Para enfadar a un conservador dile una mentira. Para enfadar a un “progresista” dile una verdad»
Este dicho vuelve a ser cierto en esta nueva y agitada España sanchista en la que todo lo peor vuelve como con ZP a disfrazarse de bondad. Quien diga verdades se convierte en enemigo a batir por los adalides del bien falsario.
Pocos necios creerían a Pedro Sánchez cuando dijo que nada debe a los siniestros aliados que le han llevado al Gobierno con sus ridículos 84 escaños. Hoy ya todos esos extremistas, desde los comunistas de Podemos a los golpistas y filoterroristas, se ven con derecho a olvidar todo disimulo en sus ataques a la legalidad. Sánchez se lo debe. Él está dedicado a los regalos con dinero ajeno, desde su reality show en Valencia a los nueve millones para sindicatos. Para gastos y el buen apetito. No le vayan a irritar al recordarle promesas delirantes.
Ayer, la verdad que enfadó a la tropa fue otra vez un mérito de este periódico. ABC tiene desde hace 115 años el honor y el privilegio de irritar a muchos, pero sobre todo a los más furibundos enemigos de la libertad, que en España son, tras los terroristas y junto a los separatistas, los comunistas. Ayer, la portavoz de los comunistas de Podemos en el Congreso, Irene Montero, no solo atacó como es habitual al periódico por lo que dice. En una inaudita intervención en televisión dijo que había que prohibirle a ABC que publicara las portadas que publica sobre la crisis de los refugiados.
Portadas con tragedias en el mar que se multiplicarán. Por el «efecto llamada». Porque Rabat quiere. Y porque los demás países, escarmentados por la catástrofe social que lleva a sus urbes el colapso de las fronteras exteriores, hacen ya todo lo contrario. Y ponen coto a ONG que en parte actúan con y como los traficantes. ¿Unos por ideología y otros por dinero? Puede ser. Pero da lo mismo. Cuando los demás países cierran los puertos y las puertas, Sánchez abre de par en par y anuncia la sanidad universal a todos los habitantes del planeta que sean capaces de llegar a estas costas. Hasta quien jamás pensara abandonar su remoto país se lo planteará cuando los traficantes le expliquen que aquí le operan gratis cualquier mal. Y que por urgencias adelanta a todo español que, tras 45 años cotizados, lleva diez meses esperando ser intervenido.
Dice Montero que ABC incita al odio y que el Banco de Santander debe «prohibirle» al diario esas portadas. Que atribuya al Santander ese poder puede deberse a una enciclopédica ignorancia o a que la jefa de ese banco ha cogido fama de meterse en política. Queda claro que Montero y su marido se llevan bien con los bancos, visto el trato hipotecario con el chalé de La Navata. Dotado por cierto de un muro a prueba de salto de africanos. Son los pobres los que pierden parte de sus precarios y maltratados espacios y servicios ante los recién traídos.
Irene quiere prohibir a ABC su libertad. Hace 80 años otros comunistas confiscaron el diario. Y asesinaron a más de medio centenar de redactores y trabajadores de ABC. Aparte de a célebres columnistas. Recordarlo también va a ser odio. Y estará prohibido. Como toda verdad. Anuncian a diario la guerra civil para ganarla. Ahora con otra ley de «memoria histórica» que criminaliza a media España. Y mete en la cárcel y hunde en la ruina a todo el que se empeñe en defender verdad y memoria real.
Dan miedo estos fanáticos enemigos de la verdad y adalides del rencor totalitario. Eso sí, producen más repugnancia otros: los cobardes que se prometen ventajas en su silencio cómplice.
Este dicho vuelve a ser cierto en esta nueva y agitada España sanchista en la que todo lo peor vuelve como con ZP a disfrazarse de bondad. Quien diga verdades se convierte en enemigo a batir por los adalides del bien falsario.
Pocos necios creerían a Pedro Sánchez cuando dijo que nada debe a los siniestros aliados que le han llevado al Gobierno con sus ridículos 84 escaños. Hoy ya todos esos extremistas, desde los comunistas de Podemos a los golpistas y filoterroristas, se ven con derecho a olvidar todo disimulo en sus ataques a la legalidad. Sánchez se lo debe. Él está dedicado a los regalos con dinero ajeno, desde su reality show en Valencia a los nueve millones para sindicatos. Para gastos y el buen apetito. No le vayan a irritar al recordarle promesas delirantes.
Ayer, la verdad que enfadó a la tropa fue otra vez un mérito de este periódico. ABC tiene desde hace 115 años el honor y el privilegio de irritar a muchos, pero sobre todo a los más furibundos enemigos de la libertad, que en España son, tras los terroristas y junto a los separatistas, los comunistas. Ayer, la portavoz de los comunistas de Podemos en el Congreso, Irene Montero, no solo atacó como es habitual al periódico por lo que dice. En una inaudita intervención en televisión dijo que había que prohibirle a ABC que publicara las portadas que publica sobre la crisis de los refugiados.
Portadas con tragedias en el mar que se multiplicarán. Por el «efecto llamada». Porque Rabat quiere. Y porque los demás países, escarmentados por la catástrofe social que lleva a sus urbes el colapso de las fronteras exteriores, hacen ya todo lo contrario. Y ponen coto a ONG que en parte actúan con y como los traficantes. ¿Unos por ideología y otros por dinero? Puede ser. Pero da lo mismo. Cuando los demás países cierran los puertos y las puertas, Sánchez abre de par en par y anuncia la sanidad universal a todos los habitantes del planeta que sean capaces de llegar a estas costas. Hasta quien jamás pensara abandonar su remoto país se lo planteará cuando los traficantes le expliquen que aquí le operan gratis cualquier mal. Y que por urgencias adelanta a todo español que, tras 45 años cotizados, lleva diez meses esperando ser intervenido.
Dice Montero que ABC incita al odio y que el Banco de Santander debe «prohibirle» al diario esas portadas. Que atribuya al Santander ese poder puede deberse a una enciclopédica ignorancia o a que la jefa de ese banco ha cogido fama de meterse en política. Queda claro que Montero y su marido se llevan bien con los bancos, visto el trato hipotecario con el chalé de La Navata. Dotado por cierto de un muro a prueba de salto de africanos. Son los pobres los que pierden parte de sus precarios y maltratados espacios y servicios ante los recién traídos.
Irene quiere prohibir a ABC su libertad. Hace 80 años otros comunistas confiscaron el diario. Y asesinaron a más de medio centenar de redactores y trabajadores de ABC. Aparte de a célebres columnistas. Recordarlo también va a ser odio. Y estará prohibido. Como toda verdad. Anuncian a diario la guerra civil para ganarla. Ahora con otra ley de «memoria histórica» que criminaliza a media España. Y mete en la cárcel y hunde en la ruina a todo el que se empeñe en defender verdad y memoria real.
Dan miedo estos fanáticos enemigos de la verdad y adalides del rencor totalitario. Eso sí, producen más repugnancia otros: los cobardes que se prometen ventajas en su silencio cómplice.
HERMANN TERTSCH Vía ABC
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