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miércoles, 20 de junio de 2018

PP, Luci, Bom y otras chicas del montón

Soraya y Cospedal EFE


Tras la operación “Entronizar al soldado Sánchez” en la presidencia del Gobierno, indiscutible éxito de crítica y público, tan coronada ella de fuegos artificiales y brindis al sol, llega a nuestras pantallas, de la misma acreditada factoría “Generación del 78”, la operación “Rescatar al PP de las tinieblas” con unas primarias muy mediáticas, televisión a tope, dosieres, venenos, y ensangrentadas cabezas purasangre entre inmaculadas sábanas blancas, película cuyo papel estelar van a desempeñar dos señoras que durante años han puesto su leal saber y entender al servicio de arruinar al partido, llevarlo al borde del precipicio para despeñarlo cual modernas Thelma y Louise, y que ahora, oh milagro, se presentan como salvadoras, milagreras sacerdotisas dispuestas a rescatar el navío del fango después de haberlo hundido, siempre a las órdenes, siempre de rodillas, obedientes hasta ruptura de mandíbula, del gran chamán de la derecha conservadora, el tipo que ha sido capaz de algo tan inédito en la moderna historia europea como regalar el Gobierno de España a un intrépido don nadie de la izquierda radical.


Decidieron salir en tromba, para neutralizarse, dispuesta la una a morir abrazada a la otra con tal de que ninguna logre alcanzar la tierra prometida
Ambas dieron ayer el paso, después de que el candidato gallego, el Bratt Pit de esta película, el chulo capaz de poner una floristería a Thelma y Louise y retirarlas de la política, apearlas de esta guerra fratricida, nos ofreciera otro de esos bochornosos espectáculos, llanto impostado al canto, a los que tan acostumbrados estamos últimamente. Núñez Feijóo fue anteayer nuestro Pepe Isbert dispuesto a protagonizar la última reedición de “Bienvenido, Mister Marshall”, y como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esta explicación que os debo… y traguito para superar el trance, porque sabéis de mi compromiso con el PP, y agua va, y el gran partido que es el PP, y agua viene, y la explicación que os debo que no acaba de llegar, hasta que llegó la lágrima, de eso se trataba, porque eso impresiona ahora mucho al gentío, hombres como castillos rompen a llorar en televisión por cualquier futesa sin el menor recato, hasta que nuestro Pepe Feijóo soltó la bomba, me quedo en casa, que os den, que os metáis Génova por donde os quepa, es el “yo la amaba. Sí. Mas con lo que habéis osado, imposible la hais dejado para vos y para mí” que don Luis Mejía le dice al Tenorio, que es lo que Mariano les ha dicho a los afiliados del PP: os he dejado un partido tan guapo, tan alicatao hasta el techo, que no lo arregla ni la madre que lo parió.

Y entonces decidieron ellas salir en tromba, para neutralizarse, dispuesta la una a morir abrazada a la otra con tal de que ninguna logre alcanzar la tierra prometida. Cospedal se refugió en el PP de Castilla-La Mancha para soltar un dizque discurso en el que hubo mucho jabón a Mariano, insólito, mucha recopilación de los hechos y dichos, las obras completas de esta esforzada abogada del Estado con serias dificultades para empatizar, y de postre, una buena ración de autobombo de “responsabilidad, humildad, ilusión, confianza, sentido del deber, llamada al servicio, experiencia” y un sinfín de sedicentes virtudes en un parlamento falto del más elemental hilo conductor ideológico, porque el PP, el de Mariano y el de sus “muñecas asesinas”, es la “tecnocracia”, es decir, la nada con gaseosa, el desierto de las ideas, la ausencia de cualquier pensamiento capaz de elevar el discurso. Cero patatero. Pero, eso sí: “Estoy preparada” (sic). Tan preparada está que el jueves 31 de mayo acompañó a Mariano en la timba del Club 31, whisky va, whisky viene, sírveme uno con mucho hielo, Carmen querida, en uno de los episodios más vergonzosos que se recuerdan en la historia parlamentaria española, mientras en el Congreso se discutía el destino de este país para un buen montón de años. Y esta señora, María Cristina, nos quiere gobernar.

Montoro y Nadal apoyan a Soraya


Una hora después apareció doña Soraya, rodeada de una nube de alcachofas que la tapaban en modo manta zamorana. Y allí soltó la señora, abogada del Estado también, en realidad “abogados contra el Estado”, un breve parlamento que llevaba aprendido, opositora que es una, ya se sabe, que desde el punto de vista ideológico resultó más pobre aún, más romo, que el de Cospedal, que ya sabemos que las obras completas de Sáenz de Santamaría caben en un pañuelo lleno de mocos. Y ¿qué piensa esta mujer? ¿Qué idea tiene del Estado? ¿Qué proyecto para el futuro de España? ¿Alguna idea liberal en el magín? Nadie lo sabe, misterio, que lo suyo estos años ha sido pastorear a los grandes grupos de comunicación, investida del mayor poder que mujer alguna haya tenido en nuestra democracia. Como ejecutiva, es de señalar, sin embargo, el extraordinario éxito cosechado por su gestión en la crisis catalana, territorio donde ejerció de virreina para que el golpista Junqueras le masajeara la hombrera en señalada ocasión, y tanto ha sido el éxito que ella sola ha conseguido acabar con el separatismo, hasta el punto de haber convertido Cataluña en un remanso de paz donde los no nacionalistas pueden, gracias señora, salir a la calle a cuerpo gentil y sin miedo a ser insultados. De modo que doña Soraya tiene todas las cartas en la mano. Como remate de fiesta, la doña cuenta con el apoyo de Montoro y de Álvaro Nadal, de los Nadal de toda la vida, listísimos, lo que sin duda es un puntazo.  
Resultaría un contrasentido que los militantes del PP eligieran para el futuro a quien acompañó la tierra quemada del pasado
 Dicen que Mariano si pudiera votaría a Soraya, no les digo más. Este es el panorama que el PP ofrece hoy desde la cubierta de esta España en riesgo de desguace. Dos señoras que han participado activamente en la demolición del proyecto político del centro derecha español, aspiran a empotrarse como solución al problema. Oír los parlamentos de ambas sin que ninguna haya tenido el rasgo de dignidad de empezar por pedir perdón, perdón a los españoles de centro derecha por haber consentido en silencio estos años la obra de demolición de un pusilánime capaz de colocar España en el foso de los leones, es de una radical inmoralidad. No sé lo que harán los militantes a corriente de pago –si es que hay alguno- del Partido Popular, pero resultaría un contrasentido inimaginable que eligieran para abordar el futuro a alguien que acompañó la tierra quemada del pasado. Esos militantes tienen una alternativa en Pablo Casado, si es que la secta de los hashashin que maneja los dosieres de Soraya desde la fortaleza del Alamut no se lo carga antes. Es el PP que ha dejado Mariano. La herencia Rajoy: “PP, Luci, Bom y otras chicas del montón”. Una surrealista casa de citas, donde van a volar hostias como panes. ¿Estamos asistiendo a los estertores del PP? 


                                                                                      JESÚS CACHO  Vía EL CONFIDENCIAL

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