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domingo, 3 de junio de 2018

¿HAY UNA VENTANA DE OPORTUNIDAD?

La llegada de Sánchez a la Moncloa y el fin del 155 pueden permitir una distensión entre constitucionalismo y secesionismo. Las posiciones de los dos gobiernos no parecen haber cambiado


Pedro Sánchez antes de prometer su cargo ante el Rey. (Reuters)


El expresidente del Cercle d'Economia y prestigioso ensayista y economista, Anton Costas, que tiene una muy buena relación personal con Mariano Rajoy y de quien se ha dicho que Pedro Sánchez querría incorporar —como independiente— a su Gobierno, abrió el viernes por la tarde, en las jornadas anuales del Cercle d´Economia de Sitges, el debate entre los líderes de los partidos catalanes diciendo que parecía abrirse una ventana de oportunidad en el cerrado conflicto catalán. La expectación era fuerte y el gran salón del Hotel Meliá de Sitges estaba lleno a rebosar para escuchar el debate entre Inés Arrimadas (Cs), Xavier Domènech (ECP), Lluis Font, que sustituía a Marta Pascal (PDeCAT), Xavier García Albiol (PPC), Miquel Iceta (PSC) y Sergi Sabría (portavoz de ERC).

¿Ventana de oportunidad? En pocas horas ha habido dos hechos relevantes que pueden tener consecuencias. Uno, la rectificación del 'president' Torra que ha sustituido a los dos 'consellers' presos y a los dos huidos y que ha comportado el fin de la suspensión de la autonomía del artículo 155, vigente desde finales de octubre pasado. Rajoy mantuvo su posición y Torra acabó adaptándose, escudado en una querella contra Rajoy. El segundo hecho, más relevante para toda España, es el relevo en la presidencia del Gobierno de Mariano Rajoy por Pedro Sánchez tras la moción de censura socialista que fue votada por Podemos y por todos los partidos nacionalistas (ERC, PDeCAT, PNV e incluso Bildu). Justo los que votaron junto a Rajoy para impedir la investidura de Sánchez en marzo del 2015.

Todo optimismo debe ser muy prudente porque las posiciones de fondo son las mismas

¿Pueden abrir estos dos hechos la ventana de oportunidad que vislumbra Anton Costas? Durán Lleida, que alejado de la política activa mira las cosas en perspectiva, cree que el cambio no es negativo y puede ser positivo. En el independentismo las posiciones más radicales de Puigdemont no salen beneficiadas mientras que el grupo parlamentario del PDeCAT en Madrid, con una coloración más moderada, adquirirá mayor protagonismo al igual que ERC. Que ambos grupos hayan votado a Pedro Sánchez implica la posibilidad de una relación menos agresiva, pero —advierte— el deshielo está todavía lejos y puede no llegar. No tanto ya por la actitud de los líderes independentistas, sino porque la idea de la separación —y no tanto de más autogobierno— se ha incrustado en los últimos años en la mente de muchos catalanes, en el 47% de ellos a la hora de votar.

La advertencia del presidente José Montilla, antes de la sentencia del Estatut, sobre la desafección de Cataluña fue profética. Además, las posiciones de fondo no han cambiado en absoluto. Pedro Sánchez insistió en su discurso en que el fin del conflicto pasaba por dialogar en el seno del marco estatutario y constitucional. Y el 'president' Torra, en la toma de posesión de los 'consellers', ha insistido en la idea de independencia y república. Y parece que la diputada Carmen Calvo, exministra de Zapatero y que negoció con Soraya Sáenz de Santmaría el pacto del 155, será la vicepresidenta del gobierno Sánchez. ¿Qué ha cambiado pues? Que ERC y el PDeCAT han votado la censura (aunque no sea a favor de Sánchez, sino contra Rajoy) y que el líder socialista ha agradecido el voto. Puede ser el inicio de una distensión. Y es cierto que los grupos parlamentarios del PDeCAT y ERC en Madrid, más sensibles a la realidad española, pueden adquirir mas peso político y compensar el predominio del puigdemontismo en Barcelona.

Al mismo tiempo la formación del nuevo gobierno catalán, en el que dos políticos jóvenes y preparados como el vicepresidente Pere Aragonès (ERC) y la economista Elsa Artadi (antigua colaboradora de Mas-Collell) tendrán mucho peso, puede suavizar las aristas más integristas o carlistas de Puigdemont y Torra.

La polarización de Puigdemont -Rajoy dificultaba todo intento de aproximación

Quizás pasemos de la muy crispada polarización con ausencia total de relación Rajoy-Puigdemont a un tablero más abierto y con más participantes: Pedro Sánchez, grupos parlamentarios del independentismo en Madrid (Joan Tardà y Carles Campuzano) con Oriol Junqueras y Marta Pascal detrás, la Generalitat influida no solo por Puigdemont y Torra sino también por Pere Aragonés y Elsa Artadi, y el PSC de Miquel Iceta, que sabe mucho más del conflicto que Soraya Sáenz de Santamaría, el único miembro del gobierno Rajoy que buscó pactos (sin éxito) en Cataluña.


