo más deprimente.Una chica a los veinte años es una máquina de caer babas y levantar penes pero acercándose a los cincuenta,curiosamente cuando su maternidad ya pasó,ya no atrae igual a los hombres.Hemos creado una fantasía contranatura y la mentalidad natalista no existe y esas ayudas natalistas y guarderías gratis no sirven sin eso.Hay mucha gente que está muy bien armada económicamente y tampoco tienen muchos hijos.
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