Artículos para reflexionar y debatir sobre temas y cuestiones políticas, económicas, históricas y de actualidad.
Translate
martes, 26 de junio de 2018
CRÓNICA DEL 'SORAYISMO'
La vallisoletana –que jamás asumió
un compromiso con el partido, ni tuvo cargo orgánico- ostentó en Moncloa
un volumen de facultades, cuantitativo y cualitativo, exorbitante
La exvicepresidenta del Gobierno y candidata a la Presidencia del PP, Soraya Sáenz de Santamaría. (EFE)
Ayer se cerró a las 14 horas el censo de militantes del PP que el 5 de julio elegirán candidato y compromisarios para el congreso extraordinario del partido que se celebrará el 20 y 21 de julio. Sorprendentemente, la candidatura favorita parece ser la de Soraya Sáenz de Santamaría,
exvicepresidenta plenipotenciaria de Mariano Rajoy en tres
legislaturas, la X (2011-2015), la XI (de diciembre de 2015 a junio de
2016, si bien en funciones) y en la XII (de junio de 2016 a mayo de
junio de 2018) en la que el anterior presidente y su Gobierno, con el
PP, perdieron el poder ganándolo Pedro Sánchez y el PSOE al prosperar, por primera vez en democracia, una moción de censura.
Durante estos años hay que comenzar a preguntarse si en España ha gobernado el 'rajoyismo' o el 'sorayismo'. La vicepresidenta ha tenido entre 2011 y 2018 un inmenso e incalculable poder. Superior a cualquier otro/a vicepresidenta. De tal manera que no puede explicarse la gestión de Rajoy
sin la de Sáenz de Santamaría, y a la inversa. Para bien, pero también
para mal. La vallisoletana –que jamás asumió un compromiso con el
partido, ni tuvo cargo orgánico ni base territorial- ostentó en la
Moncloa un volumen de facultades, cuantitativo y cualitativo,
verdaderamente exorbitante.
La vicepresidenta lideró en el seno de los distintos Gobiernos de Rajoy un 'lobby' de ministros afectos, siendo los principales, los hermanos Nadal (en posiciones inicialmente de segundo nivel y luego de primer), Fátima Bánez y, sobre todo, Cristóbal Montoro, al que avaló en su desastrosa amnistía fiscal (2012), anulada el año pasado por el Constitucional.
Este 'lobby' ministerial pugnó por la hegemonía respecto de otros
ministros que tuvieron que agruparse (el famoso G5) para resistir el
envite, alzándose José Manuel García Margallo como referencia de contestación
a la política de la vicepresidencia que con su 'longa manu' alcanzaba a
instancias varias, desde la RTVE hasta los medios privados de
comunicación, pasando por la utilización de la oficina económica de la
Moncloa frente al Ministerio de Economía del discreto y sufriente Luis
de Guindos.
La vicepresidenta recabó para sí el CNI,
que se ha mantenido bajo su control hasta la llegada del nuevo
Gobierno, lo mismo que los Servicios Jurídicos del Estado. Presidió
todas las comisiones delegadas del Gobierno, incluso la de Asuntos
Económicos que se reservó Rajoy y que acabó delegando también en ella.
Suya fue la estrategia jurídico-constitucional a tenor de la cual el
Gobierno en funciones (casi 10 meses) no se sometió al control de las
Cortes Generales, asunto ahora pendiente de sentencia del
Constitucional. Y suya fue la táctica de vetar las iniciativas de la
oposición en el Congreso (más de 40) que Pedro Sánchez se está
aprestando a levantar.
Sáenz de Santamaría, abogada del Estado como María Dolores de Cospedal, tuvo la extraña capacidad de –además de pasar olímpicamente del partido- provocar la reactividad de muchos de los ministros de Rajoy,
fueran o no amigos del presidente (Soria, el mencionado García
Margallo, Rafel Catalá, Juan Ignacio Zoido…). Por todo eso se acuñó el
término 'sorayos' referido no solo a los ministros afectos, sino a los
muchos secretarios de Estado que también lo eran, embajadores y cargos
varios. Mariano Rajoy le dejó hacer hasta el final de los finales que se produjo en la sobremesa en el Arahy de Madrid, cuando decidió entregar el poder con armas y bagajes, sin resistencia alguna, al PSOE de Pedro Sánchez, después de la negociación –brillantísima como se ha visto- de los Presupuestos con el PNV y en la que intervino como era de rigor la vicepresidenta plenipotenciaria.
La
crónica del 'sorayismo' (funcionarismo, burocracia, legalismo) es
también la del 'rajoyismo' sin que se esté muy seguro de qué fue antes,
si el huevo o la gallina. En todo caso, sí tenemos ante nosotros el
resultado. Sánchez va a revertir todo lo que pueda la labor del uno y de
la otra (en muchos casos con el aplauso transversal, como en el de la ley mordaza)
que cerraron con una moción de censura –caso inédito- su trayectoria en
el poder. Extraña desde luego que Sáenz de Santamaría sea la favorita en estas primarias
'sui generis' para designar la nueva presidencia del Partido Popular.
Pero, como dice el refrán, cada cual se ahorca del árbol que más le
gusta. Mientras la más genuina 'rajoyista', Ana Pastor, parece perpleja
por la espantada de Núñez Feijóo ante la vicepresidenta y la aparente ventaja de la candidatura de la que fue 'vicetodo'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario