Albert Rivera en un acto en Málaga.
EFE
Dos semanas después de la moción de censura que cambió el curso de la política española, sigue causando asombro la reacción del mainstream mediático contra Ciudadanos (Cs), acusado de ser el malo de la película que desalojó a Mariano Rajoy del poder y entronizó en su lugar a Pedro Sánchez,
el hombre que, encantado de haberse conocido, literalmente “levita” en
Moncloa, según testimonio de quienes le han visto en los últimos días.
Se trata de una reacción que llama la atención por su virulencia, como
si se hubieran abierto las compuertas del “se va a enterar”, como si
para la tropa tertuliana hubiera llegado el momento de pasar a cobro no
sé qué letra de cambio contra la formación naranja, todos dispuestos a
atizarle estera, todos contra Albert Rivera,
y qué jolgorio entre la manada periodística, que si Cs está tocado y
posiblemente hundido, que si a Rivera se le ha pasado el arroz, que si
un tren ha cruzado por su puerta y no ha sabido cogerlo… Palos sin
compasión a un partido que si algo mal ha hecho ha sido querer apoyar a
dos Gobiernos de tono tan distinto como PP y PSOE, y que si algo sigue
haciendo mal es reclamar el derecho de los españoles a ser llamados a
las urnas cuanto antes.
Una reacción que ha puesto en evidencia la pobreza
argumental de tanto ilustre plumilla convencido de poder dictar norma,
cuando su auténtica aspiración no va más allá de pastar en el
Presupuesto a la manera galdosiana. Pobreza argumental e intereses
creados, como corresponde a una profesión que, muy dañada por
corruptelas mil, es parte consustancial de la burbuja mediático-política
española. Total que, en opinión de una mayoría de cronistas, Cs está
muerto, y a mí me parece que nunca como ahora viene a cuento la
sentencia de Mark Twain según la cual, “las
noticias de mi muerte han sido muy exageradas”. Es posible que Cs y
Rivera se hubieran hecho demasiadas ilusiones a cuenta de unas encuestas
que les acercaban al paraíso sin haber pasado por el purgatorio, pero
en todo caso ese no es ningún pecado, que llegar al poder es aspiración
natural en cualquier político que se precie.
¿Traicionó Cs sus
postulados en la doble jornada de la moción de censura? En este diario
se ha hecho hincapié en el error que suponía el apoyo de Rivera a los
PGE 2018, en tanto en cuanto eso prolongaba la vida de un Gobierno inane
durante demasiado tiempo. Era preciso acortar el tránsito e ir cuanto
antes a elecciones generales. Y ese fue el mensaje que Rivera transmitió
el jueves 31, el de que la legislatura estaba agotada, tan agotada que Mariano fue esa tarde a refrescarla con whisky on the rocks en un garito de la calle Alcalá, mientras en el Congreso se cocinaba su derrota.
En este diario se ha hecho hincapié en el error de Rivera por apoyar los PGE, porque prolongaba la vida del Gobierno
Rivera
hizo más: ofreció su apoyo a la moción de Sánchez a condición de que su
hipotético Gobierno limitara su cometido a la convocatoria inmediata de
elecciones generales, no al absurdo de pretender gobernar con 84
diputados durante dos años, con el objetivo de tirar del gasto público y
salir con ventaja, llegado el momento, desde la línea de salida
electoral. Por eso, frente a las críticas apresuradas de tanto cronista
despechado, Rivera debería recuperar la calma en espera del final de los
fuegos artificiales de un Gobierno muy pintón, en el que nombres
respetables se alinean con auténticos campeones/as de ese sectarismo
marca de la casa PSOE. La pirotecnia le ha durado apenas una semana al sanchismo; se ha consumido antes incluso de que Mínimo Huerta
lograra colocar sus posaderas sobre el banco azul. Mucho antes de
Navidad, los españoles tendrán información bastante para valorar el
verdadero calado de este Gobierno voluntarioso, construido sin pies ni
cabeza, sin criterio ideológico alguno, obra maestra de uno de esos
genios de la comunicación que suelen acompañar la ambición de tanto
líder de cartón piedra. Una operación de marketing político, rubricada
nada más salir del cascarón con un gesto de tan obsceno populismo como
el del Acuarius, a tono con el frágil andamiaje emocional de una sociedad tan fácilmente manipulable como esta.
¿Un PP nuevo, con Núñez Feijóo al frente?
Un
horizonte complicado para todos, desde luego también para Rivera.
Expuesto aún a numerosas sentencias por corrupción, la lluvia de barro
va a seguir cayendo inmisericorde sobre el PP, con su dirigencia
centrando sus energías en la guerra sucesoria. La solución a corto plazo
se antoja una quimera, porque no habrá PP en condiciones de recuperar
la confianza de los votantes si no hay una renovación a fondo, una
regeneración real. Los estímulos para seguir hozando en la basura son
demasiado fuertes, y forman parte de los secretos compartidos que nadie
está dispuesto a aventar. ¿Un PP nuevo, con Núñez Feijóo
al frente? Aceptemos pulpo como animal de compañía. Ni siquiera tal
cambalache será posible si el sucesor de Rajoy no tiene el valor de
despedir a las dos señoras, las dos “niñas asesinas” que llevan años
tirándose de los pelos, tras agradecerles los servicios prestados.
