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viernes, 8 de junio de 2018

LA HORA DE LA VERDAD DEL SÁNCHEZ PRESIDENTE

Pedro Sánchez ha de ser consciente de que si trata de contentar al cúmulo de fuerzas que le han apoyado terminará su mandato más temprano que tarde, y nunca más podrá contar con regresar a la política

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez David Cabrera


Todo ha pasado para él en un suspiro. Aturdido por la onda expansiva de su aventurada moción de censura, ha vivido todos estos días como un torbellino  vertiginoso mientras cobra plena conciencia de lo qué es y lo qué significa estar a los mandos políticos de España en un momento especialmente convulso y delicado.

En su primera semana como presidente ha recibido un máster en pragmatismo que le alejará de posturas maximalistas y radicales
Nadie teme ahora lo que hace una semana se revelaba como una inquietante posibilidad: un Ejecutivo de peligrosos izquierdistas con la revolución por bandera. En sus primeros compases monclovitas el presidente misacantano ha demostrado saber dónde está y a lo que se enfrenta. Ha decidido, como D’Ors, hacer los experimentos con gaseosa y apostar por una alineación de casa, todos del PSOE y algunos independientes, que transmita tranquilidad a los mercados y, muy especialmente, a Europa. Sánchez se sabe observado por el mundo económico y político internacional. Ha recibido buenas palabras de las instituciones y de los mandatarios de todos los países. Se le han ofrecido manos tendidas y disposición para la colaboración. Tras hablar telefónicamente con líderes y actores del tablero internacional conoce perfectamente sus límites de actuación y las líneasrojas que no puede traspasar. Si no es un insensato o un estólido, ha de ser plenamente consciente de que si trata de contentar al cúmulo de fuerzas que le apoyaron en su moción de censura terminará su mandato más temprano que tarde, y nunca más podrá contar con regresar a la política. Como lo que indisimuladamente pretende es durar lo más posible en su actual rol, el objetivo vital que se ha trazado pasa por concitar acuerdos y apoyos que le permitan continuar en la Moncloa tras las próximas elecciones generales. Y para ello no puede permitirse ni una sola frivolidad.

En las próximas semanas tendremos la posibilidad de conocer su plan concreto de actuación, tras quitarle el “IVA” de las formulaciones teóricas, y, sobre todo, las medidas que, inevitablemente, van a quedar aparcadas en el cajón del pragmatismo, como la derogación de la reforma laboral. Gravitando en torno a Sánchez está la UE, la Administración de EE.UU., el BCE, las corporaciones bancarias, los empresarios, Francia, Alemania, la prima de riesgo, el desempleo, y la recuperación económica, que los ciudadanos tienen presente y notan tras la etapa Rajoy. También orbitan en torno suyo Podemos, los nacionalistas insaciables, revolucionarios de salón y todos aquellos que pretenden atraerle a su terreno en la convicción de que aquí ha ocupado el poder una extrema izquierda tan improbable como ausente de la Moncloa.
Nadie teme ahora lo que hace una semana se revelaba como una inquietante posibilidad: un Ejecutivo de peligrosos izquierdistas con la revolución por bandera
Este viernes, Sánchez siente, por primera vez, el peso del poder y también la soledad de su ejercicio. La reunión del Consejo de Ministros, es la traslación a la política de la máxima evangélica “por sus obras los conoceréis”. Tras el nombramiento de sus ministros, ahora le toca adoptar decisiones sabiendo, como sabe, que cada una de ellas le granjeará, inexorablemente, simpatías y desafectos. Su drama es que desde el ámbito PP-Ciudadanos, se azuzará la idea de su supuesto izquierdismo radical Y del mismo modo, desde el sector de la izquierda podemita y demás confluencias, se le va a visualizar como todo un traidor a las clases más desfavorecidas. Al final, gobernar es eso  exactamente, enfadar a unos cuantos, desengañar a otros y ser percibido como alguien poco creíble en sus convicciones progresistas. Ese es, justamente, el precio del poder. La sensación de vértigo, de soledad y de incomprensión que habitará su vida a partir de hoy mismo, cuando anuncie nombramientos de segundo nivel y primeras medidas de actuación, al terminar su primera semana laboral, reunido en torno a los suyos en la sala del Consejo. No está Rajoy y no tendrá a quién echarle la culpa; ya está sólo él en la difícil coyuntura de desayunarse cada mañana los sapos correspondientes con el café con leche. Y tal y como están las cosas, todo parece augurar que el nuevo presidente, si quiere sobrevivir, se va a convertir en todo un gourmet a la hora de ingerir bufónidos. Hoy empieza todo, especialmente una larga carrera electoral para el nuevo presidente y su partido. Veremos...


                                                                          ANTONIO SAN JOSÉ   Vía VOZ PÓPULI

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