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sábado, 30 de junio de 2018
SÁNCHEZ Y LA "COALICIÓN DEL RECHAZO"
La aceleración del presidente
quizás tenga que ver con su primera y más grave contradicción: ha pasado
de prometer elecciones "cuanto antes" a proponerse acabar la
legislatura en 2020
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. (EFE)
El próximo lunes se cumplirá el mes desde que Pedro Sánchez ganase a Rajoy la moción de censura.
Entre aquella fecha y el día 18 de junio, el nuevo presidente se aplicó
discretamente a formar su heterogéneo gobierno, gestionar la crisis
sobrevenida con el primer titular de Cultura y Deportes, Màxim Huerta,
y preparar lo que están siendo estas dos pasadas semanas de auténtico
vértigo. Ahora, el presidente ha entrado en una arriesgada espiral de
hiperactividad y de urgencias. Y quizás esta sobreactuación acelerada
tenga que ver con su primera y más grave contradicción: ha pasado de
prometer elecciones "cuanto antes" a proponerse acabar la legislatura en junio de 2020.
Para lograr esa permanencia en el poder Sánchez está abriendo
expectativas favorables a unos y a otros sin reparar, quizás, que tendrá
que gestionarlas con grandes dificultades para evitar sonadas
decepciones.
Sánchez lanza
mensajes de conciliación hacia el independentismo que rebotan sobre la
mediocridad política y el radicalismo ideológico de Torra
Además de abordar la crisis del Aquarius
—tan razonablemente humanitaria como políticamente arriesgada—,
Sánchez, sin solución de continuidad se ha comprometido a trasladar a
los políticos presos preventivos en la causa del 'procés' a cárceles
catalanas bajo la titularidad de la Generalitat y quiere hacer lo propio
con los presos de ETA,
habiendo iniciado en ambos casos los trámites para ello. Sánchez,
simultáneamente, lanza mensajes de conciliación hacia el independentismo
catalán que rebotan como en un frontón sobre la mediocridad política y
el radicalismo ideológico de Joaquim Torra.
Tanto es el afán dialoguista del presidente del Gobierno que hasta se ha abstenido de advertir al presidente de la Generalitat
sobre la naturaleza intolerable de la hostilidad al Rey que ya tuvo que
soportar comportamientos algo peor que impertinentes tanto en la
inauguración de los Juegos Mediterráneos como el jueves con motivo de la
entrega de los premios de la Fundación Princesa de Girona. Aunque sí lo hizo Josep Borrell, Sánchez tampoco respaldó expresamente a nuestro embajador en Washington que contestó con serenidad a un Torra activista y
mitinero que denigró en la capital de EEUU a la democracia española.
Sánchez debería saber hasta dónde llega la prudencia y cuándo empieza la
inútil condescendencia.
Mientras el presidente trata de allanar su entrevista con Torra el próximo 9 de julio, el PNV
da por hecho que obtendrá nuevas transferencias, manteniendo un doble
discurso: el del lendakari en Madrid —moderado— y el que los
nacionalistas lanzan en Euskadi —radical— en donde cada día tienen que
pactar más temas con la izquierda 'abertzale'. Todo este pisto político
es también compatible con la promesa de una inminente exhumación de los restos de Franco
y la conversión del megalómano Valle de los Caídos en una suerte de
monumento a la Memoria Histórica. Sánchez quiere complacer a todos sus
socios en la censura a Rajoy y desea hacerlo rápido para consolidar el
bloque que le aupó y con el que confía llegar a 2020.
El Valle de los Caídos.
La sustitución de la presidencia de RTVE
quiere Sánchez proveerla provisionalmente y también por un
procedimiento de urgencia: mediante un decreto ley (el 4/2018 de 22 de
junio) que va a plantear muy serios problemas de aplicación. Parece que
se impondrá el candidato de Podemos. El Gobierno ha anunciado igualmente
otro decreto ley para revertir las limitaciones establecidas en 2012 en
la sanidad universal, un asunto que ha de discutir con todas las
comunidades autónomas entre las que se registran ya algunas
discrepancias. Esperemos a ver si la ley de la eutanasia, otra
iniciativa urgente, prospera y cómo lo hace, porque se trata de una
expectativa que requiere de una ejecución normativa muy técnica y unas dotaciones sanitarias
de alto coste tanto material como personal. El presidente corre el
riesgo de generalizar la urgencia diluyendo las prioridades. No pueden
pasarse por alto en esta precipitada sucesión de hitos políticos —más
gestuales que materiales— los excesos propagandísticos de la Moncloa.
Sánchez haciendo 'running'; Sánchez con su perrita; Sánchez en el
helicóptero Superpuma; Sánchez con gafas Ray-ban en la cabina del avión;
las manos de Sánchez como expresión de "determinación"... en
definitiva, una pretensión un tanto banal de estereotipar en su
liderazgo al personaje.
No
vendría mal un poco de sosiego, de mayor reflexión, de orden, de
plantear las iniciativas una detrás de otra, de establecer una hoja de
ruta sometida a una cronología sensata. El presidente parece víctima de
lo que los anglosajones denominan "yes problem", es decir, de la
resistencia a decir no. Y es de suponer que pronto tendrá que empezar a
plantear negativas a los integrantes de la "coalición del rechazo" (a Rajoy) sobre la que escribió ('El País' de 4 de junio) el historiador Santos Juliá
y que le encumbró a la presidencia del Gobierno para restablecer la
estabilidad del país y no para concluir una legislatura para la que no
había —y sigue sin haber— un programa definido. Ahí está el quid de la
cuestión, la razón de una toma de decisiones a una velocidad temeraria,
que ya se está interpretando como un "un pago en diferido". Y es que 85 escaños dan para lo que dan.
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