La Iglesia también prepara su 155
Pocos castellanos son más universales que ese
caballero desgarbado, flacucho, alocado y antihéroe cincelado desde la
mente prodigiosa de Miguel de Cervantes. Un
personaje atormentado por un idealismo imposible por inexistente que se
da de bruces con la realidad, después de un sinfín de desdichas y
fracasos, en este pasaje de la segunda parte, capítulo IX de 'El
Quijote' titulado ‘Donde se cuenta lo que en él se verá’.
—Hallemos (...) el alcázar —replicó don Quijote— (...) Y advierte, Sancho, o que yo veo poco o que aquel bulto grande y sombra que desde aquí se descubre la debe de hacer el palacio de Dulcinea.
(...)
Guió
don Quijote, y habiendo andado como doscientos pasos, dio con el bulto
que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal
edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo:
—Con la iglesia hemos dado, Sancho.
—Ya
lo veo —respondió Sancho—, y plega a Dios que no demos con nuestra
sepultura, que no es buena señal andar por los cementerios a tales
horas, y más habiendo yo dicho a vuestra merced, si mal no me acuerdo,
que la casa de esta señora ha de estar en una callejuela sin salida.
—¡Maldito seas de Dios, mentecato! —dijo don
Quijote—. ¿Adónde has tú hallado que los alcázares y palacios reales
estén edificados en callejuelas sin salida?
(...)
Cuanto más huele a 1-O, el Oráculo de todas las fechas para el independentismo, Puigdemont
más se mimetiza con el personaje quijotesco. Se ha convertido en un
caballero de triste (y oscura) figura política tras su golpe de Estado
en el Parlament. Y, como el Alonso Quijano de sus últimos días, sabe que
sus alcázares y palacios (su órdago independentista) está edificado en
callejuelas sin salida. Para su desgracia, y la de toda la troupe
independentista, esa ley que ellos no reconocen y se saltan a la torera
es la norma defendida por toda la comunidad internacional. Aislado, y
sin apoyo internacional, pese a la mentira, una tras otra, que emana de
la Generalitat para vender adhesiones de allende los mares al procés –el caso del parlamento danés
es el último ejemplo-. Tampoco tendrá el ‘caballero’ Puigdemont el
apoyo de El Vaticano. “Con la iglesia hemos dado, Sancho”. El Papa Francisco
se posiciona frontalmente contra el independentismo catalán. Un mensaje
que ya ha sido trasladado a la cúpula de la Iglesia española, que se
reunió la pasada semana en Madrid. Una reunión en la que se debatió
sobre el posicionamiento de la Iglesia de cara al 1-O.
“El
Papa no apoya la independencia porque sabe que una Cataluña separada de
España sólo generará más pobreza, desigualdad y pérdida de
oportunidades para todos. Para los catalanes, especialmente, pero
también para el resto de España”, explica quienes conocen el firme
posicionamiento de El Vaticano. La preocupación del Papa Francisco sobre
el tema catalán es grande. “Su mensaje de unidad es contundente”,
asegura la misma fuente. En nada ha variado del titular que dejó en su
entrevista a La Vanguardia en junio de 2014: “La
secesión de una nación hay que tomarla con muchas pinzas”, dijo
entonces. Un posicionamiento que el Papa trasladó a César Alierta,
el pasado 8 de octubre, en un encuentro que mantuvieron en
Villavicencio (Colombia), donde el empresario mostró al pontífice los
avances conseguidos en el proyecto educativo apadrinado por la Fundación
ProFuturo, promovido por la Fundación Telefónica y la Fundación La
Caixa.
El mensaje
del Papa Franscisco se alinea con el posicionamiento de la cúpula
eclesiástica nacional que tiene previsto hacer pública su postura en los
días previos al 1-0. En los primeros días de la última semana de
septiembre, los obispos españoles mantendrán varios encuentros para
terminar de confeccionar el mensaje contrario al actual órdago
secesionista. En los últimas semanas, según explican varias fuentes, se
han incrementado los encuentros y conversaciones entre el arzobispo de
Barcelona Juan José Omella y el obispo auxiliar Sebastià Taltavull
con el resto de la cúpula de la Conferencia Episcopal Española. Ambos
son firmes defensores de la unidad de España y ya han mostrado
públicamente su posicionamiento en este sentido. De hecho, muy
criticadas fueron sus palabras de unidad en la misa por los atentados
terroristas de Barcelona y Cambrills. “La unión nos hace fuertes; la
división nos corroe y nos destruye”, aseguró Omella ante Carles
Puigdemont y Mariano Rajoy, que compartieron banco en las primeras filas de la Sagrada Familia.
El unionismo de Omella tiene su contrapunto en el obispo de Solsona Xavier Novell.
Prelado joven, 48 años de vocación tardía, aspecto agradable y adecuada
formación intelectual. Habla cinco idiomas y ha ocupado puestos
internacionales antes de aterrizar en la diócesis de Solsona, desde
donde inició un viraje al independentismo después de negarse a sumarse a
la convocatoria efectuada por la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC)
que animaba a los párrocos y sacerdotes a hacer sonar las campanas en
homenaje reivindicativo en la Diada de 2013.
Novell se explicaba entonces con argumentos razonables. “No soy
catalanista, no soy independentista, las campanas no son para asuntos
políticos..”. Le llovieron insultos, descalificaciones y reproches por
doquier. Tan fuerte fue la persecución que unos días después del once de
septiembre, Novell peregrinó humildemente a los micrófonos de Catalunya
Radio para plegar velas, mostrarse a favor del derecho a decidir
aunque, eso sí, recordar que la iglesia no ha de tomar postura en este
asunto. El obispo tránsfuga se le rebautizó.
Desde
entonces, Novell se aplica en la apología del secesionismo. En su
sermón de la Diada de 2016 construyó desde el púlpito todo un
argumentario a favor de la hoja de ruta independentista. “Este camino
hacia la república catalana tiene una primera fase, que parece que
culminará el próximo otoño, que consiste en preparar y aprobar las leyes
del proceso constituyente, de la seguridad social y de la hacienda
pública, equipar a la administración de la Generalidad con las
estructuras de Estado y promover un proceso de participación ciudadana
en la elaboración de la futura Constitución”, dijo en septiembre de
2016. Como si actuara en nombre del ejecutivo de Puigdemont y Junqueras,
Novell no tuvo reparos en justificarse: “Os explico todo esto para
pediros, tanto si sois partidarios como contrarios a la independencia,
que os intereséis por este último punto del proceso de participación
ciudadana en la elaboración de la nueva Constitución”.
Novell
es la excepción entre los pastores catalanes que decidieron en su
momento adoptar un perfil muy moderado y nada beligerante de cara a este
desafío al Estado iniciado por Artur Mas.
Nada se escucha desde los púlpitos que pueda sonar a polémica o
provocación. Una especie de calmachicha que la Iglesia tiene previsto
romper los días previos al 1-O. Será su particular artículo 155.
Con la Iglesia también has topado, president Puigdemont.
MIGUEL ALBA Vía VOZ PÓPULI
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