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sábado, 30 de septiembre de 2017
Cataluña bloquea la legislatura y condiciona la duración del Gobierno
La crisis institucional por el
proceso soberanista y el referéndum condicionará la estabilidad política
y la creación de alternativas políticas al PP
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, comparece en el pleno del Congreso de los Diputados. (EFE)
La crisis institucional por el proceso soberanista en Cataluña
condicionará la estabilidad política, la duración de la legislatura y
del Gobierno y la creación de alternativas parlamentarias, además de
hacer saltar por los aires las estrategias de los partidos, pase lo que pase este domingo.
Con el 1-Oarranca ya la cuarta etapa de la convulsa legislatura que se inició en las elecciones de junio de 2016. Primero fue la incertidumbre por la falta de Gobierno y el fracaso de la primera investidura de Mariano Rajoy;
luego el fin de Pedro Sánchez, la abstención del PSOE y la toma de
posesión del presidente como inicio de una etapa de sintonía entre
populares y socialistas, con la quimera del “Gobierno desde el
Parlamento” y, por último, las primarias del segundo partido, que dieron
lugar a una fase con dos bloques ideológicos en el Congreso, el de la
derecha y el de la izquierda.
Reunión de la Junta de Seguridad de Cataluña para coordinar la seguridad del 1-O. (EFE)
De esos dos bloques se pasa ahora a un nuevo eje,
el que tiene que ver con la política territorial, con Cataluña y quizás
con la futura primera gran reforma de la Constitución. Esa nueva etapa
mantendrá bloqueadas iniciativas parlamentarias, hasta el punto de
adivinarse una legislatura fallida.
Al Gobierno le dificulta contar con el PNV para sumar la mayoría absoluta necesaria para aprobar los nuevos Presupuestos
y en el campo contrario impide la formación de una mayoría alternativa
al PP para una eventual moción de censura, porque el derecho a decidir
separa irremediablemente a los partidos necesarios para sustituir a
Rajoy.
Partido Popular
El PP llega al 1-O con el discurso de la firmeza, el poderío y la eficacia
que ha hecho que, con toda seguridad, el domingo no haya un referéndum
en Cataluña con resultados homologables, sino, en todo caso, una enorme
movilización ciudadana. Su problema es que los años de uso y abuso de su
mayoría absoluta han dificultado que se diferencie entre Estado y
Gobierno, justo ahora cuando más necesitaba Rajoy esa diferenciación.
Rajoy
se juega su futuro a la carta de evitar el referéndum. Si lograra su
objetivo, fuentes de la dirección del PP aseguran que no ven posible un
proceso de negociación con los independentistas, sino la continuidad de
las medidas adoptadas en las últimas semanas que, según explican, han
impedido ya materialmente la celebración del referéndum.
Las
medidas adoptadas en las últimas semanas han impedido ya materialmente
la celebración del referéndum, según fuentes de la dirección del PP
Su
mensaje polariza el escenario, con posible comprensión y respaldo
mayoritario en el resto de España, pero con contraindicaciones como
reducirle a partido testimonial en la política catalana, sin perspectiva
de recuperación.
En 2006 inició esa tendencia con la recogida de firmas contra el Estatut
y ahora corre el riesgo de mantener una deriva similar. La dirección
del PP explica que desde Génova no se ha alentado ningún gesto o campaña
de militantes, pero se ha dejado hacer a quienes lo han querido desde
sus sedes.
PSOE
Tras las primarias de mayo, Sánchez había roto el mensaje de la identificación con el PP
y había favorecido el de la colaboración con Podemos, aunque disipando
la idea del acuerdo para una nueva moción de censura contra Rajoy.
Ahora, Cataluña desmonta esa estrategia y les vuelve a separar.
Su
respaldo al Gobierno frente al proceso independentista pretende
anteponer la política de Estado a la estrategia partidista, lo que
comporta importantes efectos colaterales. Solo en privado ponen en cuestión abiertamente decisiones como la actuación de la Fiscalía o el despliegue policial.