Soltar lastre y construir una dirección totalmente nueva. No vale el
simple lavado de fachada. Cambiar de sede, quizá de siglas, y construir
un partido en Cataluña con capacidad para gestionar un proyecto político
propio. Mientras se dirime esa pelea, el “nuevo” PP volverá a
sobreactuar en su papel de oposición dura a Sánchez, con el ánimo de
insuflar vida nueva al viejo y añorado bipartidismo.
No
menos complicado lo tendrá el PSOE, a pesar de las mieles del poder.
Probablemente subirá en las encuestas a corto plazo, pero la vida le va a
resultar a Sánchez cualquier cosa menos fácil, como ya se ha encargado
de recordarle Iglesias, y como la dura
realidad del “caso Huerta” ha puesto en evidencia. Al margen de medidas
de corte social-populista que podría sacar adelante en el Congreso con
apoyos variopintos, hacer política de verdad con 84 diputados se antoja
cosa harto difícil, con el añadido de que el paso de los meses redoblará
la presión para esa llamada a las urnas que el socialismo pretende
hurtar. La gestión del “problema catalán” se imagina especialmente
complicada para un PSOE de nuevo tentado a apostar por el criminal
chalaneo zapateril, empeñado en ignorar la realidad
de un separatismo que no admite otra cosa que no sea la rendición del
Estado, algo que los españoles no van a permitir ni a Kim Torra ni a Pérez-Castejón. La contradicción entre un Borrell con principios y una Meritxell Batet movida por los Icetas de turno, puede que no tarde en explotar.
Se trata de alimentar el esquema bipartidista, hoy muy raquítico según todos los sondeos
En sede parlamentaria, Sánchez tratará de compensar la
debilidad de su posición armando de nuevo la vieja estrategia anti PP.
Se trata de alimentar el esquema bipartidista, hoy muy raquítico según
todos los sondeos. Ambos van a dejar a Cs un espacio muy grande de
actuación. “A diferencia del bipartido, nosotros apoyaremos aquella
iniciativa que pueda adoptar cualquiera de ellos y que redunde en
beneficio de la mayoría. ¿Qué el PP se regenera de verdad? Estupendo,
nosotros le apoyaremos en lo que sea menester. Es lo que no han
comprendido los del turno: que no somos un partido al uso, porque en la
naturaleza de Cs lo primero es España, muy por delante del partido o de
su dirigencia. Esto va de hacer realidad una España moderna, de
construir una verdadera democracia; esto no va de asaltar el poder y
parapetarse en él; no va de sentarse en la política como una forma de
vida. Tenemos corte por delante, cierto, pero el mismo que teníamos
antes del 1 de junio. ¿Qué ha pasado? Que con el Gobierno Rajoy íbamos
con el piloto automático y ahora hemos tenido que coger los mandos”.
Ciudadanos como alternativa al bipartidismo
Convertirse
en alternativa al bipartidismo. No al PP o al PSOE, sino a ambos y al
proceso de retroalimentación que ambos persiguen. Dejando pasar el
tiempo y siendo coherente con los principios. A Rivera le convendría
olvidarse de la pseudopolítica, no digamos ya de la antipolítica, y
dedicarse en cuerpo y alma a hacer Política (ese “lento y constante
perforar de duras tablas” que decía Weber).
Política con mayúsculas, lo que implica trabajar en serio en la
concreción de un proyecto liberal para España, y a hacerlo en plena
calle, lejos de púlpitos, lejos también de la tentación del regate en
corto y de ocurrencias como esa tan reciente de enseñar inglés a los
niños en el verano. Usted dedíquese a hacer Política, señor Rivera;
nosotros nos ocuparemos de convertir a nuestros niños en hombres de
bien. Cuide sus amistades, sobre todo las que sólo buscan regalarle los
oídos. Y no se ponga nervioso, que hay más días que longanizas para
conquistar Moncloa sin necesidad de pactar con el diablo.
¿Cómo? Básicamente consolidándose como el muro de contención frente al
separatismo, un papel que el PSOE no quiere jugar porque está por el appeasement
y que el PP no ha sabido interpretar durante la aplicación del 155.
Será un año duro, porque no se podrá hacer política constructiva dada la
aritmética parlamentaria. “El descrédito del Gobierno Sánchez va a ir
muy rápido. Nosotros seguiremos apostando por impulsar el patriotismo
ilustrado y civil, la regeneración institucional y de la vida pública, y
la denuncia sin concesiones del separatismo. Y pasado ese año los
españoles tendrán que elegir si quieren más de lo mismo, más
bipartidismo, o prefieren de verdad un cambio. Al fin y al cabo unos y
otros nos atacan porque nos ven como un peligro para su supervivencia,
los únicos capaces de romper la espina dorsal del sistema del turno.
Es lo que explica la inquina contra Ciudadanos: nuestra capacidad para
crear algo realmente nuevo desde el 78 y nuestra decisión de acabar con
los intereses creados”. Como dicen los contundentes octosílabos
falsamente atribuidos al Tenorio, “Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”. Ciudadanos está vivo.
JESÚS CACHO Vía VOZ PÓPULI
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