En el plano público, en la esfera de "todos nosotros", cuando las
creencias de unos llevan a querer romper esa convivencia y, en este
caso, dibujar otro espacio, esta vez excluyente, no se puede dejar pasar
como si nada.
Duro choque de trenes o ejército de psicólogos en Cataluña.
EFE
Tras siete años de independentismo feroz, la
soberanía nacional sigue residiendo en el pueblo español y todo el
pueblo español, el poder de convocar referéndums lo sigue ostentando el
Rey, español, mediante el Presidente del Gobierno, también español, y el
Tribunal Constitucional, español, ha dictaminado ya varias veces que
las declaraciones secesionistas que emanan del Parlament independentista
son anticonstitucionales según la Constitución, española, que rige en
todo el territorio nacional, y todo el resto. Las bases militares
españolas y todas las infraestructuras del Estado español siguen
existiendo y funcionando con algo que se parece a la normalidad. La
democracia sigue siendo un concepto más complejo que "votar". Mal que
les pese, los separatistas siguen siendo, a fecha de hoy, españoles. En
España. Y el malvado Estado español sigue existiendo. Que estén de
acuerdo o no, que les guste o no, ese es el panorama.
Pese a afirmar en varios medios que están ya preparados para convertirse en un estado independiente, Puigdemont no les dirá a los periodistas dónde tiene escondidas las 6.000 urnasPese a afirmar en varios medios que están ya preparados para convertirse en un estado independiente—la pretensión sigue siendo la secesión, la escisión de la quinta parte del PIB y la cuarta parte del turismo y de los funcionarios y los impuestos y de todo—Puigdemont no les dirá a los periodistas dónde tiene escondidas las 6.000 urnas, ni en la propuesta de ley de desconexión apareció mención alguna de lo que pretenden que hagan los Mossos durante la deseada separación. La Fiscalía había sugerido en meses anteriores que ambos temas serían tratados como delitos, el primero por malversación de fondos y el segundo por sedición. Se sigue valorando la astucia en Barcelona. De momento, nos dice Montoro : «los mismos que hacen apología del referéndum en Cataluña, entre ellos, el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, certifican cada semana que no se está destinando ni un euro de los Presupuestos de Cataluña al referéndum».
Si ahora no dan un paso al frente, ¿qué van a hacer? ¿Otros siete años de retórica?
Hay una realidad, y hay un cuento. Hay hechos, y
hay un relato. Los separatistas llevan siete años proponiéndose una
meta histórica, proponiéndonos un plan potente nuevo—España sin
Cataluña—y han perseverado con esa creencia todo este tiempo. En cuanto
al entorno jurídico, económico, diplomático o militar, sin embargo, no
están más cerca ahora de su sueño que hace siete años. Lo que sí está
más cerca es el choque de trenes, el momento en el que la visión sale de
la cabeza y se enfrenta al mundo real. Creen que han acumulado un
potencial importante, que todo está a punto, que este es el momento.
Hasta el momento, la narrativa ha sido la realidad. Si ahora no dan un
paso al frente, ¿qué van a hacer? ¿Otros siete años de retórica? ¿Otro
lustro de planes para el gran momento que nunca llega? ¿10 años más de
banderas, camisetas y eslóganes?
Las ideas para mejorar, los planes para un futuro mejor, deben ir siempre acompañados de grandes dosis de realidad
Psicológicamente tiene mucho de delirio, con un
toque muy obsesivo. Hay incluso subtipos del delirio—que de por sí se
encuadra dentro de la subcategoría de esquizofrenia y psicosis—que se
llaman "tipo de grandiosidad", o "tipo de persecución". Es decir, tienes
la cabeza llena de ideas exageradas del valor o poder que tienes y te crees que alguien
te está persiguiendo: "Nos iría mucho mejor solos, sin el malvado Estado
español, que es la causa de todos nuestros males". Que oye, quien no se
lo crea en esta vida no lo va a conseguir nunca, está claro; pero las
ideas para mejorar, los planes para un futuro mejor, deben ir siempre
acompañados de grandes dosis de realidad y de pequeños cambios diarios
hasta alcanzar la meta deseada. Así es cómo se convierten los sueños en
realidad. Pero hay que dar pasos.
Al que ose señalar lo contrario y decir que el
emperador está desnudo—aunque no pertenece a ninguno de los dos
bandos—se le trata de hereje. Así echan a Gergorio Morán de La
Vanguardia; así Trapero y Forn cargan de malas maneras contra El
Periódico; y así, a menor escala, los periodistas de toda índole que
intentamos escribir para algún medio un artículo sobre el tema que no
sea pleitesías ante el altar separatista, que no respalde el "derecho
democrático a decidir" nos enfrentamos a los reproches obsesivos de los
fanáticos del independentismo, que no sé a estas alturas si son todos
bots, porque todas las respuesta son iguales y no hay lugar para algo
que no sea corear la causa. Hace dos o tres años, al menos había señales
de algún tipo de debate racional—las ventajas económicas, o los
entresijos de la interpretación de alguna ley—pero hace tiempo que se
pasó a la fe, a la experiencia religiosa. Si intentas hacer uso de la
razón, si expresas dudas, eres el enemigo, no lo pillas, no haces bien
tu trabajo, no nos entiendes.
No se les puede decir nada. Han pasado a la fe y no hay más razón que el dogma
Yo no sé qué va a pasar este mes y a principios
de octubre, pero han puesto el listón muy alto. Para ellos mismos y para
el resto de los catalanes y españoles. Es como el amigo que de repente
se mete en un partido político y luego lo único que te cuenta es el
argumentario del día sobre tal o cual tema; o la amiga que anuncia un
día que abandona su puesto de trabajo para dedicarse a la iglesia tras
una "experiencia", y que luego todas las respuestas son Él, su luz y
grandeza y nuestros pecados. No hay manera. No se les puede decir nada.
Han pasado a la fe y no hay más razón que el dogma. Pasa el tiempo, cada
uno sigue su camino, y de repente hace años que no los ves. En el
ámbito particular, más allá de la tristeza o la rabia por perder a quien
en teoría era un buen compañero, no pasa nada, así es la vida, cada uno
tiene derecho a creer lo que quiera mientras esté aquí y hay espacio
suficiente para todos. Pero en el plano público, en la esfera de "todos
nosotros", cuando las creencias de unos llevan a querer romper esa
convivencia y, en este caso, dibujar otro espacio, esta vez excluyente,
no se puede dejar pasar como si nada. No si intentan llevar a cabo su
proyecto de verdad, en la vida real. O el choque de trenes va a ser muy
potente—empezando con el tema de las urnas y los Mossos—o hará falta un
ejército de psicólogos en Cataluña para suavizar el bajón.
MATTHEW BENNETT Vía VOZ PÓPULI
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