Soraya Sáenz de Santamaría junto a Mariano Rajoy en la bancada del Congreso. (EFE)
Soraya Sáenz de Santamaría junto a Mariano Rajoy en la bancada del Congreso. (EFE)

¿El cambio es haber pasado de un bloqueo cerrado y persistente a una posibilidad de diálogo? Es lo que se produjo el viernes en el coloquio del Cercle en Sitges. Su presidente, Joan Josep Brugera, lo valoró y percibió —al igual que en el discurso inagural de Torra el jueves— "voluntad de distensión y encuentro", necesarios para "superar el frentismo y recuperar la normalidad social, política y empresarial". Quizá peca de diplomático optimismo, pero es cierto que se notó una voluntad de "desescalar", como lo define el director de 'El Periódico', Enric Hernández, la agresividad del conflicto. El tono fue muy correcto —y distinto al del Parlament— pero las posiciones de fondo no han cambiado. Tanto Sabría (ERC) como Lluis Font (PDeCAT), vieron en el documento del Cercle una aportación bienintencionada e interesante, pero incompleta, respecto a las reivindicaciones catalanas que volvieron a identificar con la independencia.

Por el contrario, Miquel Iceta lo acogió de forma más entusiasta y recalcó que, antes de negociar con Madrid, Cataluña necesita llegar a un pacto interno porque el gobierno catalán solo quiere representar al 47% de catalanes. E Iceta insistió, discrepando de Xavier Domènench, que se debía negociar sin límites previos pero que el acuerdo solo sería operativo si tenía el respaldo de los dos tercios del Parlament porque así lo establece el Estatut. Y todo acuerdo distinto se saltaría la legalidad y solo conduciría —puntualizó que esa experiencia ya está hecha— al fracaso con consecuencias muy perjudiciales.



Arrimadas estuvo en una onda parecida. Insistió en que Cataluña estaba partida en dos mitades, que Torra solo quería gobernar para una mitad y que por eso había fractura social. Y aunque en un tono mas pausado que Rivera puso una condición previa a todo acuerdo, que el independentismo asumiera su error y se comprometiera a respetar la legalidad. Supeditar el acuerdo con la otra parte a que esta reconozca explícitamente su equivocación no es lo más operativo. Menos cuando esa otra parte es la mitad de Cataluña. Solo Arrimadas e Iceta recibieron aplausos, donde en otro tiempo CDC y Pujol eran, no sin reparos, los preferidos.

Expectación ante la composición del primer gobierno de Pedro Sánchez

¿Hay pues ventana de oportunidad? Sí, pero exigirá que todo el mundo se mueva. Además, mucho dependerá también de la actitud que adopten Cs y el PP que no están nada entusiasmados con el éxito de la moción de Sánchez.

Y en un plano mas general en sus discurso de clausura el presidente del Cercle agradeció a Rajoy su presencia en la jornadas durante los últimos catorce años así como su gobernación "con sus aciertos y errores, en situaciones muy complejas". Luego sobre el cambio en Madrid recalcó: "Hemos de vivir esta nueva etapa exigiendo rigor y estabilidad, pero a la vez sin temor. No conduce a ninguna parte generar anticipadamente señales de alarma. Es el momento de la confianza en los nuevos gobernantes. Hemos de esperar a las próximas semanas para conocer las orientaciones y propuestas del nuevo Gobierno y la consistencia de sus apoyos parlamentarios… Creemos necesario pedirle un claro compromiso con nuestros socios europeos y la estabilidad macroeconómica".




Pedro Sánchez debe leerlo bien. Uno de los foros mas abiertos del empresariado español no está alarmado, pero si inquieto pese a su inteligente compromiso de respetar el presupuesto ya aprobado y las normas de la UE. Y Sitges estaba expectante por saber el nuevo titular de Economía. Si fuera David Vegara, antiguo secretario de Estado de Economía con Solbes y que increíblemente fue vetado en el 2012 para el BCE (el PP prefirió que España se quedara sin representante), habría un suspiro de satisfacción. Un empresario madrileño me dice directo que aprecia su gran capacidad técnica, que sea valorado en Bruselas y Fráncfort y su escaso, aunque no inexistente, partidismo. No ven mal, aunque está más ligado al partido, a Jordi Sevilla que era el pretendido por Sánchez en el 2015. Mas allá les surgen muchas dudas, aunque —reconocen— basadas en el desconocimiento.

Pedro Sánchez tiene su primer e importante desafío en la composición de su primer gobierno. En especial en el área económica. Y más cuando preocupa el rumbo del nuevo gobierno italiano. La Bolsa subió el viernes y la prima de riesgo bajó, pero un día es solo un día.


                                                                                  JOAN TAPIA   Vía EL CONFIDENCIAL

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