En sus espléndidas
crónicas taurinas de San Isidro, plumeadas a la antigua usanza,
recordaba Andrés Amorós la muy conocida anécdota de la respuesta de Juan
Belmonte cuando le preguntaron cómo uno que había sido banderillero
suyo había podido llegar en el régimen de Franco a gobernador civil y
jefe provincial del Movimiento: «Degenerando».
El gerundio belmontino no queda en la Historia de la Filosofía del Toreo. Tal gerundio abelmontado lo estamos viendo y viviendo en nuestros días. ¿Cómo puede un partido como el PSOE, tras haber sacado los peores resultados de su historia, con sólo 84 diputados, no sólo llegar a los 176 votos de la mayoría necesaria para sacar adelante su moción de censura para «desalojar a Rajoy de La Moncloa», sin presentar programa de Gobierno alguno, sino alcanzar los 180, o sea, yendo sobrado?
El gerundio belmontino no queda en la Historia de la Filosofía del Toreo. Tal gerundio abelmontado lo estamos viendo y viviendo en nuestros días. ¿Cómo puede un partido como el PSOE, tras haber sacado los peores resultados de su historia, con sólo 84 diputados, no sólo llegar a los 176 votos de la mayoría necesaria para sacar adelante su moción de censura para «desalojar a Rajoy de La Moncloa», sin presentar programa de Gobierno alguno, sino alcanzar los 180, o sea, yendo sobrado?
Pues puede de un modo
abelmontado: no sólo «degenerando» los principios que han expuesto como
firmes socialistas históricos nada sospechosos cual el propio Felipe
González, sino incluso renunciando a la E de «español» de las siglas del
PSOE; por no hablar de muchos artículos de la Constitución y
recurriendo al odio generalizado que toda la izquierda tenía acumulado
contra el PP, aparte de la inquina personal contra Rajoy, que los ponía
nerviosos (y hasta a sus votantes, incluso, con esa cachaza de no hacer
nada y esperar que las cosas se arreglaran solas con el tiempo o con el
olvido... y sin aplicar el 155).
Un secreto muy bien guardado, como los que prometen observar de las deliberaciones en el ridículamente llamado «Consejo de Ministras y Ministros» es lo que Sánchez pactase para llegar a esos 180 votos de censura contra Rajoy. ¿Lo sabremos todo algún día? ¿Qué pactó con Bildu? ¿Qué con Podemos? ¿Qué con los independentistas catalanes?
Un secreto muy bien guardado, como los que prometen observar de las deliberaciones en el ridículamente llamado «Consejo de Ministras y Ministros» es lo que Sánchez pactase para llegar a esos 180 votos de censura contra Rajoy. ¿Lo sabremos todo algún día? ¿Qué pactó con Bildu? ¿Qué con Podemos? ¿Qué con los independentistas catalanes?
Esto último es quizá más
fácil: si no saberlo, al menos irlo adivinando. ¿Y saben por qué? Por
lo buen pagador que es Sánchez. No hay nada que le guste más a la
izquierda que hacer solidaridades, caridades y claudicaciones con el
dinero ajeno, ese dinero público que Carmen Calvo dixit (y Pixie) que no
es de nadie.
Y tan buen pagador es que le ha faltado tiempo para mandar a Barcelona a Meritxell Batet.
Ojú, mandar a Batet a Barcelona... A mí me suena muy mal. Batet, el
general Batet, fue el que en Barcelona, en 1934, abortó en defensa de la
Constitución republicana la proclamación del Estat Catalá y metió del
tirón en la cárcel a los puigdemones de la época. No he podido saber si
esta Batet de 2018 es de la misma sangre de aquel Batet, al que dos años
más tarde de 1934 le costó la vida su leal defensa de la República.
Sea como fuere, Sánchez ha mandado a Meritxell Batet a Barcelona para lo contrario que el Cobrador del Frac: para pagar a los separatistas la deuda de su voto en la moción de censura. Le ha faltado tiempo a la señora Batet para preguntar «¿qué se debe aquí?» y decir que hay que acercar a cárceles de aquella parte de España a los rebeldes sediciosos que están en prisión preventiva por haber proclamado la República Independiente de Cataluña; sin contar con los jueces ni nada, hala, a pelo.
Sea como fuere, Sánchez ha mandado a Meritxell Batet a Barcelona para lo contrario que el Cobrador del Frac: para pagar a los separatistas la deuda de su voto en la moción de censura. Le ha faltado tiempo a la señora Batet para preguntar «¿qué se debe aquí?» y decir que hay que acercar a cárceles de aquella parte de España a los rebeldes sediciosos que están en prisión preventiva por haber proclamado la República Independiente de Cataluña; sin contar con los jueces ni nada, hala, a pelo.
Y le ha faltado también
tiempo a la Pagadora del Frac de Sánchez para decir que si hace falta
cambiar la Constitución en beneficio de las pretensiones de los
separatistas catalanes, se cambia y listo, sin contar con las mayorías
parlamentarias necesarias ni nada.
Ah, y de controlar los
gastos a la Generalidad, cero: barra libre, para que el dinero que les
manda Madrid se lo gasten en lo que quieran. Por ejemplo, en esa fábrica
de odio a España que es TV3 , cuyo presupuesto ya suma 250 millones de
euros, es decir, 32 veces el de la Casa del Rey.
¿Del Rey? Eso: a cuerpo
de rey tiene este Sánchez, tan buen pagador, a todos los que les
prometió destruir lo que hiciera falta e incluso vender a España a
cambio de 180 platos de lentejas, perdón, de votos.
ANTONIO BURGOS Vía ABC
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