Lo que la sociedad civil española no puede ni debe consentir son arreglos políticos coyunturales en la oscuridad.
Cataluña, el día después.
EFE
Después del frustrado intento secesionista
catalán y las posibles elecciones posteriores que conllevarán,
probablemente, a un gobierno de la Generalitat aun más radical pero,
seguramente, no con mas fuerza política que el actual, será la hora de
reflexionar seriamente acerca del futuro de España, Cataluña incluida.
Siendo imperativa tal necesidad, el escenario
político no será favorable por ahora a conclusiones ni rápidas ni
buenas, debido la dispersión y excentricidad de nuestras fuerzas
políticas; la peor de la actual era democrática.
Quizás no hay mal que por bien no venga: puede ser el tiempo de una discusión abierta, transparente y serena
Sin embargo, quizás no hay mal que por bien no
venga: puede ser el tiempo de una discusión abierta, transparente y
serena que a diferencia de las oscuras componendas políticas del pasado
plantee todos los temas y las alternativas posibles dentro, eso sí, de
unas reglas de juego claras y aceptadas por todos; que no pueden ser
otras que las derivadas de nuestro actual orden constitucional.
El
Estado de Derecho, que constituye el pilar fundamental de la
civilización política occidental contemporánea, se basa en el
cumplimiento de la ley, que puede ser modificada, pero no de cualquier
manera, sino de acuerdo con ella. Tratar de sortear este sagrado
principio civilizador excluye obviamente del debate político a quienes
lo pretendan.
Nos recuerda el profesor Joaquín Abellán en su ensayo Democracia una máxima jurídica “probablemente la más famosa de toda la Edad Medieval”: quod omnes tangit ab omnibus approbari debet” cuya
traducción: “lo que afecta a todos, debe ser aprobado por todos” debe
seguir siendo el principio rector de cualquier posible cambio
constitucional.
La crisis catalana podría servir para abrir un
debate sobre los temas que más amplio interés social conciten, entre los
que cabe señalar:
- El sistema autonómico: sus ventajas, sus inconvenientes y su reordenación para encauzar el mejor futuro posible de España.
- La educación: reconsideración de la descentralización de su gestión pública y atención prioritaria a su calidad como base de un mejor futuro.
- Las pensiones: afrontar, como una sociedad adulta, su incuestionable crisis y resolver su viabilidad a largo plazo.
- La sanidad: remover las fronteras autonómicas que menoscaban el funcionamiento del buen sistema público que disfrutamos y promover los cambios necesarios para mantenerlo a largo plazo.
- La población: el envejecimiento, la insuficiente tasa de natalidad y la inmigración son asuntos de gran enjundia que hay que afrontar sin demoras.
Se podrían añadir más temas a tratar: el funcionamiento de la justicia, el sostenimiento del Estado de Bienestar, la necesaria mejora de nuestra calidad institucional, la reforma del sistema electoral, los excesivos y crecientes obstáculos a la innovación empresarial, los serios problemas de seguridad y defensa, etc.
En nuestro tiempo se han probado con éxito en muchos países de referencia las comisiones de expertos de incuestionable prestigio profesional para tratar temas de enjundia
En nuestro tiempo se han probado con éxito en
muchos países de referencia las comisiones de expertos de incuestionable
prestigio profesional para tratar temas de enjundia parecida a los que
actualmente se enfrenta España. Al cabo de sus conclusiones, sería la
hora de la política y los posibles acuerdos para cambiar las cosas; si
es que fuera posible alcanzar mayorías suficientes para ello.
No
parece que en la actualidad se den las circunstancias ni para enmendar
aspectos sustanciales de nuestra constitución ni para arreglar de verdad
ninguno de los temas enunciados, pero el sólo hecho de afrontarlos
abierta y transparentemente tendría un efecto muy positivo: la agenda
política ya no estaría en manos de quienes mas disparatadas ocurrencias
tengan y hasta los programas más vulgares de TV podrían dedicarse a tratar de asuntos serios de público interés en vez de anécdotas superficiales.
En
todo caso, lo que la sociedad civil española no puede ni debe consentir
son arreglos políticos coyunturales en la oscuridad. El rigor de los
nuevos planteamientos políticos, la claridad de su exposición y la
transparencia de las discusiones deben ser imperativos categóricos para
las horas y los días posteriores al fallido proceso secesionista
catalán.
JESÚS BANEGAS (Foro Sociedad Civil) Vía VOZ PÓPULI
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