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martes, 1 de enero de 2019

EL AÑO EN QUE LA DERECHA SE ROMPIÓ

La lealtad del votante conservador parece haberse desvanecido por completo durante este 2018


Los equipos negociadores de PP y Ciudadanos en el Parlamento de Andalucía. PACO PUENTES


El 2018 será recordado como el año en que la tormenta política se desplazó hacia la derecha. Si bien la izquierda y el centro político ya sufrieron una convulsión electoral con la irrupción de Podemos y Ciudadanos, la derecha logró inicialmente mantenerse al margen, cerrando filas en torno al PP. Sin embargo, la inquebrantable lealtad del votante conservador parece haberse desvanecido por completo en 2018. La crisis catalana situó el nacionalismo en el centro de la agenda política y permitió a Ciudadanos recurrir a su pedigrí antinacionalista catalán para romper definitivamente el dique de contención que hasta entonces impedía a Ciudadanos atraer al votante del PP.


Desde entonces, la política española ha cambiado de una forma muy profunda y se ha adentrado en un nuevo ciclo de alta volatilidad e incertidumbre. El fin de la lealtad del votante de derechas al PP, catapultó primero a Ciudadanos en las encuestas, posteriormente propició la caída del presidente Rajoy y por último rompió de nuevo el sistema de partidos con la irrupción de un nuevo contrincante, Vox.

Las recientes elecciones andaluzas nos han ofrecido una primera fotografía de este nuevo escenario político. En estos comicios se ha constatado la existencia de una fragmentación en la derecha como nunca antes habíamos visto. Sin embargo, también ha quedado patente que, a pesar de tal fragmentación, la derecha en su conjunto suma ahora más votos que antes. De momento, tanto PP como incluso Ciudadanos rechazan ejercer un “cordón sanitario” a la extrema derecha. Si se permite a Vox participar de la aritmética parlamentaria, la fragmentación de la derecha puede ir irónicamente acompañada de una proliferación de gobiernos conservadores tras las elecciones del próximo año.

¿Y qué debemos esperar de la izquierda? A pesar de que estamos viendo un electorado más asentado en ese espacio, también existen enormes incertidumbres. El calendario de los procesos judiciales que afectan al independentismo provocará seguramente que la política española siga altamente marcada por el “problema catalán”, algo que ha perjudicado, de siempre, a la izquierda pues es una cuestión que divide profundamente a ese electorado.

Aún con ello, el PSOE de Pedro Sánchez sigue por el momento determinado a apostar por la vía del Gobierno de izquierdas, teniendo como socio principal a Podemos. Esta fórmula requiere (y seguirá requiriendo en el futuro) de la complicidad de los partidos independentistas catalanes para alcanzar mayorías en el Congreso. Pero cualquier concesión al independentismo provocará que el nacionalismo siga marcando la agenda política y, por ende, provoque desafección entre una porción relevante del electorado socialista.

El 2019 se inicia con una política española más polarizada, con el PSOE mirando a la izquierda y Ciudadanos a la derecha. Ante esta política de bloques ideológicos estancos, la estabilidad política dependerá en gran parte de cómo evolucionen las incómodas relaciones de Ciudadanos con Vox y del PSOE con los partidos nacionalistas catalanes. Pero si ambas relaciones fracasan, ¿volverán PSOE y Ciudadanos a mirarse de nuevo? Lo veremos en 2019, un año en el que todo indica que la competición entre partidos seguirá marcada por la volatilidad y la incertidumbre.


                                                                                                LLUÍS ORRIOLS   Vía EL PAÍS

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