La
dirección socialista admite que precisan mucha pedagogía para explicar
esa posición, aprisionados por la polarización extrema y, más aún, si
finalmente se aplicaran otras medidas como el artículo 155 de la Constitución.
Por eso Sánchez se negó a la foto del frente contra el independentismo
con el presidente del Gobierno y con Albert Rivera. El reverso es la
evidente falta de presencia pública del líder de la oposición en momento
tan delicado y su llamativo silencio.
Su baza estratégica es la de la comisión del Congreso, arrancada a Rajoy para abrir una pequeña rendija de diálogo,
la única que se vislumbra en este momento, con el horizonte de la
reforma Constitucional, y como contrapartida al apoyo político al
Ejecutivo del PP. Su carencia es la de no saber o querer concretar esa
propuesta futura.
Unidos Podemos
Empezaron restando importancia al referéndum, para valorar luego la importancia de la movilización ciudadana
y, finalmente, se han subido a la ola al impulsar la idea de que el 1-O
es un acto de enorme protesta popular contra Mariano Rajoy. Es decir,
intentando extender a toda España el rechazo al PP y el desgaste del
Gobierno, según han hecho explícito, entre otros, Ada Colau, Xavier
Domènech e Íñigo Errejón, como proceso de acumulación de fuerzas y
búsqueda de la hegemonía, al modo de Gramsci, para su pulso con lo que
llaman el "régimen del 78".
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, durante el pleno del Congreso en Madrid. (EFE)
Han sido muy críticos con la actuación del Estado, con expresiones como “presos políticos”,
con el riesgo de ser tachados de antireferéndum en Cataluña y,
paradójicamente, de proseparatistas en el resto de España. Esa posición
borrosa se manifiesta en el apoyo peculiar de Colau al referéndum,
buscando salvar una hipotética inhabilitación y
anunciando finalmente su voto en blanco, y en las distintas posiciones
en el Parlament, personalizadas en las discrepancias entre Joan
Coscubiela y Albano Dante Fachín. Además de su fallida asamblea de
cargos de Zaragoza.
Todo ello, a su vez, tiene que ver
directamente también con la pluralidad de su opción política y las
rivalidades internas.Según una encuesta de La Sexta, un 82% de los
votantes de Catalunya Si que es Pot quiere un referéndum, y el 52% dice
no ser independentista, situándoles en la amplia gama de grises entre el
blanco y el negro que intentan gestionar su dirigentes.
Su apuesta es la de la futura consulta pactada, aunque presenta el problema práctico y jurídico de que, expresamente y por unanimidad, el Tribunal Constitucional ha cerrado esta vía.
Solo es posible, según una de sus resoluciones, con un cambio
constitucional que puede ser vetado por el PP, lo que imposibilita salir
del bucle por esa puerta.
Ciudadanos
Aritméticamente
encabeza la oposición en Cataluña, pero en el resto de España es el
cuarto partido, de tal forma que su fuerza limitada ha quedado aprisionada por la polarización entre Gobierno e independentistas.
Entre el original y la copia, se suele preferir a quien como el PP
puede dirigir y tomar directamente las medidas a través del Gobierno.
C's cierra cualquier opción al diálogo y ha coincidido con ERC en el voto en contra a la comisión que abordará la reforma territorial
Además del apoyo al Gobierno, su principal actuación durante la crisis fue presentar una proposición no de ley en el Congreso que resultó un fracaso. Midió mal sus fuerzas y no pactó previamente el contenido y su tramitación.
Tampoco ha podido sumar y aunar fuerzas en su propuesta de moción de
censura en Cataluña, en la que también se ha quedado solo en busca de su
papel.
Cierra cualquier opción al diálogo futuro y,
llamativamente, ha coincidido con ERC en el voto en contra a la comisión
del Congreso que abordará la reforma territorial. Fuentes de su
dirección admiten que, no obstante, participarán activamente en sus
trabajos, con la idea de que nada se podrá hacer sin contar con ellos,
especialmente, en Cataluña.
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