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sábado, 30 de junio de 2018

LA AMENAZADORA EUTANASIA



Por iniciativa del nuevo gobierno socialista, el Congreso de los Diputados ha tomado en consideración, por una amplia mayoría, la tramitación de una ley sobre la eutanasia y el suicidio asistido. Solo se opusieron el Partido Popular y Unión del Pueblo Navarro (UPN). Sorprendentemente, Ciudadanos, que había presentado una iniciativa propia basada en los cuidados paliativos y que había anunciado su abstención, también votó a favor. Es evidente que en las cuestiones de orden moral y antropológico no existen diferencias apreciables entre este grupo y el PSOE. Acordada la toma en consideración, ahora se iniciará la tramitación de la ley que se resolverá a lo largo del otoño. Sin entrar aquí en más detalles, sí hay que decir al menos dos cosas: primera, los supuestos que define de entrada el proyecto son muy genéricos y en este sentido son una eutanasia y un suicidio asistido mucho más “generosos” que los de Holanda. La segunda consideración es que nuestra sociedad tiene una especial tendencia a incumplir la ley en beneficio propio. Solo hay que recordar el abuso que se hacía de la primera ley sobre el aborto, a pesar de que estaba basada en una perspectiva restrictiva, otorgando derechos al no nacido y estableciendo supuestos de excepción para estos derechos. A pesar de ello, en la práctica, España se convirtió en un paraíso del aborto libre en Europa. Solo el hecho de que la querella de e- Cristians y las pruebas aportadas consiguieran llevar al Dr. Morín a los tribunales, les impulsó a cambiar la legislación para acoger las prácticas tan libres que se llevaban a cabo. Tenemos el riesgo de que con la eutanasia suceda un hecho similar. Más cuando la definición de los supuestos deja un amplio campo a la interpretación, es decir, a la oportunidad.

Todo ello conlleva una consideración necesaria. Las personas no decidimos nunca solas, aisladas del contexto. La presión cultural y mediática ensalzando la eutanasia como la “gran solución”, impulsará la presión familiar u hospitalaria sobre el ser humano descartado.

Al mismo tiempo, su vigencia a cargo de la sanidad pública situará en un segundo plano a los cuidados paliativos, como ya ha sucedido en los países en los que está aprobada. Y este es un anuncio terrible para todos.

Por otra parte, el derecho a la objeción de conciencia, que reconoce la ley basada en el registro previo, es un instrumento de presión para que esta no se ejerza, dado que muchos facultativos de la Sanidad Pública tendrán temor a las consecuencias de oponerse a lo que la dirección de la Sanidad Pública hospitalaria desea.

La respuesta de las personas que defienden la dignidad de la vida, y en particular la de los cristianos, es muy importante. ¿Servirá esta iniciativa para despertar las conciencias adormecidas, que se camuflan en el día a día, para no asumir las afrentas que plantean al plan de Dios unas instituciones y una cultura hegemónica acristiana? ¿Seremos capaces de afrontar con un testimonió colectivo los nuevos ídolos? ¿O acaso, ya solo somos capaces de manifestarnos por lo políticamente correcto?

La eutanasia enmascara numerosos peligros y grandes discriminaciones sociales. El más obvio, el pensar que la muerte programada garantiza la ausencia de sufrimiento. Sobre la discriminación social basta con recordar como en Portugal, con una iniciativa más garantista que la española, no prosperó la ley en parte por el voto en contra del partido comunista, que consideraba que su aplicación, sin tener desplegado al 100% los cuidados paliativos, lo que hacía era presionar para que emprendieran el camino de la muerte las personas con menores ingresos.


                                                                                  EDITORIAL de FORUM LIBERTAS

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